Juicio final en playa 'nukista'
Hijos de Al¨¢s pasan a cientos pifiando por aqu¨ª con sus coches tan cargados como siempre. La autopista s¨®lo invita a acelerar y mirar al frente; a los lados, los pinos han mutado en marr¨®n gracias al pen¨²ltimo incendio, y el asfalto discurre entre una gigantesca p¨¦rgola de torres de acero y cables de alta tensi¨®n. Si se oye un chicharreo no son las chicharras, es la electricidad que camina por los cables que, amenazantes, pasan por encima de nuestras cabezas. Ante mis ojos se levanta inconmensurable la central nuclear de Vandell¨°s. Un hongo de hormig¨®n, rodeado de vallas y aislado entre los incendios. S¨®lo las adelfas de la carretera conservan su color rosa, all¨ª donde nos las han chamuscado las llamas. Con raz¨®n, los hijos de Al¨¢ huyen hacia Alicante o hacia Francia. Aqu¨ª hay que ser valiente para darse un respiro, pero lo osados que se paran tienen su recompensa. Entre este paisaje apocal¨ªptico, escondido, a mano derecha, se llega a L'Hospitalet de l'Infant.
En las esquinas de este pueblo cuelgan altavoces. Es por si hay que evacuar a todo trapo. De vez en cuando, mientras unos simulan un ataque vikingo, otros juegan a la fuga nuclear. En L'Hospitalet de l'Infant si se les va la luz es que en el mundo no hay dios. En este pueblo tienen la central nuclear de Vandell¨°s, que unas veces va y otras no. La b¨®veda de cemento y las torres de alta tensi¨®n forman parte del inquietante paisaje del lugar. A cambio tienen factura el¨¦ctrica reducida y unos ingresos seguros que dejan el pueblo hecho un primor, de limpio y repintao que est¨¢. Y unas playas kilom¨¦tricas.
Tras 12 d¨ªas, el viajero regresa a donde comenz¨®, el Mediterr¨¢neo.
Junto al templo nuclear se levanta el Templo del Sol, c¨¢mping y playa nudista maravillosa de m¨¢s de un kil¨®metro. La clientela, principalmente extranjera, lo hace todo en cueros. Pero este templo de los porretas ya figura en todas las gu¨ªas alemanas de pro. La intimidad se encuentra una cala m¨¢s all¨¢, en la playa nukista. No pregunten a Google por tal nombre, que me lo acabo de inventar. Es una calita a la que se llega a pie desde la playa textil de l'Almadrava.
De Lloret al cabo de Gata es imposible encontrar lugar m¨¢s limpio y solitario, con agua tan cristalina y mar tan salada como la playa nukista de L'Hospitalet. No se oye nada ni se ve un alma excepto un tr¨ªo a lo lejos; quiz¨¢s, la asamblea general del partido Ciudadanos por el Cambio, aunque salgo de mis c¨¢balas cuando se reparten los bocatas en perfecta armon¨ªa. Es simplemente una familia, en porretas pero familia, con su sombrilla y su fiambrera que pasa el d¨ªa en intimidad. La ¨²nica pega es el gran hongo, aunque ya no se sabe si lo es. Crecidos bajo el eslogan progre de "No nukes" y el carca de "No desnudos", ahora es casi imposible manifestarse si no se va en bolas; y lo nuclear parece remedio de apagones y agujeros en Alaska.
La playa nukista es lo m¨¢s parecido al para¨ªso. En la playa de la nuclear de Vandell¨°s se puede esperar el juicio final. Su tranquilidad da miedo. No hay m¨²sicas ni hamacas, ni motos de agua ni bolsas de pl¨¢stico. Inquietante. Algo est¨¢ a punto de ocurrir, algo va a pasar; permanezcan atentos a la columna. A partir de ma?ana, otros se lo contar¨¢n. Vayan con Dios y con Patricia Gos¨¢lvez.
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