Menos cayucos
La llegada de cayucos y pateras a las costas de Canarias y a trav¨¦s del Estrecho contin¨²a, pero se ha reducido a la mitad durante los ¨²ltimos siete meses, tomando como referencia el periodo equivalente del pasado a?o. Es una noticia esperanzadora por cuanto supone que los miles de j¨®venes africanos que siguen confiando en llegar a Espa?a parecen haber comprendido los graves riesgos que entra?a esta aventura. Seguramente, tiene raz¨®n el Ministerio del Interior cuando se?ala que esta ca¨ªda en las cifras se debe a la mayor vigilancia en el Atl¨¢ntico y a la colaboraci¨®n de los pa¨ªses que, como Marruecos y Senegal, serv¨ªan de puerto de partida para estas embarcaciones de fortuna.
Pero la disminuci¨®n de los intentos de entrar ilegalmente en el territorio espa?ol, y por extensi¨®n europeo, a trav¨¦s del mar dista mucho de significar que los problemas de la inmigraci¨®n irregular est¨¦n resueltos. Aunque la cifra represente la mitad de quienes hace tan s¨®lo un a?o arriesgaban la vida para llegar a nuestras costas, todav¨ªa sobrepasa las 7.000 personas, muchas de ellas menores de edad. Y lo que es m¨¢s importante: la v¨ªa de los cayucos y pateras es la parte m¨¢s dram¨¢tica del fen¨®meno, no la m¨¢s significativa desde el punto de vista aritm¨¦tico. De hecho, las m¨¢s de 17.000 personas que llegaron a Canarias y al litoral mediterr¨¢neo espa?ol durante 2006 representan un peque?o porcentaje en la bolsa de trabajo ilegal que existe en nuestro pa¨ªs, y que da empleo a varios centenares de miles de extranjeros en situaci¨®n irregular.
Los buenos resultados en el control exterior de las fronteras mar¨ªtimas permitir¨ªan abordar con mayor serenidad el fen¨®meno de la inmigraci¨®n desde la otra vertiente, el control del empleo ilegal en el interior. Desde esta perspectiva, ser¨ªa necesario adoptar medidas para ir aflorando la econom¨ªa sumergida que demanda una mano de obra en condiciones de semiesclavitud, y a la que acuden los trabajadores que han entrado irregularmente en Espa?a.
La inspecci¨®n laboral deber¨ªa ser reforzada, tanto en medios humanos y materiales como en el apoyo y las instrucciones que recibe desde las instancias pol¨ªticas. Es preciso romper el c¨ªrculo vicioso al que conduce el hecho de que los empleadores en condiciones de ilegalidad voten, y por tanto sean tenidos en cuenta a la hora de adoptar decisiones pol¨ªticas, mientras que los empleados por ellos queden completamente desamparados. No ya privados de los derechos que corresponden a cualquier trabajador, sino inexistentes como sujetos jur¨ªdicos e invisibles como personas.
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