Uno de los 'padres constituyentes'
En la trayectoria humana y pol¨ªtica del ex sacerdote Llu¨ªs Mar¨ªa Xirinacs, fallecido la semana pasada en Ogassa (Girona), a los 75 a?os, el hecho m¨¢s relevante es seguramente su participaci¨®n en la elaboraci¨®n de la Constituci¨®n de 1978, como senador por Barcelona elegido masivamente el 15-J de 1977.
Sin embargo, los escasos elogios recibidos con ocasi¨®n de su muerte por aquel enamorado de los Pa?sos Catalans han suscitado la t¨ªpica reacci¨®n amarillista, que ha tildado a Xirinacs de "trastornado" y ha pretendido vincularlo con la violencia etarra, dejando de lado toda su contribuci¨®n democr¨¢tica, paciente y pac¨ªfica, al proceso constituyente.
Quienes tuvimos la suerte de levantar acta, d¨ªa a d¨ªa, de la constancia enmendante de Xirinacs -en l¨ªnea con otros senadores minoritarios, como Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s o Heribert Barrera- y de su respeto a las reglas democr¨¢ticas para defender propuestas progresistas, dignas y valientes, estamos en condiciones de aportar a los muy j¨®venes o recordar a los desmemoriados algunos testimonios de la conducta parlamentaria de aquel senador.
Lo de menos es que la gran mayor¨ªa de las enmiendas de Xirinacs fueran rechazadas. Enriquecieron, en todo caso, el debate constitucional.
As¨ª, Xirinacs, con Bandr¨¦s, plante¨® una abolici¨®n de la pena de muerte absoluta, sin excepciones para tiempos de guerra, como la que figura en el art¨ªculo 15 de la Constituci¨®n. Igualmente pidi¨® que la Constituci¨®n no mencionara a la Iglesia cat¨®lica y que dijera: "La escuela ser¨¢ laica". Xirinacs propuso constitucionalizar la "Rep¨²blica federal" y, en uni¨®n con Bandr¨¦s, pidi¨® un refer¨¦ndum espec¨ªfico sobre la Monarqu¨ªa. Xirinacs no tuvo pelos en la lengua para defender sus ideas y sus enmiendas.
En el debate constituyente sobre la iniciativa popular, en el que, desde posiciones contestatarias, propici¨® una mayor participaci¨®n directa del pueblo -como hizo Manuel Fraga, desde posiciones derechistas-, Xirinacs reproch¨® a los grandes partidos: "Tienen miedo al pueblo y lo quieren amordazar". Y lo explic¨® con claridad: "Despu¨¦s de 40 a?os de prohibici¨®n de la democracia representativa, en la que los protagonistas son los partidos, tan importantes, e incluso, a mi juicio, imprescindibles, han salido de sus jaulas como fieras hambrientas por causa del prolongado ayuno".
El socialista Ram¨®n S¨¢inz de Varanda replic¨® a Xirinacs -de quien destac¨® su "posici¨®n pacifista y democr¨¢tica"- que sus tesis coincid¨ªan con las fascistas. Xirinacs, entonces, con gran mansedumbre, pero dolido, seg¨²n dijo, argument¨®: "... Creo que no soy fascista. Creo que es muy distinta la democracia de base que el fascismo, que es una democracia de altura, que es una aristocracia".
Ahora que ha muerto aquel luchador por las libertades y aquel pac¨ªfico senador constituyente, candidato al Premio Nobel de la Paz, dej¨¦mosle al menos descansar en paz.
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