Crisis pol¨ªtica y escenario poselectoral en Turqu¨ªa
Hay ocasiones en que lo m¨¢s importante en unas elecciones no es tanto saber qui¨¦n ha obtenido mayor n¨²mero de votos o de esca?os, o incluso qui¨¦n va a formar gobierno, sino cu¨¢l es la nueva situaci¨®n tras el paso por las urnas para abordar los principales problemas que tiene planteados el pa¨ªs. Es precisamente lo que ocurre en las recientes elecciones turcas, en las que estaba anunciada de antemano la amplia victoria del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), liderado por el actual jefe de Gobierno Recep Tayyip Erdogan, pero en las que lo realmente decisivo era, y es, saber si tras estas elecciones hay, o no, condiciones m¨¢s favorables para hacer frente a la cr¨®nica crisis pol¨ªtica que viene sufriendo el pa¨ªs otomano.
La propia convocatoria anticipada de las elecciones no es sino una muestra de esta crisis. Si bien resulta irrelevante el corto periodo temporal de anticipaci¨®n (faltaban tan s¨®lo tres meses para agotar los cinco a?os de duraci¨®n del mandato parlamentario de los diputados de la Gran Asamblea Nacional turca), las causas que originan el adelanto electoral s¨ª son reveladoras de verdaderos problemas de fondo en el funcionamiento del sistema pol¨ªtico turco. Recu¨¦rdese que estas elecciones tienen su origen en la imposibilidad de elegir, la pasada primavera, al nuevo presidente de la Rep¨²blica, una vez expirado el periodo de mandato de siete a?os (2000-2007) del actual, Ahmet Necdet Sezer; lo que origina una seria crisis institucional que va a enfrentar al Gobierno de Erdogan y la mayor¨ªa parlamentaria que le respalda, por una parte, y, por otra, al propio presidente de la Rep¨²blica saliente, respaldado por el Ej¨¦rcito, que llega incluso a intervenir en la crisis a trav¨¦s de un inquietante comunicado (memor¨¢ndum del 28 de abril). El pasado lunes, el AKP volvi¨® a presentar a Abdul¨¢ G¨¹l como candidato a presidente.
No son grandes las variaciones que experimenta la composici¨®n de la Gran Asamblea Nacional en relaci¨®n con las anteriores elecciones (2002), en las que s¨ª se produjo un cambio radical en el, hasta entonces, muy plural mapa pol¨ªtico turco; ¨¦ste qued¨® reducido a tan s¨®lo dos fuerzas pol¨ªticas -AKP y CHP- con presencia parlamentaria como consecuencia de la ley electoral aprobada entonces, que exig¨ªa un m¨ªnimo del 10% de los votos en la totalidad del pa¨ªs para poder tener representaci¨®n parlamentaria. Ahora, tras las recientes elecciones, junto a las dos formaciones rese?adas, que experimentan un comportamiento dispar -mientras el hist¨®rico CHP se estanca en el mismo porcentaje (20%) obtenido hace cinco a?os, el AKP avanza de forma importante (del 34% al 46%)-, hay que a?adir tambi¨¦n al MHP, Partido de Acci¨®n Nacional (14%; 9,5% en 2002), expresi¨®n del radicalismo nacionalista en auge, y la presencia de una significativa representaci¨®n kurda obtenida a trav¨¦s de candidaturas independientes en la zona suroriental.
Pero m¨¢s all¨¢ de las variaciones coyunturales en el mapa pol¨ªtico parlamentario turco, que probablemente ser¨ªa muy diferente con otra ley electoral distinta de la actualmente vigente, tiene mayor inter¨¦s centrar la atenci¨®n en los componentes estructurales de la sociedad turca, ya que son ¨¦stos los que vienen condicionando de forma determinante el desarrollo del proceso pol¨ªtico. En este sentido, es preciso constatar la existencia de dos grandes bloques pol¨ªtico-sociales que, de forma esquem¨¢tica y aun a riesgo de simplificaci¨®n, pueden ser definidos en funci¨®n de su adscripci¨®n ideol¨®gica al referente isl¨¢mico o laico.
Hay que puntualizar, no obstante, que tanto el componente isl¨¢mico como el laico presentan unas caracter¨ªsticas muy especiales, que son precisamente las que confieren rasgos acusadamente distintivos al complejo proceso pol¨ªtico turco. As¨ª, el AKP, formaci¨®n pol¨ªtica que representa a los sectores sociales isl¨¢micos (y, no lo olvidemos, primera fuerza pol¨ªtica turca que detenta el Gobierno respaldado por una amplia mayor¨ªa parlamentaria) poco o nada tiene que ver, ni por su programa ni en su pr¨¢ctica, con los partidos que en otros pa¨ªses se adscriben al islamismo pol¨ªtico. M¨¢s bien podr¨ªa ser ubicado en posiciones m¨¢s pr¨®ximas a partidos como los socialcristianos o democristianos europeos; as¨ª lo proclama, adem¨¢s, su principal dirigente, Erdogan, que no duda en aludir expresamente a la democracia cristiana alemana como referencia comparativa. (Y, dicho sea de paso, la pol¨¦mica sobre el grado de islamismo del AKP sirve de hecho para encubrir la naturaleza real de este partido, netamente liberal en el plano econ¨®mico y profundamente conservador en el social).
As¨ª mismo, y por lo que se refiere al componente laico, hay que llamar la atenci¨®n sobre el muy peculiar, e incluso muy dudoso en algunos aspectos, laicismo turco. Aunque no es posible tratar en estas breves l¨ªneas sobre este punto con la m¨ªnima extensi¨®n que el tema requiere, s¨ª es preciso advertir de que, a pesar de las rotundas declaraciones constitucionales (y, en otro plano, de la recurrente pol¨¦mica sobre el velo femenino, que por mucho radicalismo que suscite es completamente tangencial en relaci¨®n con el principio de laicidad), las estrechas vinculaciones de los poderes p¨²blicos con la confesi¨®n musulmana mayoritaria (acompa?adas del trato discriminatorio a las dem¨¢s) hace que existan fundados motivos para poder dudar sobre la efectiva vigencia del principio de laicidad en la Rep¨²blica turca. Ello no es impedimento, sin embargo, para la profusa utilizaci¨®n, en especial desde algunos sectores con estrecha vinculaci¨®n al Estado, del recurso al laicismo como coartada autolegitimadora de posiciones autoritarias y escasamente democr¨¢ticas.
En este contexto, la Asamblea Nacional y el Gobierno surgido de estas elecciones han de hacer frente a dos cuestiones. La primera, con car¨¢cter inmediato, la elecci¨®n del nuevo presidente de la Rep¨²blica, que est¨¢ precisamente en el origen de las recientes elecciones y que, de no poder realizarse en las pr¨®ximas semanas, obligar¨¢, de acuerdo con la Constituci¨®n, a acudir de nuevo a las urnas, agudizando as¨ª m¨¢s a¨²n la crisis institucional que viene sufriendo Turqu¨ªa. La segunda, de mayor calado, es abordar sin dilaci¨®n las necesarias reformas institucionales, que exigen una revisi¨®n constitucional en profundidad, para evitar, en lo sucesivo, la reproducci¨®n de nuevas crisis pol¨ªticas como la actual, que sigue abierta tras las elecciones y que no quedar¨¢ cerrada hasta que se elija al nuevo presidente de la Rep¨²blica y se encauce el proceso de revisi¨®n constitucional.
Cuesti¨®n esta ¨²ltima que es clave para alcanzar la normalizaci¨®n institucional. Hay que tener presente que la actual Constituci¨®n turca, de 1982, es producto de un golpe de Estado (1980) y que, a pesar de las revisiones constitucionales que ha experimentado (algunas muy importantes, como las de 1995, 2001 y 2004) sigue manteniendo componentes dif¨ªcilmente compatibles con el constitucionalismo democr¨¢tico. En particular, en el terreno de las relaciones entre las instituciones pol¨ªticas y las FF AA, manteniendo instancias vinculadas a ¨¦stas y a la Jefatura del Estado simult¨¢neamente, como el Consejo de Seguridad Nacional, ¨®rgano clave en la estructura institucional y de muy dudoso encaje en un esquema constitucional democr¨¢tico; o, asimismo, en las relaciones entre la Presidencia de la Rep¨²blica, el Gobierno y la Asamblea Nacional, origen precisamente de la actual crisis.
Pero para poder realizar estas necesarias reformas institucionales (e, incluso, para poder solucionar satisfactoriamente la inmediata elecci¨®n del presidente de la Rep¨²blica) no basta con las mayor¨ªas num¨¦ricas; es preciso, adem¨¢s, alguna forma de acuerdo transversal entre los dos grandes bloques -isl¨¢mico y laico- y sus respectivas representaciones institucionales: por una parte, el Gobierno y la mayor¨ªa parlamentaria, y por otra, el presidente de la Rep¨²blica y la c¨²pula de las FF AA. S¨®lo as¨ª ser¨¢ posible poner fin definitivamente a la crisis pol¨ªtica e institucional que, de forma cr¨®nica, viene afectando a Turqu¨ªa en los ¨²ltimos tiempos y que se ha puesto de manifiesto, una vez m¨¢s, con motivo de las ¨²ltimas elecciones.
Andoni P¨¦rez Ayala es profesor de Derecho Constitucional Comparado en la Universidad del Pa¨ªs Vasco UPV / EHU.
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