Ser uno y otro
Todo comienza cuando el lector atiende a una voz que se interroga por el cuerpo que habita. Quien nos habla ha despertado de un sue?o que no ha sido ni largo ni reparador y se muestra sorprendido de sus manos y de un rostro que nada sabe del ment¨®n anguloso y de los ojos huidizos que se reflejan en el espejo. La voz que habla no tiene memoria ni reconoce el envoltorio corporal de sus pensamientos. Y vienen las preguntas. As¨ª se inicia Nadie me mata, la quinta novela de Javier Azpeitia (Madrid, 1962), una historia desasosegante donde el/la protagonista ser¨¢ un alma animando sucesivamente diferentes cuerpos. Dormir¨¢ y en cada despertar ser¨¢ otro acaparando memoria del anterior. Sabr¨¢ de lo sucedido: un asesinato. Tambi¨¦n conocer¨¢ al asesino. Y quien no es sino los recuerdos de los dem¨¢s tratar¨¢ de cambiar el destino. Sabr¨¢ de hechos pero recibir¨¢ prestados los gestos y las costumbres de los cuerpos en los que se instala. Un tic, la pesadez de hombros, el movimiento de piernas de una joven, el placer por el alcohol en abundancia, la mirada profunda de una bella mujer, el sexo entre amantes, siendo ¨¦l y siendo ella, y siendo tambi¨¦n aquel que contempla.
NADIE ME MATA
Javier Azpeitia
Tusquets. Barcelona, 2007
258 p¨¢ginas. 17 euros
Esos cuerpos ser¨¢n la luz re
veladora de enigmas que le ir¨¢n trasladando a diversos escenarios o a los mismos siendo otro. Todo con una memoria reciente que abarcar¨¢ unos pocos d¨ªas de mayo de 2007, en una incesante secuencia de recurrencias: Mirarse al espejo. Ser gemelo. Realidad y ficci¨®n, el sue?o y la vigilia. Vida y cine y escritura. Y el escenario en un Madrid que quien lee percibe roto, polvoriento y lleno de escombros a causa de atentados y obras infinitas. Tambi¨¦n est¨¢ el juego de la Oca con ese avanzar y retroceder de sus distintas casillas que dan nombre a los cap¨ªtulos de la novela como si se tratara de las estaciones de un extra?o v¨ªa crucis.
En Nadie me mata, de Javier Azpeitia, que ha escrito otras cuatro novelas, y una de ellas, Hipnos, fue llevada al cine por David Carreras, hay una indudable buena idea pero tambi¨¦n cierta morosidad en el relato y un confuso engarce entre situaciones que a veces hace antip¨¢tica la lectura. Pero, no hay duda de que la voz, ahora la del escritor, resulta singular y es atractivo ese mon¨®logo entre varios que no es sino uno mismo dialogando con sus distintos personajes y esto, a pesar de las sombras, mantiene en alerta a quien lee y en ocasiones seducido.
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