Espa?as
Estamos en una situaci¨®n curiosa a pocos meses de las elecciones. El Gobierno afirma que todo va bien, la oposici¨®n afirma que si bien ciertos temas van bien, aunque podr¨ªan ir mejor, hay muchas cosas que van fatal. Y mientras, mucha gente en Espa?a no ve reflejadas sus preocupaciones ni por unos ni por otros. Seguramente, lo que est¨¢ ocurriendo es que aumenta el n¨²mero de personas que son cada vez m¨¢s invisibles para las instituciones p¨²blicas. Desde mi punto de vista crecen los procesos de dualizaci¨®n social en Espa?a, y esa preocupante situaci¨®n no tiene quien la canalice pol¨ªticamente de manera adecuada. La situaci¨®n econ¨®mica es aparentemente mejor que nunca. El paro ha disminuido a niveles que resultan dif¨ªciles de recordar en la Espa?a democr¨¢tica. Los indicadores macroecon¨®micos expresan una salud envidiable. Corre el dinero, se venden pisos, se exporta m¨¢s que nunca, los bancos y las empresas espa?olas invierten en cualquier rinc¨®n del mundo. Pero, todo ello, como acostumbra a pasar, no se reparte o afecta de la misma manera a los habitantes del pa¨ªs. Al mismo tiempo que el bienestar general aumenta, se acrecienta el malestar particular de muchos. La sociedad espa?ola es m¨¢s rica, pero es tambi¨¦n m¨¢s desigual. M¨¢s gente que no llega a final de mes. M¨¢s gente que se endeuda de manera creciente. M¨¢s j¨®venes que no logran estabilizar su empleo, ni emanciparse de sus dependencias familiares. M¨¢s ancianos, y sobre todo ancianas, que se las ven y se las desean para poder seguir viviendo dignamente. Los inmigrantes sin papeles siguen estando en niveles de supervivencia muy b¨¢sicos, y sin posibilidades de acceder a la condici¨®n de ciudadanos. Hay barrios en las grandes ciudades que tienen niveles de vida y de convivencia que est¨¢n muy alejados de otros barrios de esas mismas ciudades (en Barcelona, las diferencias en renta familiar disponible entre el barrio de Bes¨®s Mar o zonas del Raval y zonas de Pedralbes es de 1 a 6). Crece sin parar la poblaci¨®n reclusa en Espa?a, y los lugares de procedencia y los colores de la piel de los recluidos van concentr¨¢ndose de manera inequ¨ªvoca. Podr¨ªamos seguir.
Pol¨ªticamente, esa realidad, que aumenta en vez de disminuir, no encuentra "voz" en el sistema institucional. Son personas, colectivos y territorios cada vez m¨¢s invisibles. El mapa de la abstenci¨®n en Espa?a es muy elocuente, si uno pasa de la macrocifra de la provincia o de la ciudad a la del barrio o de las secciones censales. Las correlaciones entre abstenci¨®n electoral, nivel de estudios y de renta, asustan. La autonom¨ªa individual plena se consigue a trav¨¦s de la participaci¨®n efectiva en la vida p¨²blica, y si bien ello no tiene por qu¨¦ pasar estrictamente por ir a votar en unas elecciones, los pol¨ªticos que acostumbran a centrar la capacidad de transformaci¨®n social en la acci¨®n desde las instituciones no deber¨ªan mirar a otro lado cuando esa exclusi¨®n pol¨ªtica acontece. La apat¨ªa pol¨ªtica no es una causa sino una consecuencia de la falta de presencia activa de cada quien. ?Es necesario recordar que pol¨ªtica y cotidianeidad no son compartimientos estancos, y que por tanto, si tu d¨ªa a d¨ªa est¨¢ lleno de sinsabores, problemas, marginalidades y exclusiones, dif¨ªcilmente podr¨¢s imaginarte o pensarte como ciudadano s¨®lo para ir a votar en unas elecciones llenas de mensajes simplificadores y de dramaturgias para iniciados? Uno es ciudadano, o sujeto activo, en pol¨ªtica si lo es y se siente como tal en su vida cotidiana. La abstenci¨®n selectiva, ese plus de ausencia de voz, no nos deber¨ªa pasar por alto.
En este sentido, pienso que uno de los peores errores de un pol¨ªtico es no ser capaz de recibir se?ales de su entorno. Si uno est¨¢ en el Gobierno, ello puede ocurrir al producirse el llamado efecto group thinking, por el cual el l¨ªder queda cortocircuitado de lo que realmente ocurre, ya que la informaci¨®n le llega filtrada por un entorno que s¨®lo transmite lo que resulta positivo, o coherente con la estrategia que ellos mismos han dise?ado. Pero, puede tambi¨¦n ocurrir que sea el propio l¨ªder el que "filtra" y descarta, de manera consciente o inconsciente, todo aquello que le resulta inc¨®modo o contradictorio con su propia posici¨®n. ?Ocurre ello en Espa?a? Si hacemos caso de lo que van diciendo el presidente Zapatero o el ministro Solbes, parecer¨ªa que a veces ello es as¨ª. Y si observamos a la oposici¨®n que realiza el Partido Popular, no parece que ello le preocupe demasiado, enfrascado como est¨¢ en el sonsonete del terrorismo, la fractura de Espa?a, el adoctrinamiento de los ni?os y j¨®venes en las escuelas o los peligros que aparentemente corre la libertad religiosa. ?Qui¨¦n representa a los sin voz? Necesitamos un poco m¨¢s de radicalidad democr¨¢tica, recordando que democracia no es s¨®lo el mantenimiento de unas reglas de juego y de representaci¨®n determinadas sino que los valores que la democracia transporta, sus "promesas" (parafraseando a Bobbio), son tambi¨¦n promesas de igualdad y de transformaci¨®n social. El problema que tratamos de plantear no es estrictamente de sistema electoral. Evidentemente, ser¨ªa mejor un sistema que combinara m¨¢s personalizaci¨®n de la representaci¨®n con mecanismos que aseguren que la proporcionalidad no se pierde. Pero el tema central no es ¨¦se. De lo que estamos hablando es de mejorar las condiciones de vida de la gente. Si estamos en lo cierto, a m¨¢s igualdad, bienestar y educaci¨®n, m¨¢s participaci¨®n. No basta que la gente se asuste con que va a ganar el PP, o que si gana el PSOE Espa?a se hunde. S¨®lo con temor no arreglaremos el tema. Necesitamos visi¨®n, convicci¨®n y sensaci¨®n de que votando, mi vida, nuestras vidas, pueden mejorar. Si no recibimos esas se?ales, cambiando pol¨ªticas y prioridades, acabaremos, de hecho, deslegitimando la propia democracia.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona
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