El arte de la deducci¨®n y la amistad
He le¨ªdo todas las novelas del escritor argentino Pablo de Santis (1963) y no me lo imagino escribiendo otra cosa que no sea novelas de intriga. Ni me lo imagino ni lo deseo. Mi ego¨ªsta raz¨®n se asienta en varias razones. Sus historias me atrapan. Hay en ellas una inexplicable facilidad narrativa. Pero a su vez esta facilidad no descarta el juego sutil de la inteligencia reflexiva y compositiva. En la contraportada de El enigma de Par¨ªs hay una cita de uno de los integrantes del jurado que premi¨® a De Santis con el Planeta-Casa de Am¨¦rica. Es de Eduardo Mendoza y dice: "?sta es una estupenda novela de intriga pero tambi¨¦n es todas las novelas de intriga". Me parece que el escritor catal¨¢n no quiso decir con ello, adem¨¢s de ser estupenda, que es la mejor novela de intrigas que ley¨® (que eso ser¨ªa lo de menos, siempre y cuando, claro, no fuera la peor), sino que es como una novela que especula sobre la intriga, sobre el arte de la deducci¨®n.
EL ENIGMA DE PAR?S
Pablo de Santis
Planeta. Barcelona, 2007
281 p¨¢ginas. 21 euros
Alguna vez he comentado a prop¨®sito de otras novelas suyas, El teatro del mundo o Filosof¨ªa y Letras, que el rastro de Borges no es extra?o en sus p¨¢ginas. Observe el lector esta frase: "Usted mismo dijo que los enemigos siempre dicen la verdad y que s¨®lo las difamaciones nos hacen justicia". Borges puro. Pues bien, este tipo de resonancia borgeana en el tono o la sentencia nunca nos saben prestadas en las novelas de De Santis. Aceptamos los gui?os o los homenajes porque la sustancia especulativa que nos brinda siempre su autor es de cosecha propia. (Yo completar¨ªa la lectura de esta novela con los estudios de Walter Benjamin sobre la funci¨®n del detective en la sociedad moderna, en el Par¨ªs del siglo XIX).
El enigma de Par¨ªs est¨¢ narrada en primera persona. Su narrador es un aspirante a detective. Y es en Par¨ªs, en la misma ¨¦poca en que se termina la construcci¨®n de la torre Eiffel, en donde debe poner a prueba su eficacia detectivesca. Hay algunos cr¨ªmenes cuya naturaleza los acerca bastante a la letal puntualidad de los cometidos por un asesino en serie (por cierto, ?no es un anacronismo llamarles as¨ª, como por ejemplo los de Jack el Destripador, a finales del siglo XIX? Pregunto). Hay una idea que resplandece en toda la novela por encima de todo su entramado. La del maestro y el disc¨ªpulo. Esa relaci¨®n a veces dolorosa y tan compleja que Pablo de Santis resuelve con tanta brillantez.
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