Esto no se mantiene
Ustedes lo percibir¨¢n como una pataleta estival recurrente, pero no me resisto a denunciar por en¨¦sima vez el nivel de degradaci¨®n e inutilidad que han alcanzado esas numerosas plataformas de madera que dan acceso a nuestras playas, y cuyo objetivo esencial, cuando se instalaron all¨¢ por el a?o 1991, era precisamente que la gente no se quemara los pies cuando intentaba aproximarse a la orilla.
Como habr¨¢n tenido oportunidad de observar este verano las susodichas pasarelas se han acortado tanto que ya no pasan de ser un est¨¦tico, pero totalmente in¨²til, reducto expositor m¨¢s propio de una feria de turismo madrile?a. De manera que ahora usted no solo no puede ducharse en algunas playas (porque la Agencia Valenciana de Turismo no quiere) sino que adem¨¢s est¨¢ obligado a emprender de nuevo la larga traves¨ªa que le separa del mar cargado con la sombrilla, los ni?os, la silla y el taperware con tortilla de patatas, dando saltitos para no quemarse. Talmente como si del inspector de la Pantera Rosa se tratara.
?Qu¨¦ es lo que ha ocurrido? ?Es que acaso los responsables del turismo son ahora gente malvada que quieren hacer la vida imposible a los turistas? Nada de eso. Es sencillamente la constataci¨®n (una m¨¢s) del proverbial desprecio que se tiene en estas tierras por todo aquello que se relacione con el concepto de mantenimiento. Un concepto, por el contrario, que suele gozar de alta estima en la mayor¨ªa de los pa¨ªses civilizados de la Tierra.
Y es que la cosa ya empez¨® mal este verano cuando se produjo el apag¨®n de Terra M¨ªtica el 19 de agosto y compareci¨® en p¨²blico su portavoz dando explicaciones del hecho. No es que no estuviera en su papel, que lo estuvo; y muy dignamente. Es que, seg¨²n informaba la prensa del d¨ªa siguiente, su nombre era Santiago Lumbreras. Y claro, imag¨ªnense al Sr. Lumbreras justificando que la luz se hab¨ªa ido por causas ajenas al mantenimiento del Parque y endos¨¢ndoselas a los fallos en el mantenimiento de la empresa Iberdrola, cuyo presidente se llama, nada menos, que Gal¨¢n. Simplemente no es cre¨ªble.
Pero las chapuzas no son exclusivamente locales. Unos d¨ªas antes tambi¨¦n se fue la luz Barcelona; naturalmente debido a fallos en el mantenimiento, aunque todav¨ªa anden discutiendo la titularidad de estos. Algunos piensan que se trat¨® de la fr¨ªa venganza de Pizarro contra los catalanes por lo de la OPA de Gas Natural. No estoy de acuerdo. Pienso m¨¢s bien que fue, como casi todo, responsabilidad de los pol¨ªticos en general, cada vez m¨¢s incapaces seg¨²n parece de ocuparse de las "cosas de comer" mucho antes que de esas inabarcables e inacabables causas identitarias, o de los grandes eventos medi¨¢ticos que nos sit¨²an, un d¨ªa s¨ª, y otro tambi¨¦n, en el mapa del mundo mundial, mientras los cimientos de las ciudades se resquebrajan y la humedad penetra por las paredes.
En realidad, en contra de lo que muchos pol¨ªticos piensan, la gente suele valorar a la larga cosas tan simples como que los trenes lleguen a la hora, los ascensores no se caigan, los hogares tengan luz por las noches y los aeropuertos funcionen. Es m¨¢s, uno de los indicadores genuinos para medir el nivel de calidad de la vida ciudadana es el buen funcionamiento de los servicios p¨²blicos urbanos. Por eso nos sorprendemos tan gratamente cuando deambulamos por ciudades como Estocolmo o Copenhague en la que los autobuses pasan a la hora exacta, los trenes circulan sin conductor con puntualidad brit¨¢nica, y, contra todo pron¨®stico para un mediterr¨¢neo que se precie, siempre encontramos una bicicleta vacante en los aparcamientos habilitados para tal fin.
No hay que ser doctor en la materia. Cualquier empresario corriente sabe muy bien la importancia que para el ¨¦xito de su empresa tienen las actividades de mantenimiento. Y desde luego nadie tiene que recordarle que cuando la f¨¢brica se est¨¢ cayendo no es precisamente el momento m¨¢s adecuado para invertir en nueva maquinaria.
Pero, por lo que parece, a determinados pol¨ªticos espa?oles, s¨ª. Porque para ellos el trabajo y el presupuesto dedicado al mantenimiento integral de los montes, las ciudades, los servicios p¨²blicos, o lo que sea, no pasa de ser un asunto m¨¢s bien molesto, poco visible y de escasa relevancia p¨²blica; adem¨¢s de extraordinariamente costoso para el erario p¨²blico. Y es que donde est¨¦ un bonito, grandioso e in¨²til Palacio de Congresos que se quiten las subestaciones el¨¦ctricas, los baches en las carreteras y hasta la misma red de alcantarillas. ?Menudo co?azo lo del mantenimiento!
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