Julieta Campos, escritora y ensayista cubana
Public¨® una novela sobre los cinco siglos de la saga de su familia
Julieta Campos de la Torre naci¨® en la gran casona familiar de la calle de San L¨¢zaro, en Centro Habana, dentro de una ilustrada familia en la que destacaba su t¨ªo abuelo, Carlos de la Torre, eminente cient¨ªfico, bi¨®logo y naturalista fundador de varias instituciones cient¨ªficas cubanas a medio camino entre finales del siglo XIX y el naciente siglo XX. Julieta estudi¨® en la Universidad de La Habana, donde muy pronto se doctor¨® en Filosof¨ªa y Letras para despu¨¦s marchar a la Universidad de La Sorbona de Par¨ªs, donde consigui¨® laurearse en Literatura Francesa y Contempor¨¢nea. A su regreso a Cuba, tom¨® contacto con los c¨ªrculos intelectuales habaneros en un momento ya convulso para la Rep¨²blica, y por fin entre 1950 y 1952 emprende un viaje sin regreso que la lleva primero a Buenos Aires y luego inmediatamente a M¨¦xico, donde se radica para siempre y donde encontrar¨ªa una segunda patria de adopci¨®n.
En 1966, ya con la ciudadan¨ªa mexicana, Julieta obtiene la beca especial anual del Centro Mexicano de Creadores, y despu¨¦s es nombrada profesora de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales de Acatl¨¢n. Dirigi¨® varios a?os la revista de la Universidad de M¨¦xico y particip¨® activamente como colaboradora en otras publicaciones literarias importantes como Plural y Vuelta. Su amplio cat¨¢logo incluye obras tambi¨¦n traducidas al ingl¨¦s, el franc¨¦s y el italiano, como Celina y los gatos (relato, 1968); El miedo a perder a Eur¨ªdice (novela, 1971-1979); Jard¨ªn de invierno (teatro, 1989); Muerte por agua (novela, 1985), y Tiene los cabellos rojizos y se llama Sabina (novela, 1974), por la que obtiene el Premio Xavier Villaurrutia. El libro Reuni¨®n de familia (1997) compendi¨® sus obras dram¨¢ticas.
Casada con el que fuera gobernador de Tabasco, el abogado y escritor, ahora su viudo, Enrique Gonz¨¢lez Pedrero (que tambi¨¦n estuvo desde 1955 vinculado al Fondo de Cultura Econ¨®mica, FCE, que lleg¨® a dirigir en 1989), se sensibiliz¨® con los m¨¢s desfavorecidos y los marginados, comprometi¨¦ndose por m¨¢s de seis a?os en un programa de aplicaci¨®n de un modelo de desarrollo integral y participativo en las comunidades ind¨ªgenas excluidas. De all¨ª surgieron tres libros m¨¢s de Julieta: primero fueron Tabasco, un jaguar despertado y El lujo del sol, y despu¨¦s su m¨¢s conocido ?Qu¨¦ hacemos con los pobres? Sus dos libros de ensayo m¨¢s reputados son El oficio de leer y Funci¨®n de la novela. Su inter¨¦s por la antropolog¨ªa la hizo escribir La herencia obstinada, relatos sobre la tradici¨®n oral nahua en Mecayap¨¢n (Veracruz).
Uno de sus ¨²ltimos viajes fue a la Feria del Libro de Miami en 2005, donde present¨® su novela monumental (y verdadero testamento literario) La forza del destino, probablemente uno de los m¨¢s grandes esfuerzos dentro de la novela hist¨®rica cubana contempor¨¢nea, ya que estuvo 23 a?os escribi¨¦ndolo, y donde cuenta los avatares y aventuras de la saga de los De la Torre desde el siglo XVI al XX, calificada por la cr¨ªtica como "una catarsis de su relaci¨®n con Cuba". Escribi¨® multitud de art¨ªculos y ensayos sueltos, reunidos finalmente en dos tomos: Obras reunidas (Razones y pasiones; FCE, 2006). Y no puede dejar de mencionarse su papel de traductora especial¨ªsima en textos de gran envergadura como Los aztecas bajo el dominio espa?ol 1519-1810, de Charles Gibson; Los condenados de la tierra, de Franz Fanon, o Historia y enajenaci¨®n, de Andr¨¦ Gorz. Fue miembro del Consejo Consultor de la Fundaci¨®n Octavio Paz y, durante el Gobierno de L¨®pez Obrador, secretaria de Turismo de Distrito Federal.
Entre sus muchos enunciados estaba el de la "escritura andr¨®gina", por el que fue duramente criticada por las feministas durante el Congreso de Literatura de Mujeres de M¨¦xico. En uno de sus ensayos lleg¨® a proponer cambiar "realismo m¨¢gico" (con el que no compart¨ªa nada) por "realismo cr¨ªtico", algo m¨¢s real y ajustado a la cruda realidad social y pol¨ªtica del continente. Su postura siempre fue di¨¢fana: "Escribir ser¨ªa transitar entre la experiencia est¨¦tica y la solidaridad ¨¦tica". Nos queda su gran novela, La forza del destino (con ese t¨ªtulo premonitorio pedido prestado a la ¨®pera verdiana), y de la que la ensayista Madeline C¨¢mara escribi¨® en 2006 en El Nuevo Herald: "Es una acerba cr¨ªtica a la utop¨ªa que todos hemos construido sobre el destino de la peque?a isla".
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