"Soy un explorador de mi propio abismo"
Era siempre el mismo n¨²mero de tel¨¦fono, todo el d¨ªa. Una pesadez. Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948), arrastrando el enojo del que no anda bien de salud, le pidi¨® a su esposa que no lo descolgara, pero ante la insistencia, ¨¦sta lo desobedeci¨®. Era el m¨¦dico del seguro, con unos resultados. Se puso el escritor: "Usted debe de encontrarse muy mal, ?no?", le espet¨® el especialista. "?C¨®mo lo sabe?". El informe fue tal que Vila-Matas se ofreci¨® a ingresar en el hospital al d¨ªa siguiente. "Es que igual le quedan s¨®lo horas de vida", obtuvo como respuesta: sufr¨ªa un colapso renal total. Parec¨ªa vivir uno de sus episodios metaliterarios, pero era la realidad. Fue el verano de 2006: el escritor se asom¨® al precipicio. Y ni un alquimista de la vida y la literatura como ¨¦l pod¨ªa quedar inmune. El impacto se nota en Exploradores del abismo (Anagrama), regreso al cuento tras 12 a?os de ausencia del g¨¦nero y en donde entre personajes funambulistas de la vida (usuarios de autob¨²s, autistas, maldecidos por profec¨ªas...) hay jirones de forma y fondo que dejan entrever otro Vila-Matas tras la enfermedad.
"Al salir del hospital empec¨¦ a valorar cada instante. Recuerdo que me emocion¨¦ al ver el verde de los ¨¢rboles de la cl¨ªnica"
"Ten¨ªa la impresi¨®n, en los ¨²ltimos meses, de que hab¨ªa perdido intensidad en mi rareza e incluso llegu¨¦ a leerme a m¨ª mismo para recordarla"
"Estoy en esa l¨ªnea de personalidad fr¨¢gil, como Paul Auster: una personalidad siempre en el alambre"
Pregunta. ?Con qu¨¦ Vila-Matas hablamos?
Respuesta. En lo ¨ªntimo, con una persona m¨¢s serena. En lo literario, hay s¨®lo ligeros cambios: nunca nadie cambia radicalmente. Pueden ser necesarios a?os antes de que el artista d¨¦ con los c¨®digos y los equilibrios correctos y pueda entrar y salir libremente de la visita a su propia obra. Aunque con la trilog¨ªa de la Catedral Metaliteraria, como la bautiz¨® mi editor Jorge Herralde (Bartleby y compa?¨ªa, El mal de Montano y Doctor Pasavento), hab¨ªa dado con una receta bastante id¨®nea para entrar y salir de mis temas, decid¨ª hace un a?o no caer en el error de otros de instalarme en mi propia f¨®rmula. El resultado es Exploradores del abismo, exploraci¨®n de mi abismo y de nuevos m¨¦todos para buscar el m¨¢s all¨¢ de mi escritura.
P. ?Esa necesidad fue fruto de la enfermedad?
R. Sucedi¨® que, tras haber especulado tanto con la desaparici¨®n del doctor Pasavento, el doctor Pasavento y Vila-Matas desaparecieron de verdad tras el colapso. As¨ª, no he tenido m¨¢s que situarme en el nuevo espacio en el que me hab¨ªa colocado la vida.
P. ?Qu¨¦ le ha hecho la enfermedad ver o sentir distinto de antes: el cl¨¢sico tempus fugit?
R. Al salir del hospital empec¨¦ a valorar cada instante. Recuerdo que me emocion¨¦ al ver el verde de los ¨¢rboles del hospital, ins¨®lito porque nunca hab¨ªa reparado yo en la funci¨®n clorof¨ªlica. Pero no quisiera que se interpretara el libro como la ca¨ªda de san Pablo; hay en Exploradores... una continuidad con Pasavento, fuera de que no es novela y hay menos contaminaci¨®n en lo metaliterario.
P. ?Y la influencia de este episodio en su comportamiento cotidiano?
R. Soy a¨²n un explorador de mi propio abismo. Bueno, quiz¨¢ s¨ª puedo hablar de renacimiento. Este libro va a la b¨²squeda del renacimiento personal y literario. Cuando habl¨¦ tras el colapso lo hice como desaparecido que reaparec¨ªa convertido en otro. Con el tiempo, eso se ha ido moderando. No creo que se haya roto mi ADN literario.
P. Pero se entrev¨¦ en Exploradores... un deje m¨¢s sentimental que en sus obras anteriores.
R. Es deliberado. Decido aqu¨ª ser sentimental y tierno porque no estoy negado para serlo. Controlo mucho las apariencias que quiero presentar en cada cuento. De nuevo me vuelvo a esconder mucho. Ten¨ªa la impresi¨®n, en los ¨²ltimos meses, de que hab¨ªa perdido intensidad en mi rareza e incluso llegu¨¦ a leerme a m¨ª mismo en la ¨¦poca en que era realmente raro para recordar c¨®mo era mi rareza. Ahora que me doy cuenta, todo lo de mi supuesto cambio seguramente es una ficci¨®n m¨¢s.
P. O sea, una pirueta m¨¢s con la metaliteratura.
R. La nouvelle Porque ella no lo pidi¨® es el caso m¨¢s claro del libro. Es el rizar el rizo de la ficci¨®n y la realidad, porque presento como ficci¨®n lo que ocurri¨®, de pe a pa, en la realidad: el encargo que me hizo la artista francesa Sophie Calle para que escribiera una historia para ella vivirla. Yo hab¨ªa acabado Pasavento y no sab¨ªa qu¨¦ hacer. Me hubiera gustado que la hubiera llevado a cabo. Ese episodio me bloque¨®.
P. ?Por qu¨¦?
R. Si ella no pon¨ªa en marcha la historia yo no pod¨ªa escribir. Como result¨® que hab¨ªa tomado nota del proceso, decid¨ª contarlo como ficci¨®n para seguir escribiendo. O sea, para salvarme a m¨ª mismo. Su propuesta fue para m¨ª parad¨®jica: tras a?os de juguetear con la literatura y la vida, encuentro que alguien quiere quedarse con mi literatura para pasarla a la vida..., pero a la suya, con lo cual yo lo perd¨ªa todo. Por eso, para salvarme, escrib¨ª ese relato.
P. Pero no est¨¢ cerrado.
R. Claro, ella puede hacerlo a¨²n. Es un viaje dif¨ªcil porque tiene que fotografiar a mi propio fantasma en una casa de las Azores, pero s¨¦ que es capaz de encontrarme ah¨ª.
P. Sophie Calle tambi¨¦n se lo propuso a Paul Auster...
R. S¨ª. Auster hizo una cosa ligera porque me confes¨® que si hubiera escrito que se tirara desde el puente de Brooklyn, ella lo hubiera hecho. Pero tambi¨¦n se lo propuso a Jean Echenoz, Olivier Rolin y hasta a Ray Loriga. Y ninguno lo ha llevado a cabo. Curioso: todos son escritores de personalidad encantadoramente fr¨¢gil; y yo debo estar en esa l¨ªnea, como Auster: una personalidad siempre en el alambre.
P. En el aspecto formal, su escritura es a¨²n menos exuberante que antes.
R. Lo he cargado mucho menos de referencias culturales para distanciarlo de la trilog¨ªa. Y como cuentos son m¨¢s libres, hay mezcolanza de g¨¦neros. Antes eran m¨¢s ortodoxos, lineales, m¨¢s para aprender a contar que para contarme a m¨ª mismo. Tambi¨¦n hay mucho trabajo de correcci¨®n. Aspiro a escribir m¨¢s f¨¢cil todav¨ªa.
P. La vida cultural y art¨ªstica es definida como "una carrera enloquecida hacia la nada"...
R. El arte tambi¨¦n da sentido a la vida... Aqu¨ª lo preocupante es la ausencia de pensamiento y de que no se escucha a la intelligentsia desde hace un siglo, cuya voz no es tomada en consideraci¨®n por nadie. A nadie hoy le interesa que le expliquen las cosas que no comprende o sabe. De ah¨ª su ausencia.
P. ?Qui¨¦n es el culpable?
R. El poder. Y esas clases sociales que son v¨ªctimas del poder y de esa educaci¨®n nula que se hace desde arriba para dar seres nulos que tampoco, claro, est¨¢n interesadas en la palabra de la persona que piensa. Todo eso conduce a los intelectuales a ser muy minoritarios y a algunos a intentar aventuras como las plataformas pol¨ªticas para escapar de su nulo papel como intelectuales, pero son aventuras condenadas al fracaso. Por eso esta ausencia de ¨¦lites intelectuales que dirijan los pa¨ªses.
P. O, quiz¨¢, porque tampoco hay tantos intelectuales que sepan leer bien el mundo de hoy.
R. Eso es m¨¢s resultado de que se ha separado, desde hace un siglo, poder y pensamiento. Eso conduce hacia la nada, es la nada misma.
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