La sem¨¢ntica
Mi amigo y compa?ero de fatigas en este rinc¨®n del peri¨®dico Luis Daniel Izpizua se meti¨® el otro d¨ªa en un jard¨ªn muy raro. Si lo que pretend¨ªa era defender a Zapatero (despu¨¦s de todo no est¨¢ universalmente aceptado -la prueba- que un intelectual deba mantenerse al margen de los aparatos del poder a fin de ser libre para criticarlos o que la cr¨ªtica al poder sea el ¨²nico fin, o uno de los principales, del que anda metido en cosas que com¨²nmente se toman por las que hacen quienes reciben el nombre de intelectuales) pod¨ªa haberlo hecho sin meterse en los siempre resbaladizos vericuetos de la sem¨¢ntica -es jard¨ªn donde los senderos se bifurcan, se entrelazan y se vuelven como bumeranes- porque, para empezar, no es f¨¢cil deslindar su campo.
?Hablaba Izpizua todo el rato de sem¨¢ntica o hubo un momento en que se le fue el rastrillo por las gravas de la l¨®gica? No lo s¨¦, pero yo voy a irme tambi¨¦n por esos caminos deslizantes, y s¨®lo por ellos, creo. Luis Daniel afeaba la conducta a Rosa D¨ªez por haber sacado una conclusi¨®n sem¨¢nticamente -?o era cuesti¨®n de l¨®gica?- falsa. Zapatero dijo que ser¨ªa un presidente sin entra?as si no hubiera aceptado negociar con ETA. Y de eso Rosa D¨ªez conclu¨ªa que, entonces, todos los que no estuvieran de acuerdo con ¨¦l carec¨ªan de alma. Luis Daniel Izpizua correg¨ªa a D¨ªez en el sentido de que las palabras de Zapatero s¨®lo pod¨ªan aplicarse a los presidentes o, como m¨ªnimo, a Zapatero en tanto que presidente por cuanto estaba -est¨¢- investido de una responsabilidad que ten¨ªa que hacer efectiva en casos como los de negociar con ETA. Para empezar, ya nos damos cuenta de que las entra?as de Zapatero eran puramente metaf¨®ricas (la met¨¢fora, ese desaf¨ªo para la sem¨¢ntica), pero a¨²n y con eso resulta un poco raro que en temas en los que se juega su propia responsabilidad de presidente, Zapatero escoja un t¨¦rmino en el que predomina m¨¢s la carga afectiva que la racional: la piedad. ?Zapatero quiso decirnos que se sent¨® a negociar con ETA por compasi¨®n o porque cre¨ªa que era un medio de solucionar racionalmente un problema de Estado como el terrorismo de ETA?
Si Luis Daniel tiene raz¨®n cuando contradice a Rosa D¨ªez -aclaro, lo importante aqu¨ª no es que sea ella quien dijera lo que dijo, sino su afirmaci¨®n-, entonces se abren por lo menos dos posibilidades: una, que s¨®lo se pueden tener entra?as siendo presidente si se defiende negociar y no lo contrario, pero eso depender¨ªa de las circunstancias y si eso es as¨ª habr¨ªa que explicar muy bien por qu¨¦ entonces se reunieron y ahora, por ejemplo, no con lo que, como m¨ªnimo, pierde relevancia el aspecto entra?as. Y dos, si para tener entra?as o responsabilidad hay que ser presidente, entonces queda abierta la puerta a la peligrosa conclusi¨®n de que cosas como la negociaci¨®n con ETA, si es que es cuesti¨®n de entra?as, no son asunto de quienes no tienen ni entra?as ni responsabilidad, con lo que se estar¨ªan confundiendo dos niveles de responsabilidad: el del ciudadano -que no tiene por qu¨¦ tenerla, pues se trata de temas de mayor cuant¨ªa- con el del presidente -que siempre la tiene, aun en los temas de menor cuant¨ªa-.
Y entonces habr¨ªa que preguntarse: ?lo que dicen los ciudadanos desde su responsabilidad -por peque?a que sea- en temas de Estado no tiene ninguna importancia para que el presidente -o quienes detentan grandes responsabilidades pol¨ªticas- act¨²e o no responsablemente? ?Est¨¢ o no el ciudadano capacitado -desde sus entra?as o desde donde sea- para pedir responsabilidades a sus presidentes? ?Ten¨ªa responsabilidad quien autoriz¨® a Zapatero para sentarse con ETA siempre y cuando cumpliese y respetase una serie de requisitos que le impusieron quienes se lo autorizaron, es decir, el pueblo soberano -dicho sea con ret¨®rica un tanto grandilocuente- representado en el Parlamento? ?Cumpli¨® Zapatero escrupulosamente cuanto se le encomend¨® y con las cautelas que se le impusieron? Pues entonces sobraban las entra?as. O la sem¨¢ntica, cualquiera sabe, menudo l¨ªo...
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