Una clase pol¨ªtica enferma
La clase pol¨ªtica japonesa requiere recurrir al psicoan¨¢lisis para reencontrar su identidad y superar los complejos del pasado. Cuanto m¨¢s retrase la introspecci¨®n, m¨¢s agudas ser¨¢n las contradicciones y la brecha con el ciudadano. La segunda potencia econ¨®mica mundial tiene unos pol¨ªticos de segunda divisi¨®n. Y eso que en general est¨¢n bien preparados, que salen de las mejores universidades y que proceden de familias de pol¨ªticos. Hay una enfermiza endogamia en el Jap¨®n pol¨ªtico moderno. En pleno siglo XXI siguen entendiendo la pol¨ªtica como un ejercicio de simbiosis clientelar con los grandes poderes industriales, la banca y la agricultura.
El dinero fluye de esas fuentes y los servidores del Estado l¨®gicamente les favorecen y sobreviven gracias a ellos. Es un sistema de colaboraci¨®n para nada desinteresada. Ellos en s¨ª no se enriquecen. Cuando el equilibrio se rompe y degenera en esc¨¢ndalos demasiado groseros, estos hombres grises que pululan por Nagatacho, el barrio tokiota que alberga las instituciones, arrojan la toalla y pasan el testigo a otros. Hasta la pr¨®xima.
La historia de las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas as¨ª lo confirma. Pr¨¢cticamente ning¨²n primer ministro se ha salvado de las corruptelas. May¨²sculas como las de Tanaka, que acaban en c¨¢rcel, o menos enormes, aunque no por eso menos profundas, como las de Nakasone, Takeshita o el ahora dimitido Abe. Todos ellos tienen la marca del conservador Partido Liberal Democr¨¢tico, que durante medio siglo ha gobernado salvo un breve periodo de menos de un a?o.
Quiz¨¢s tan s¨®lo con Koizumi, el antecesor de Abe, se rompieron algo los esquemas. Koizumi fue at¨ªpico en todo y se march¨® triunfal. Abe fue el m¨¢s joven presidente, pero tambi¨¦n uno de los m¨¢s breves. Aspiraba a reformar la Constituci¨®n pacifista de la posguerra, a insuflar inquietantes gotas de nacionalismo, pero igualmente a internacionalizar m¨¢s la pol¨ªtica exterior. Mejor¨® las relaciones con China, pero no cont¨® con el suficiente respaldo para renovar la misi¨®n de apoyo militar a EE UU en el oc¨¦ano ?ndico. El final fue el de siempre: corrupciones, dimisiones ministeriales, divorcio con la sociedad e incompetencia. La severa derrota del PLD en las elecciones a la C¨¢mara alta hizo el resto.
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