Disputas presupuestarias
Empieza la negociaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado para el pr¨®ximo a?o. Y comienza el debate sobre conceptos y sobre n¨²meros. Para algunos, supondr¨¢ una continuaci¨®n en la tendencia de apuesta hacia la cohesi¨®n territorial y social; otros, sin embargo, esperan poner fin al modelo actual. Y unos terceros empezar¨¢n a sacar de la chistera aquellas f¨®rmulas contempladas en textos estatuarios recientemente aprobados o en fase de tramitaci¨®n para plantear nuevas o viejas exigencias. El vicepresidente econ¨®mico del Gobierno, Pedro Solbes, hab¨ªa acu?ado una frase, a mi juicio muy acertada, cuando contemplaba los distintos posicionamientos de los responsables econ¨®micos de las comunidades advirtiendo que el presupuesto del 2008 iba a ser como completar un sudoku. Sin embargo, en estos d¨ªas, las palabras m¨¢s escuchadas son "asfixia econ¨®mica", "apa?o territorial", "demandas hist¨®ricas", "excesos de provisionalidad"...
Si miramos hacia atr¨¢s, podemos afirmar que los componentes de la desigualdad territorial han tenido hist¨®ricamente un relieve muy notable. Y el patr¨®n de crecimiento econ¨®mico espa?ol destacaba por la existencia de esos componentes desequilibradores, por lo que la poblaci¨®n y la riqueza tend¨ªa a concentrarse en determinadas zonas. As¨ª, en 1975, m¨¢s de un tercio de la poblaci¨®n activa industrial se concentraba en las provincias de Madrid y Barcelona y el 60% de la inversi¨®n total en s¨®lo en diez provincias. En sentido contrario, las diez provincias menos favorecidas s¨®lo recib¨ªan el 1,5% de la inversi¨®n total. El tiempo transcurrido y las apuestas de gobiernos progresistas supusieron importantes reequilibrios territoriales y ostensibles mejoras en los niveles de cohesi¨®n social. Las explicaciones a estas correcciones se fundamentan en tres vectores: las inversiones p¨²blicas (ayudadas por los fondos comunitarios), las pol¨ªticas sociales (universalizaci¨®n de la educaci¨®n y de la sanidad) y las pol¨ªticas de bienestar (que se canalizaron por las transferencias de recursos a las familias).
?Qu¨¦ pasa en la actualidad y c¨®mo debemos enfocar los nuevos retos? En la sociedad espa?ola se advierten tendencias de estancamiento de la convergencia territorial y tendencias regresivas en lo que a la cohesi¨®n social se refiere. Adem¨¢s, la globalizaci¨®n alienta una mayor competencia, no s¨®lo visible en el campo empresarial, sino ampliable a la disputa territorial, al mejor posicionamiento para rentabilizar la oferta de cada espacio geogr¨¢fico. Por ello, no es de recibo la pretensi¨®n de ciertas comunidades de buscar, de manera bilateral, una negociaci¨®n que ponga en cuesti¨®n los patrones de una redistribuci¨®n equilibradora. Esto es, si una comunidad rica pide una inversi¨®n acorde con su aportaci¨®n al PIB espa?ol, acabar¨¢ suponiendo, en un futuro pr¨®ximo, un crecimiento m¨¢s desajustado de la econom¨ªa espa?ola y, por lo tanto, seguir¨¢n retrasadas aquellas comunidades que menores oportunidades han tenido a lo largo de la historia. En segundo lugar, si disminuyen los fondos europeos, lo previsible es que ciertas comunidades reduzcan los apoyos financieros que hasta ahora han percibido y, en consecuencia, se incrementen las desigualdades en lo tocante a bienestar social.
Un repaso a los n¨²meros nos permite advertir que Galicia debe apostar por la utilizaci¨®n de elementos de compensaci¨®n y de reequilibrio; o sea, por el potenciamiento de las pol¨ªticas de cohesi¨®n territorial y social. Las actuaciones de la Xunta han logrado que el Gobierno de Espa?a act¨²e con criterios de cohesi¨®n, sin admitir "los ego¨ªsmos territoriales" de algunos. Los gallegos, para converger con los promedios nacionales y europeos, necesitamos no s¨®lo de nuestra capacidad y motivaci¨®n, sino tambi¨¦n de recursos econ¨®micos suficientes para abordar iniciativas de efectos multiplicadores. Y dichas recursos proceden de las partidas presupuestarias. Hasta el momento, Galicia ha estado bien atendida, pues es mayor el porcentaje de inversi¨®n estatal recibido (8,2%) de lo que suponen los porcentajes de la comunidad en lo que ata?e a la superficie (5,84%), a la poblaci¨®n (6,14%) y al PIB (5,1%). Tales apuestas deben continuar para el pr¨®ximo a?o. Esa decisi¨®n pol¨ªtica contribuir¨¢ a reforzar la confianza de los gallegos y a lograr tasas de crecimiento econ¨®mico m¨¢s elevadas que los promedios espa?oles para atenuar los actuales desequilibrios sociales y territoriales.
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