Iraqu¨ªes en Siria

Cada d¨ªa leo en la prensa declaraciones audaces de quienes provocaron o apoyaron la invasi¨®n de Irak. En cada declaraci¨®n, los causantes de ese desastre, como si con ellos no fuera la cosa, acusan alternativamente a un pa¨ªs u otro "de desestabilizar Irak", como si fuese posible desestabilizar el horror y el caos. ?ltimamente resuenan cada vez m¨¢s fuerte las acusaciones contra Siria como supuesto aliado de Ir¨¢n.

Independientemente de las cr¨ªticas que se puedan hacer al r¨¦gimen de Damasco, es indudable que Siria est¨¢ pagando las consecuencias de una guerra a la que se opuso en¨¦rgicamente desde que comenz¨® a gestarse. Las maltrechas infraestructuras sirias se colapsan ante la entrada diaria de miles de iraqu¨ªes que no encuentran ninguna otra salida del infierno que es su pa¨ªs. S¨®lo en Damasco hay casi tres millones de iraqu¨ªes, y los alquileres se han disparado por el exceso de demanda; los trabajos, por precarios que sean, escasean cada d¨ªa m¨¢s, y la clase media se desploma, incapaz de hacer frente a la subida de precios. A pesar de esto, Siria no ha cerrado en ning¨²n momento sus fronteras y sigue acogiendo a iraqu¨ªes de todos los niveles y condiciones, entre ellos, muchas mujeres que tras perder a sus hermanos se han visto abocadas a la prostituci¨®n.

Todos buscan un hueco en el sobresaturado Damasco, mientras que los Estados que decidieron invadir su pa¨ªs, ni acogen refugiados iraqu¨ªes ni asumen alg¨²n tipo de responsabilidad en la tragedia que han causado.