La divina comedia de Jes¨²s de Polanco
A mitad del camino de la vida
yo me encontraba en una selva oscura
con la senda derecha ya perdida.
A sus cuarenta y cinco a?os, Jes¨²s de Polanco emprendi¨® la tarea m¨¢s fecunda de todo su historial. Hab¨ªa cosechado ya ¨¦xitos como empresario, gozaba de una posici¨®n econ¨®mica m¨¢s que holgada, padec¨ªa una discreta pasi¨®n pol¨ªtica, atemperada por su condici¨®n de persona de orden, y circulaba entre dubitaciones por las lindes de la oposici¨®n templada al r¨¦gimen, a la que le un¨ªan afectos y compromisos personales. Fue en esa instancia cuando nos conocimos y emprendimos codo a codo la singladura que nos llev¨® a visitar los c¨ªrculos descritos por el Dante. Infierno, purgatorio y para¨ªso han sido estadios recurrentes en la vida de Jes¨²s, en la que ocasi¨®n tuvo igualmente de visitar el limbo de los justos antes de que alguien lo eliminara, de un plumazo, de la teor¨ªa general del Universo. Aquella aventura s¨®lo pudo ser truncada por la enfermedad y por la muerte pero, como dice la canci¨®n de los argonautas, es necesario navegar antes que vivir. ?l lo hizo de manera incansable, contra viento y marea, sabiendo que la vida es de veras el ¨¢rbol de la ciencia: o crece o muere.
Jes¨²s vivi¨® feliz, no fue para nada un hombre atormentado, supo vencer cualquier quejido a base de ejercitar su inmensa curiosidad y, aunque de ¨¦l emanaba el aliento del poder, del Gran Poder como jocosamente un buen amigo suyo le apodara, preponderaba en sus costumbres un sentimiento ciudadano que le hac¨ªa muy asequible a cuantos, rompiendo los prejuicios, se le acercaban para protestar, para pedir, para discrepar, para divertirse o, simplemente, para ejercitar el preferido de sus deportes: hablar.
INFIERNO
Distintas lenguas, h¨®rridas querellas,
palabras de dolor, de airado acento
voces altas y roncas y, con ellas,
un manotear, formaban un violento tumulto.
Quiz¨¢s como ning¨²n otro que yo haya conocido, Jes¨²s Polanco experiment¨® la maldici¨®n expresada por Jean Paul Sartre: L'infer c'est les autres. El infierno son los otros. Si uno no quiere presentar batalla, la soledad resulta entonces la ¨²nica v¨ªa de escape. ?Por qu¨¦ tantos confunden la introspecci¨®n con el ego¨ªsmo? ?Y por qu¨¦ el ego¨ªsmo ha salido tan mal parado en la historia de la humanidad, como si no estuviera sometido a su propia ¨¦tica? La palabrer¨ªa y el exceso de ruido conspiran contra la felicidad posible en esta sociedad de la informaci¨®n. En nuestro ambiente los peri¨®dicos estallan como bombas y las ideas dan paso a los prejuicios. Hay un infierno en las ondas, y otro en las banderas, hay un infierno en las lenguas... pu?ados de satancillos irredentos, fastidiados, jodidos, requemados por la envidia, cabreados con su suerte, vomitadores casuales sobre su propio ombligo, al que no dejan de observar como si fuera el del mundo. Se ha vuelto tan com¨²n la injuria que los jueces, salvo si es contra ellos, la consideran propia del debate intelectual; los pont¨ªfices, salvo si es contra ellos, la consideran parte del ardor divino; los pedantes, salvo si es contra ellos, la suponen un ejercicio de estilo literario; los idiotas, salvo si es contra ellos, la confunden con la brillantez en los discursos. Aquello fue un infierno para ¨¦l. Su esp¨ªritu dial¨¦ctico se debat¨ªa entre la vanidad de saberse atacado y la debilidad de querer ser discreto en la rep¨²blica de las pompas mutuas. ?Qui¨¦n era ese Polanco tan mentado a quien el propio Polanco desconoc¨ªa? Tuvimos que acostumbrarnos a convivir con la leyenda y a soportar la conspiraci¨®n de los bobos.
El infierno son los bobos, Jes¨²s. Qu¨¦ le vamos a hacer si hay tantos... O, por lo menos, aun no siendo quiz¨¢ muchos, si nos ha tocado en mala hora saber de todos ellos.
PURGATORIO
Fuiste como el que va en la noche oscura,
que no goza la luz que tras s¨ª lleva
y luces al que va detr¨¢s procura.
Adoraba hablar. Sab¨ªa hablar porque sab¨ªa escuchar. Nunca pienses que tu interlocutor es menos h¨¢bil que t¨², nunca desprecies la inteligencia ajena, nunca sobrevalores tus capacidades... nunca te muestres d¨¦bil aunque te lo reconozcas a ti mismo, nunca te niegues a asumir la realidad, aun si no te gusta... A veces uno esperaba que coronara la frase con eso de peque?o saltamontes, pero no le gustaba repartir consejos, prefer¨ªa expresar opiniones y, desde luego, si se terciaba la necesidad, impartir ¨®rdenes.
Carisma es la palabra, liderazgo. ?Poder? No gozaba de su propia luz. Dial¨¦ctico, contradictorio, discutidor hasta dejarte exhausto, rumiador de las frases y los hechos. La Historia del Mundo ha sido construida desde el Poder. La Contrahistoria se basa en la Fuerza. El Poder y la Fuerza nos persiguen desde la cuna. El Poder cambia la realidad, incluso a base de exprimirla. La Fuerza, la destruye. Poderoso caballero es don Dinero, cant¨® el poeta. Poderoso caballero es el verbo, principio del G¨¦nesis, del comienzo de los tiempos. Frente a la fuerza de la palabrer¨ªa, el poder de la palabra. Jes¨²s de Polanco construy¨® un imperio de palabras, se dej¨® arrastrar por ellas como si fueran la savia de la vida y la sangre del futuro, a oscuras muchas veces, a tientas, intuiciones... la luz iba detr¨¢s, delante las tinieblas.
Pero no tuvo miedo, precisamente porque no fue un h¨¦roe. Despreciaba los extremos, med¨ªa sus capacidades, observaba al pr¨®jimo. En el purgatorio se sent¨ªa bien, era un lugar de paso indefinido, una etapa en la senda, y all¨ª al fondo se divisaba el final del t¨²nel, la otra orilla de todo. Uno pod¨ªa no sentirse definitivamente elegido, el clima circundante permit¨ªa pensar que hab¨ªa una vuelta atr¨¢s. Luch¨® contra el dolor en su silencio, no mostr¨¢ndolo, no presumiendo de sacrificio alguno. En sus d¨ªas finales tuvo que optar entre la inteligencia y el alivio de tanto sufrimiento. Eligi¨® lo primero.
PARADISO
Mas querer y argumento en los mortales,
Por la raz¨®n que ya os es manifiesta,
Tienen alas con plumas desiguales
Cont¨¢bamos el n¨²mero de nuestros adversarios. Encuestas, sondeos de opini¨®n, cifras de venta, proclamaban: los amigos son m¨¢s, lo siguen siendo. ?Puede el uso informal del albedr¨ªo acabar con el entendimiento? PRISA es informaci¨®n, educaci¨®n, entretenimiento. ?Puede el ocio ser independiente del poder o pertenecer al reino de la fuerza? Detr¨¢s de m¨ª no hay nadie -repet¨ªa Jes¨²s hasta la saciedad, argumento y querer ten¨ªan las mismas plumas en su caso- pero todo el problema reside en EL PA?S. No se puede editar un peri¨®dico as¨ª impunemente. El ¨¦xito nos arrastraba, nos succionaba, corr¨ªamos detr¨¢s de ¨¦l no para alcanzarlo sino porque hab¨ªamos sido alcanzados y pretend¨ªamos dominarlo in¨²tilmente. El ¨¦xito no nos pertenec¨ªa, nos subyugaba, fue el partero de la envidia ajena, el infierno cabal de nuestras vidas, el purgatorio de nuestras miserias. La mejor manera de defenderse era el sentido del humor, mirarse al espejo cada ma?ana y contemplar la realidad escueta.
En los c¨ªrculos del Dante la luz es cegadora. Tanto deslumbramiento nos convert¨ªa en s¨²bditos, y s¨®lo anhel¨¢bamos ser, por fin, ciudadanos. A ¨¦l correspondi¨® pagar el precio de la independencia, ese valor tan caro, ese valor tan pobre. Esos cielos dantescos son para la poes¨ªa, mas no para los hombres, y aqu¨ª est¨¢ nuestra prueba: vencida ha sido la muerte con la muerte. El infierno y el cielo... tambi¨¦n el cielo, Jes¨²s, el cielo son los otros. Siempre los otros son nosotros mismos. Gracias por tu cabal memoria, por tu aliento y apoyo, por tu fe en los dem¨¢s. Reunidos estamos el celeste y terrenal coro de amigos, familiares, empleados, autores, anunciantes, clientes, socios, competidores, lectores... Unidos en el dolor, solidarios en el respeto, vencidos por la amistad. Punto y seguido. De nosotros depende continuar la senda y que en adelante, como reza la eleg¨ªa gongorina, la raz¨®n abra lo que el m¨¢rmol cierra.
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