Pedro Espinosa, pianista
Adalid de la m¨²sica contempor¨¢nea, estren¨® multitud de obras nuevas
Con Pedro Espinosa desaparece uno de los pianistas espa?oles m¨¢s importantes de su generaci¨®n y, sin duda, el que de una manera m¨¢s constante se dedic¨® a la m¨²sica de nuestro tiempo. Estren¨® en Espa?a la integral para piano de Berg, Webern y Sch?nberg, P¨¢jaros ex¨®ticos de Olivier Messiaen, y las Sonatas 1 y 2 de Pierre Boulez, y fue protagonista de las primeras interpretaciones absolutas de piezas a ¨¦l dedicadas de compositores como Tom¨¢s Marco, Ant¨®n Garc¨ªa Abril, Carmelo Bernaola, Ram¨®n Barce, Agust¨ªn Gonz¨¢lez Acilu o Ant¨®n Larrauri, de modo que, sin su trabajo, no podr¨ªamos tener una visi¨®n cabal de la producci¨®n de toda una generaci¨®n de autores espa?oles.
Pedro Espinosa se dio a conocer en un concierto celebrado en la Sociedad Filarm¨®nica de Las Palmas el 16 de noviembre de 1949, es decir, cuando s¨®lo ten¨ªa 15 a?os. La familia Del Castillo le procur¨® una beca para estudiar en el Conservatorio de Madrid -obtendr¨ªa el Premio Extraordinario-, donde, con su maestro, el tambi¨¦n canario Javier Alfonso, comenzar¨ªa su carrera de pianista especializado en estrenos con la Sonata para dos pianos y percusi¨®n de B¨¦la Bart¨®k, un compositor que en aquel entonces era recibido, todav¨ªa, con recelo por parte de los p¨²blicos de nuestro pa¨ªs. Su inter¨¦s por el repertorio del siglo XX no se referir¨ªa s¨®lo a la m¨²sica m¨¢s radical -recordemos sus estancias en Darmstadt- sino que tambi¨¦n se centrar¨ªa en compositores como Maurice Ravel -la Academia que lleva el nombre del autor franc¨¦s le premiar¨ªa por su versi¨®n del Concierto para la mano izquierda. No en vano, se form¨® igualmente con Marguerite Long, experta en la obra del autor del Bolero. Tampoco hay que olvidar sus estudios con Alfred Cortot, Witold Malkuzinsky o Jean-Louis Steuerman y lo que ello supuso de apertura al gran repertorio. Igualmente gustaba de tocar la producci¨®n pian¨ªstica del padre Donostia y de Federico Mompou, y ser¨ªa un pionero en el redescubrimiento para el p¨²blico espa?ol del exiliado Roberto Gerhard. Tambi¨¦n reservar¨ªa un lugar especial para m¨²sicos que con el tiempo han ido adquiriendo su verdadera importancia, como el padre Antonio Soler, y de otros a los que luego situaron en su verdadera importancia los int¨¦rpretes especializados en m¨²sica antigua, como Antonio de Cabez¨®n.
Generoso con los compositores de su tiempo, lo fue tambi¨¦n con sus j¨®venes disc¨ªpulos, como Iv¨¢n Mart¨ªn, Sergio Alonso o Juan Francisco Parra, a los que form¨® y anim¨® a trav¨¦s de diversos proyectos pedag¨®gicos. Pero su figura descubridora de m¨²sica y m¨²sicos no nos debe hacer perder de vista la realidad de su extraordinaria t¨¦cnica, que se revelaba espectacular en las dificultades de las obras de Stockhausen -las Klavierst¨¹cken- o Charles Ives -la gigantesca Concord Sonata-. Su gran lecci¨®n fue comprender que en todos esos casos se trata de m¨²sicas escritas en nuestro tiempo, por creadores que viven las mismas cosas que quienes los interpretan o los escuchan, y hacerlo desde una inquietud intelectual siempre alerta -lleg¨® a intervenir en conferencias-concierto con Theodor W. Adorno-.
Nunca le agradeceremos bastante a Pedro Espinosa su dedicaci¨®n y su entrega. Afortunadamente, su legado ha sido ya recogido, con inteligencia y sabidur¨ªa, por j¨®venes pianistas que han consolidado ya una solvencia indiscutible en la creaci¨®n contempor¨¢nea, como son Juan Carlos Garbayo o Alberto Rosado.
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