Morir de fr¨ªo en la 'frontera verde'
La madre chechena que perdi¨® a tres hijasintentando entrar a la UE por un bosque polaco se recupera en un centro de refugiados
Desde que fue encontrada desfallecida, en estado de shock y helada de fr¨ªo al pie de las monta?as polacas de Bieszczady, cerca de la frontera polaca con Ucrania, Kamisa Djamaldinova no se separa ni cinco minutos de su hijo de dos a?os. "Empieza a darse cuenta ahora de lo que ha pasado y aguanta la situaci¨®n con coraje", explica Julian Curyla, director del centro para refugiados de Debak, a unos 40 kil¨®metros de Varsovia, que acoge a esta chechena de 36 a?os que perdi¨® a sus tres hijas cuando iban de camino hacia el para¨ªso europeo.
Las hermanas -Xaea, Ceda y Elina, de 13, 10 y seis a?os- murieron de cansancio e hipotermia a principios de este mes mientras intentaban entrar ilegalmente en Polonia con su madre y su hermano peque?o, Mahomet. Proced¨ªan de la localidad de Shali (45.000 habitantes), a 20 kil¨®metros de Grozni, la capital de Chechenia, un pa¨ªs arrasado por la guerra.
Kamisa no se separa ni cinco minutos de su hijo de dos a?os y no quiere hablar con nadie
"Soy ama de casa y no entiendo de pol¨ªtica, pero en mi pa¨ªs no se puede vivir; mi hija estaba enferma y en Chechenia no iba a recibir tratamiento: ?qu¨¦ futuro nos esperaba?", dec¨ªa Kamisa a una periodista de Gazeta Wyborcza desde el coche que la traslad¨® el pasado mi¨¦rcoles junto a su hijo -una vez recuperados del horrible viaje- del hospital de Ustrzyki Dolne, en el sureste del pa¨ªs, a la capital.
Nada m¨¢s ha dicho en p¨²blico Kamisa sobre los motivos que le llevaron a pagar 2.000 euros a una mafia para que les ayudara a cruzar las fronteras de la Uni¨®n Europea y que acab¨® enga?¨¢ndoles.
Estos d¨ªas no quiere hablar con nadie, ni que se diga d¨®nde est¨¢n ella y su hijo, al menos de momento. Se encuentran, supuestamente cerca de Varsovia, en un piso tutelado por el centro de Debak, que supervisa a la familia hasta que el Estado polaco decida si les otorga el certificado de refugiados, lo que les dar¨ªa derecho a vivir y trabajar en el pa¨ªs.
La tragedia de Kamisa y su familia ha conmocionado a los polacos, y eso que est¨¢n acostumbrados a la llegada de inmigrantes ilegales del C¨¢ucaso a trav¨¦s de la frontera verde, entre Polonia y Ucrania. En Polonia se llama frontera verde a cualquier ruta utilizada habitualmente para pasar ilegalmente la frontera, pero la zona monta?osa a la que fue a parar Kamisa y su familia es adem¨¢s muy boscosa. Desde la ca¨ªda del totalitarismo, en 1989, este lugar se ha convertido en una de las principales rutas hacia Europa occidental desde los pa¨ªses de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Los que intentan cruzar lo hacen en coche, en autob¨²s o, como Kamisa, se pasan d¨ªas caminando por las monta?as para llegar al otro lado.
Muchos se pierden, como Kamisa. Un gu¨ªa les llev¨® en coche desde Chechenia hasta Mosc¨², seg¨²n cont¨® la mujer a la polic¨ªa de fronteras que la interrog¨®. De Rusia fueron a Ucrania y, all¨ª, en las monta?as, el gu¨ªa les abandon¨® sin m¨¢s tras indicarles la direcci¨®n para llegar a Eslovenia y de ah¨ª alcanzar Austria, qu-e era el objetivo de la familia. "Estuvimos dando vueltas un d¨ªa entero", cont¨® la mujer a los agentes que la interrogaron.
La temperatura apenas superaba los cero grados en las monta?as, y las chicas llevaban ropa de verano (una de ellas fue hallada descalza). Pronto empezaron a pasar fr¨ªo y hambre. Tras m¨¢s de un d¨ªa vagando por la zona, la madre, desesperada, carg¨® a su hijo var¨®n y fue a buscar ayuda. Tard¨® m¨¢s de dos d¨ªas en ser encontrada por la polic¨ªa. Cuando volvieron a por las hermanas, las tres estaban muertas, cubiertas por helechos, justo en el puesto fronterizo n¨²mero 82. Kamisa se derrumb¨®. "Quiero que entierren a mis hijas en Chechenia", dijo a la polic¨ªa de fronteras.
"La psic¨®loga y yo estuvimos hablando con ella y creemos que, aunque sufre un trauma, no necesita ayuda psiqui¨¢trica urgente", cuenta Julyan Curila. "Llevo seis a?os en este centro y es el caso m¨¢s extremo, con diferencia, que he visto; es normal que necesiten un tiempo de tranquilidad para asumir lo ocurrido", a?ade.
El responsable m¨¦dico de madre e hija, Adam Tolkacz, no se extiende tanto en sus explicaciones: "No puedo hablar de mis pacientes". El marido de Kamisa, taxista, fue avisado de todo y est¨¢ ahora con ella (no est¨¢ muy claro por qu¨¦ no acompa?¨® a su familia en el viaje), y tambi¨¦n un t¨ªo que vive en Austria.
Un total de 455 personas intentaron entrar en 2006 por la frontera verde; y, en lo que va de a?o, son 126 personas, sobre todo procedentes de Ucrania, Chechenia, Ingushetia, Daguest¨¢n y Moldavia. "Es normal que vengamos; la verdadera vida est¨¢ en Occidente", afirma el checheno Ilyasov Sharpudin, de 42 a?os, que est¨¢ pendiente de que le den el estatuto de refugiado en Polonia.
"El Ej¨¦rcito ha arrasado con todo en el C¨¢ucaso; en Chechenia, si no sigues la corriente a
[el presidente Ramzan] Kad¨ªrov amenazan a tu familia, secuestran a tu hijo, te queman la casa", a?ade. Casi 3.600 chechenos han solicitado asilo en Polonia este a?o.
Pero Polonia suele ser una escala en el camino. Las leyes aqu¨ª son muy r¨ªgidas y los inmigrantes buscan pa¨ªses m¨¢s comprensivos con los refugiados, como Austria, Alemania, Francia y Noruega.
El caso de Chantiyev Abdulaj, musulm¨¢n checheno de 44 a?os, es significativo. ?l y su familia llevan 10 a?os viviendo cerca de Varsovia -dice que en su pa¨ªs los imanes que, como ¨¦l, se niegan a dar la doctrina del Gobierno, son perseguidos- y le han rechazado dos veces la solicitud de refugiado. "Es como si estuvi¨¦ramos en el limbo; legalmente no podr¨ªamos ni trabajar", explica. Si la rechazan por tercera vez, ser¨¢ deportado.
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