De h¨¦roe deportivo a villano
O. J. Simpson se instala en el esc¨¢ndalo
De famoso pas¨® a tristemente c¨¦lebre. De h¨¦roe deportivo a villano. Con artritis en las rodillas, 12 a?os despu¨¦s de que fuera absuelto del asesinato de su ex mujer y el compa?ero sentimental de ¨¦sta, el ex jugador de f¨²tbol americano O. J. Simpson, de 60 a?os, vive una vida unos d¨ªas corriente y otros, escandalosa. Desde la semana pasada est¨¢ instalado en los titulares de grandes letras. En este caso nada que ver con la sangre. Se le acusa del supuesto robo armado de objetos deportivos en el casino Palace Station de Las Vegas. Entre el material que pudo sustraer hab¨ªa balones de f¨²tbol firmados por ¨¦l mismo. Ha pasado tres noches en la c¨¢rcel y pagado una fianza de 130.000 d¨®lares.
Lejos quedan ya los d¨ªas en los que jug¨® al f¨²tbol con los Buffalo Bills y San Francisco 49ers. Pertenece al cuadro de honor de los deportistas americanos. Pero su cara cubierta por el casco del uniforme traspas¨® fronteras en m¨¢s de una treintena de producciones de televisi¨®n y cine (la m¨¢s famosa, su papel del torpe e incompetente detective en Ag¨¢rralo como puedas).
Aunque su papel m¨¢s destacado nada tendr¨ªa que ver con la ficci¨®n. La realidad le concedi¨® ser el protagonista del juicio del siglo pasado.
El 12 de junio de 1994, la ex mujer de O. J. Simpson, Nicole Brown, y su novio Ronald Goldman fueron encontrados muertos sobre un charco de sangre a las puertas del apartamento de ella, en California. La polic¨ªa acus¨® a Simpson de su asesinato. ?l se resisti¨® a entregarse, protagonizando un proceso de busca y captura que atrajo la atenci¨®n de los medios en todo el pa¨ªs.
Primero, hizo que su amigo y abogado Robert Kardashian leyera una carta a los medios escrita por ¨¦l mismo diciendo que ¨¦l no tuvo nada que ver en la muerte de Nicole. "No sint¨¢is pena por m¨ª. He tenido una gran vida". A los periodistas la nota les son¨® a suicidio y se lanzaron a la b¨²squeda del cad¨¢ver de Simpson. Pero un polic¨ªa localiz¨® a O. J. viajando en un coche blanco, armado con una pistola y amenazando con volarse la cabeza. Se inauguraba la era de las persecuciones televisadas de la historia de Estados Unidos. Las compa?¨ªas de televisi¨®n alquilaron helic¨®pteros. Una docena de ellas persegu¨ªan a Simpson por la carretera. La NBC interrumpi¨® la retransmisi¨®n de la final de baloncesto de la NBA para emitir en directo la huida.
Fue detenido. Fue llevado a juicio. Se form¨® un jurado. Dos d¨ªas despu¨¦s de su composici¨®n, el jurado fue disuelto por haber estado expuesto a demasiada informaci¨®n. El circo medi¨¢tico no hab¨ªa hecho m¨¢s que empezar. Hasta el polic¨ªa a cargo de la investigaci¨®n ten¨ªa el marchamo de Hollywood. Se trataba del detective Tom Lange, que resolvi¨® el caso del asesinato de Sharon Tate en 1969. Los 134 d¨ªas del juicio de O. J. Simpson marcaron una nueva era televisiva y un episodio m¨¢s en la divisi¨®n racial de un pa¨ªs que todav¨ªa no ha superado su pasado. La poblaci¨®n blanca lo ten¨ªa muy claro: Simpson era culpable. La negra clamaba por su inocencia. El jurado s¨®lo deliber¨® durante tres horas. Ciento cincuenta millones de americanos se sentaron frente a sus televisores para asistir a la lectura del veredicto: "No culpable".
A?os despu¨¦s, Simpson fue encontrado culpable de la muerte del novio de su ex mujer y obligado a pagar una multa de 33 millones de d¨®lares, aun impagados.
Desde entonces, un plet¨®rico O. J. Simpson ha jugado varias veces de forma macabra con la confesi¨®n. En una entrevista en la revista Esquire en 1998 dijo: "Imag¨ªnate que yo comet¨ª el crimen. Si lo hice fue porque la quer¨ªa mucho, ?no?". El a?o pasado, la empresa Regan Books, perteneciente a la compa?¨ªa News Corp, anunci¨® la publicaci¨®n de un libro firmado por Simpson titulado Si lo hice. Le pagaron unos 880.000 d¨®lares por contar c¨®mo podr¨ªa haber cometido el doble crimen. Hasta el mism¨ªsimo Murdoch se disculp¨® por "la mala pata del proyecto". Se destruyeron 400.000 copias.
Desde los a?os noventa a Simpson no se le conoce ninguna ocupaci¨®n m¨¢s all¨¢ de firmar aut¨®grafos. Y hasta eso dej¨® de hacerlo en 2004 cuando un juzgado le oblig¨® a destinar lo que recaudara en estos eventos a pagar la deuda con los familiares de su v¨ªctima. Sus ¨²nicos ingresos declarados (400.000 d¨®lares anuales) son las pensiones de la liga de f¨²tbol, que seg¨²n la legislaci¨®n del Estado de Florida, donde reside, tiene derecho a no utilizar para pagar sus deudas con la justicia.
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