Sumergidos en el anonimato
Los protagonistas del rescate del 'Nuevo Pepita' cuentan los entresijos de un oficio desconocido
Juan Fuster regresa a casa. Este alicantino, de 48 a?os, padre de un joven de 21 y un ni?o de 12, abandona Barbate (C¨¢diz) despu¨¦s de d¨ªas de intenso trabajo. Ha sido foco de noticias, protagonista de conversaciones, objeto de esperanzas. Pero su nombre no dice nada, tampoco su rostro: Fuster es buzo. Durante m¨¢s de tres d¨ªas, ¨¦l y sus ocho compa?eros del equipo de buceadores de Salvamento Mar¨ªtimo han bajado una y otra vez al Nuevo Pepita Aurora, el barco pesquero naufragado el 5 de septiembre. Cada seis horas, con el receso de la marea, preparaban el material de inmersi¨®n, afrontaban fuertes corrientes, descend¨ªan al cerquero, lo registraban. Apenas les quedaba tiempo para comer y dormir algo, no m¨¢s de hora y media, hasta el siguiente turno. As¨ª ma?ana y noche, sin descanso.
Cada rinc¨®n del pesquero ha sido reconocido, el camarote se ha revisado dos veces
"Nuestra misi¨®n no es opinar o decidir, sino simplemente ense?ar lo que hay"
Dicen que no les importa. Tampoco las cr¨ªticas. "Es parte de nuestro trabajo, lo tenemos asumido". El alicantino entiende la postura de algunos de los familiares de los tres marineros que contin¨²an desaparecidos, que dudan del registro que se ha hecho del barco. "Es una reacci¨®n visceral, se puede comprender porque los dem¨¢s han recuperado a sus seres queridos y ellos no". El buzo lo entiende, pero defiende su trabajo: cada rinc¨®n del pesquero ha sido reconocido, el camarote se ha revisado dos veces. Y no son dos ojos los que han certificado que en el Nuevo Pepita Aurora no hay m¨¢s cad¨¢veres. En la superficie, el resto del equipo, m¨¢s un marino mercante encargado de coordinar las labores y toda la tripulaci¨®n del Don Inda, el buque que ha servido de base a las operaciones, lo ha corroborado con las im¨¢genes de la c¨¢mara que llevan los buceadores.
Pero no todo son pegas. El trabajo en naufragios tambi¨¦n tiene ventajas. "Nos aporta m¨¢s satisfacci¨®n recuperar un cad¨¢ver que espera una familia -en el caso del pesquero barbate?o han encontrado dos cuerpos- que las misiones de lucha contra la contaminaci¨®n. Es un trabajo mon¨®tono y pringoso". La expresi¨®n, asegura, es literal. En casos como el accidente del Don Pedro, este verano en Ibiza, los buzos de Salvamento Mar¨ªtimo fueron los encargados de sellar la fisura y succionar el combustible. Tambi¨¦n son los responsables de inspeccionar un barco cuando sufre una colisi¨®n o queda varado. "Nuestra misi¨®n no es opinar o tomar decisiones, sino simplemente ense?ar lo que hay", explica Rafael Cots, de 50 a?os, jefe del servicio de buceadores.
Este "simplemente ense?ar" les cuesta a los buceadores horas de entrenamiento en las dos bases de Salvamento Mar¨ªtimo: Alicante y A Coru?a. Cuando no tienen ninguna incidencia que atender, ocupan la semana con inmersiones en una c¨¢mara de descompresi¨®n, con simulacros en el mar y con el mantenimiento de los equipos. A veces pasan as¨ª meses. Este a?o, sin embargo, se les acumula el trabajo: el Don Pedro, el Ostedijk -el barco holand¨¦s con fertilizantes que tuvo que ser alejado de la costa gallega-, el naufragio del Nuevo Amador¨ªn en Lugo, el New Flame en Gibraltar... Juan Fuster y sus compa?eros tienen que estar preparados en diez minutos si son llamados para una emergencia. Si la alerta les pilla de noche o en fin de semana, el margen es de una hora.
"La familia ya est¨¢ acostumbrada. Cuando mi mujer se cas¨® conmigo yo ya era buzo, ya sab¨ªa de qu¨¦ iba esto", bromea Fuster. Cuenta que desde que tiene memoria so?aba con trabajar bajo el mar. A los 18 a?os hizo de esta afici¨®n una profesi¨®n. Fue profesor de buceo en el N¨¢utico Pesquero de Alicante, y ha trabajado en obras en plataformas, muelles, pantanos. Algunas cortas, otras de hasta un a?o. Desde hace dos es coordinador de los equipos de buceo de Salvamento Mar¨ªtimo. Toda una vida dedicada al mar y, sin embargo, cuando coge vacaciones se marcha al monte. "Que si me mojo sea porque llueve o porque estoy en una piscina". Su hijo mayor parece haber tomado este ¨²ltimo camino: "Le gusta ducharse cada d¨ªa, y poco m¨¢s".
La vocaci¨®n est¨¢ m¨¢s arraigada en la familia de Cots. Su mujer es instructora de buceo, y su hija de cuatro a?os ya se sumerge con gafas. En la familia de Manuel Ruiz (46 a?os), jefe de equipo en A Coru?a, est¨¢ por ver si la tradici¨®n se perpet¨²a. La mayor de sus tres hijos, de momento, no la ha heredado. Su perro, sin embargo, es todo un experto: "Bucea hasta dos metros de profundidad. ?Y sin botella!".
Ruiz no vuelve a su casa en Galicia. Se queda en Algeciras con otros tres buceadores. Son el ret¨¦n que se mantiene preparado por si surge una emergencia en el New Flame. Esperan volver antes de navidades. Mientras, sus compa?eros son su familia. "Hay muy buen ambiente, tambi¨¦n con la dotaci¨®n del Don Inda, que es donde hemos dormido estos d¨ªas", se?ala. Los buzos no ahorran en palabras de agradecimiento para los 16 tripulantes del buque, pero los mayores halagos van para el cocinero.
La selecci¨®n de los equipos que participan en cada misi¨®n se hace, siempre que es posible, siguiendo criterios de afinidad. Fuster conoce a todos los buceadores y sabe c¨®mo se llevan entre ellos. Como coordinador, viaja de un centro a otro, y procura que en cada operaci¨®n la convivencia sea agradable. "Necesitamos tener una gran confianza en nuestro compa?ero. Nuestra vida depende del otro".
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