El punto de inflexi¨®n
En este momento, la pol¨ªtica valenciana se encuentra inmersa en una guerra de cifras que no abandonar¨¢ hasta la pr¨®xima primavera, cuando se celebren las elecciones generales. No pasa d¨ªa sin que nos encontremos con manifestaciones en las que populares y socialistas se acusan mutuamente. ?Podremos soportar los valencianos esta cantinela, durante los meses que restan? Es probable que s¨ª, porque los valencianos somos personas educadas, que consentimos cualquier cosa a nuestros pol¨ªticos. Esta conducta tan contemporizadora tiene, sin embargo, una salvedad que llamaremos punto de inflexi¨®n. Llega un momento -ya sea por saturaci¨®n o porque sobrevenga un acontecimiento imprevisto- en que la opini¨®n p¨²blica sufre una s¨²bita alteraci¨®n. El partido que no intuya este cambio de rumbo y no logre adaptar su discurso a las nuevas circunstancias, se ver¨¢ en serias dificultades llegada la hora de la votaci¨®n.
De momento, y como era de prever, la publicaci¨®n del avance del proyecto de Ley de los Presupuestos Generales del Estado, no ha servido para cambiar las cosas. Pese a que los datos se?alan que la inversi¨®n aumentar¨¢ un 25% en la Comunidad Valenciana, la cifra no ha hecho mella en el gobierno de Francisco Camps. Para contrarrestar el argumento de los n¨²meros, Rambla y el consejero de Econom¨ªa, Gerardo Camps, se han apresurado a desplegar el abanico de agravios y desprecios. El efecto ha sido notable porque ambos son excelentes actores y han representado el papel en numerosas ocasiones. El ¨²nico problema que presenta esta t¨¢ctica es que obliga a los consejeros a elevar cada d¨ªa m¨¢s la voz para resultar cre¨ªbles. ?Resistir¨¢n sus cuerdas vocales el esfuerzo? Hoy por hoy, es imposible saberlo. En todo caso, habr¨¢ que estar atentos al punto de inflexi¨®n.
Quien s¨ª ha alcanzado su punto de inflexi¨®n, esta pasada semana, es Milagrosa Mart¨ªnez. Todos los indicios se?alan que la presidenta de las Cortes acaba de darse un ba?o de realidad. El ansia regeneracionista que la ex alcaldesa de Novelda mostr¨® nada m¨¢s acceder al puesto, se ha ido debilitando en el transcurso de los ¨²ltimos d¨ªas. Es probable que la se?ora Mart¨ªnez haya comenzado a descubrir el intr¨ªngulis de la pol¨ªtica parlamentaria, m¨¢s complicada de lo que pudiera imaginarse a simple vista. Y es que cuando se accede por vez primera a una instituci¨®n, lo primordial es conocer las reglas del juego que la rigen. Estas reglas, por lo general, no se hallan escritas en parte alguna. Son, por decirlo as¨ª, unas normas impl¨ªcitas que sus miembros aplican con independencia del color pol¨ªtico de cada cual.
En las Cortes valencianas, a un presidente se le permite pr¨¢cticamente todo menos alterar los acuerdos t¨¢citos sobre el reparto del dinero. ?Ay, el dinero! Si un presidente, por uno u otro motivo, cede a la tentaci¨®n de aclarar los asuntos del dinero, descubrir¨¢ de inmediato que se encuentra frente a un muro que le es imposible salvar. Los desacuerdos entre la mayor¨ªa y la oposici¨®n, tan evidentes hasta unas horas antes, habr¨¢n desaparecido por completo para dar paso al bloque ¨²nico. Frente a esa unanimidad de falange maced¨®nica, un presidente de las Cortes, por muy acentuada que sea su personalidad, no tiene nada que hacer y se estrellar¨¢ de manera irremediable. No parece, sin embargo, que la se?ora Mart¨ªnez tenga ganas de estrellarse. Al contrario. Todo indica, pues, que, en unas semanas, olvidadas sus veleidades, hemos de verla perfectamente acoplada al puesto, seg¨²n exigen las buenas y honestas costumbres parlamentarias. Estoy convencido que don ?ngel Luna tambi¨¦n lo cree as¨ª.
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