Ser homosexual en el pa¨ªs de Ahmadineyad
Gays iran¨ªes relatan la dureza de vivir en un r¨¦gimen que niega su existencia y que mantiene la pena de muerte para los 'desviados'
"Entonces, ?yo no existo?", exclama incr¨¦dulo M., un gay acomodado de Teher¨¢n ante la afirmaci¨®n de que "en Ir¨¢n no tenemos homosexuales" pronunciada por el presidente, Mahmud Ahmadineyad, en la Universidad de Columbia el pasado lunes. "Lo que debiera hacer es informarse antes de hablar para no meter la pata como con el Holocausto", a?ade Taha, de los pocos gays iran¨ªes que ha aceptado hablar con este diario. La discreci¨®n es la norma de supervivencia en un Estado cuyo c¨®digo penal establece la pena de muerte para quien mantiene relaciones homosexuales. Algo que tambi¨¦n ocurre en pa¨ªses aliados de EE UU como Pakist¨¢n, Arabia Saud¨ª o Yemen.
"Ahmadineyad s¨®lo tiene que darse una vuelta cualquier tarde-noche por el parque Daneshju para descubrir que en su pa¨ªs s¨ª que hay homosexuales", sugiere un estudiante universitario. El Daneshju es uno de los t¨ªpicos lugares de encuentro gay de Teher¨¢n. Quiz¨¢ el m¨¢s democr¨¢tico. A diferencia del centro comercial Jam-e Jam, donde el ambiente pijo hace que sus camisetas ce?idas y sus cejas arregladas pasen desapercibidas, en el parque confluyen chicos tanto del norte rico como del sur m¨¢s modesto. A menos que alguno se muestre extremadamente cari?oso, la polic¨ªa no suele intervenir.
"?Entonces yo no existo?", exclama un gay tras escuchar a su presidente
La polic¨ªa azot¨® por "relaci¨®n impropia" a dos chicos que hab¨ªan decidido vivir juntos
Como en el caso de los heterosexuales, la Rep¨²blica isl¨¢mica considera inmoral cualquier muestra p¨²blica de afecto. De acuerdo con la moral que institucionaliz¨® la revoluci¨®n isl¨¢mica de 1979, toda relaci¨®n fuera del matrimonio heterosexual es il¨ªcita y punible.
"En tanto que homosexuales no tenemos muchos problemas con las autoridades", asegura Taha (nombre supuesto). Este joven de 21 a?os, que da clases en una academia en Arak, la populosa ciudad industrial en la que Ir¨¢n est¨¢ construyendo un reactor nuclear, se refiere a problemas distintos de los del resto de los iran¨ªes.
"Incluso a veces es una ventaja", bromea en referencia a que no tienen que justificar estar junto con su pareja como en el caso de los heterosexuales. Tambi¨¦n cuando celebran fiestas: "Como no hay mujeres, la polic¨ªa no se mete tanto con nosotros, a no ser que sean multitudinarias", admite. "Si nos reunimos m¨¢s de 100 temen que se pueda difundir la enfermedad".
Curiosamente, aunque esa relaci¨®n se ha practicado tradicionalmente, en persa no ha existido una palabra para definir la homosexualidad hasta el siglo XX.
A Taha no le gusta el t¨¦rmino hamjensbaz, que emple¨® su presidente. "Es despectivo", dice en referencia al neologismo que literalmente significa "jugar con el mismo sexo". ?l se refiere a s¨ª mismo como ger¨¢, ap¨®cope de hamjensger¨¢ (inclinaci¨®n por el mismo sexo).
El desprecio es algo a lo que los homosexuales iran¨ªes est¨¢n acostumbrados. Desprecio, indiferencia, o mirar hacia otro lado como ha hecho Ahmadineyad. "Los iran¨ªes son cerrados respecto a este tema. No se puede hablar libremente", se?ala Taha. Ni siquiera con la familia m¨¢s cercana.
"El 80% no lo acepta", asegura este joven. "Yo tengo una familia educada, pero a¨²n no se lo he dicho a mi padre porque incluso la minor¨ªa que llega a aceptarlo, lo considera un castigo. Creo que en dos o tres generaciones se habr¨¢ superado. De hecho, entre la gente de mi edad no hay problema".
Por ahora, sin embargo, impera la idea de que la homosexualidad es una enfermedad. De hecho, previo certificado m¨¦dico, quienes se declaran gays quedan exentos del servicio militar. "Es cierto que puedes librarte de la mili, pero ni yo ni la mayor¨ªa de mis amigos lo hemos hecho porque luego en la cartilla marca como causa el art¨ªculo 29 y todo el mundo sabe de qu¨¦ se trata", explica Taha. "Eso hace imposible encontrar empleo".
De momento, Taha ha decidido vivir sin pareja. "Me gustar¨ªa llegar a ser diputado del Parlamento, pero quiero empezar desde la pol¨ªtica local", conf¨ªa convencido de que s¨®lo desde adentro se pueden cambiar las cosas. Ello le obliga a ser exquisitamente cuidadoso en su comportamiento. Debe evitar verse implicado en incidentes como el que la pasada primavera termin¨® con Farsad y Farnam, dos j¨®venes que celebraban con un grupo de amigos su decisi¨®n de irse a vivir juntos, en comisar¨ªa.
La polic¨ªa irrumpi¨® en la fiesta y todos los asistentes terminaron bajo el l¨¢tigo del verdugo. Su historia y las huellas de los 80 azotes por "relaci¨®n impropia" que recibieron pueden verse en la p¨¢gina web de la Organizaci¨®n Gay Iran¨ª (www.irqo.net), que tiene su sede en Estados Unidos. Hoy los dos amigos han salido de Ir¨¢n a la espera de encontrar un pa¨ªs de acogida. Pero su calvario no fue muy distinto del que sufren los j¨®venes heterosexuales cuando son descubiertos bailando o bebiendo alcohol en alguna fiesta privada.
Como en el caso de las ejecuciones a homosexuales que peri¨®dicamente denuncian las organizaciones internacionales de derechos humanos, resulta dif¨ªcil probar que a Farsad y Farnam les azotaron por ser gays. "No ejecutan a homosexuales sino a violadores, y yo estoy de acuerdo", defiende Taha.
"Hay que tomar con cierta distancia los informes de Amnist¨ªa Internacional y Human Rights Watch [sobre la homosexualidad en Ir¨¢n]", advierte un diplom¨¢tico europeo que acaba de elaborar un escrito sobre el asunto para su Gobierno. La reciente actualizaci¨®n del documento de la UE sobre derechos humanos en Ir¨¢n concluye que "no hay persecuci¨®n de homosexuales, aunque sigue siendo un tab¨² social", la ley prev¨¦ las m¨¢ximas penas y el presidente ni siquiera acepta que existan.
Un delito dif¨ªcil de probar
La homosexualidad no se castiga en Ir¨¢n... si se autorreprime. "Es la pr¨¢ctica lo que se castiga", explica un observador que ha estudiado la jurisprudencia al respecto. De acuerdo con las leyes iran¨ªes, si no hay relaci¨®n, no hay pena. Pero incluso cuando la hay, no es f¨¢cil probarlo. El C¨®digo Penal, basado en la sharia (ley isl¨¢mica), exige que los implicados -adultos, en pleno uso de sus facultades y que hayan consentido en el acto- "confiesen cuatro veces ante el juez" o, en su defecto, exista el testimonio de "al menos cuatro hombres justos que lo hayan observado"."Desde el advenimiento de la revoluci¨®n isl¨¢mica, no recuerdo ninguna ejecuci¨®n de homosexuales debida s¨®lo a un acto sexual consentido; ha habido ejecuciones, pero atribuidas a violaciones anales", declar¨® el a?o pasado alguien tan poco sospechosa de connivencia con el r¨¦gimen como la premio Nobel Shir¨ªn Ebadi. Tampoco desde entonces se han registrado ejecuciones de homosexuales.?Y los dos j¨®venes colgados de una gr¨²a en el verano de 2005? Sus im¨¢genes dieron la vuelta al mundo ante la movilizaci¨®n de las organizaciones internacionales de derechos humanos. M¨¢s all¨¢ de la repulsa que merezca la pena de muerte y de la gravedad a?adida de que uno de ellos fuera menor cuando sucedieron los hechos que se le imputaron, Mahmud Asgari y Ayaz Marhoni fueron condenados por violar a un ni?o de 13 a?os.Un repaso a las ejecuciones de homosexuales denunciadas en los ¨²ltimos a?os revela que en todos los casos los reos estaban acusados de otros delitos (violaci¨®n, asesinato, narcotr¨¢fico).
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