La extradici¨®n de Fujimori, una advertencia
La extradici¨®n del ex presidente peruano Alberto Fujimori, devuelto por Chile a Per¨² para ser juzgado por su relaci¨®n con los asesinatos cometidos por los escuadrones de la muerte y por corrupci¨®n, demuestra que el mundo est¨¢ haci¨¦ndose m¨¢s peque?o para quienes cometen atrocidades.
Hasta hace poco tiempo, si alguien mataba a otra persona, iba a la c¨¢rcel, pero si mataba a miles, el premio era un c¨®modo exilio con una cuenta bancaria en un pa¨ªs extranjero. Los juicios de Nuremberg establecieron el principio legal de que no debe existir inmunidad para los autores de los cr¨ªmenes m¨¢s espantosos, independientemente de qui¨¦nes sean y de d¨®nde hayan cometido sus cr¨ªmenes. Sin embargo, hasta la detenci¨®n del general chileno Augusto Pinochet en Gran Breta?a, en octubre de 1998, pocos Estados hab¨ªan tenido el valor de llevar ese noble principio a la pr¨¢ctica.
Se est¨¢n creando los precedentes para que no queden impunes los asesinatos y las torturas
La detenci¨®n de Pinochet, que muri¨® el pasado mes de diciembre en Chile, anim¨® a otros a llevar a sus torturadores ante la justicia, sobre todo en Latinoam¨¦rica, donde las v¨ªctimas desafiaron los acuerdos de transici¨®n de los a?os ochenta y noventa que hab¨ªan permitido que varios autores de cr¨ªmenes atroces quedaran sin castigo y, muchas veces, conservaran el poder. El Tribunal Supremo (la Corte Suprema) de Argentina aboli¨® las leyes de inmunidad para antiguos responsables pol¨ªticos, y docenas de ellos son hoy objeto de investigaciones y juicios por cr¨ªmenes cometidos durante la dictadura de 1976-1983. A principios de este mes, un tribunal uruguayo aprob¨® el procesamiento de Juan Mar¨ªa Bordaberry, el dictador que gobern¨® el pa¨ªs entre 1973 y 1976, por el asesinato de dirigentes de la oposici¨®n.
La detenci¨®n de Pinochet en Londres tambi¨¦n sirvi¨® para dar impulso a un nuevo movimiento internacional que pretende acabar con la impunidad para los delitos m¨¢s graves. Tras la instauraci¨®n de los tribunales de Naciones Unidas para Yugoslavia y Ruanda, la ONU cre¨® el Tribunal Penal Internacional (TPI), cuyo objetivo es perseguir el genocidio, los cr¨ªmenes contra la humanidad y los grandes cr¨ªmenes de guerra siempre que los tribunales nacionales no puedan o no quieran hacerlo.
Incluso en ?frica, donde la poblaci¨®n lleva tanto tiempo siendo v¨ªctima de ciclos de barbarie e impunidad, tambi¨¦n avanza la justicia internacional. Senegal acaba de comprometerse a procesar al ex dictador de Chad en el exilio, Hiss¨¨ne Habr¨¦, despu¨¦s de haberse negado a juzgarlo en 2001 y haberse negado a extraditarlo a B¨¦lgica en 2005. Hace unos meses se inici¨® el juicio de Charles Taylor, de Liberia, en el tribunal especial para Sierra Leona creado bajo los auspicios de la ONU. El Tribunal Penal Internacional est¨¢ investigando en la actualidad las alegaciones sobre cr¨ªmenes en Darfur, Uganda, Congo y la Rep¨²blica Centroafricana.
Los que est¨¢n acusados de haber cometido cr¨ªmenes cuentan todav¨ªa con lugares en los que refugiarse. El ugand¨¦s Idi Am¨ªn muri¨® pac¨ªficamente mientras dorm¨ªa en su exilio saud¨ª (un diplom¨¢tico saud¨ª me explic¨® -aunque no es cierto- que la "hospitalidad beduina" significaba que, una vez que uno ha acogido a alguien como invitado en su tienda, no puede echarle). Mengistu Haile Mariam, que llev¨® a cabo una campa?a de "terror rojo" en Etiop¨ªa contra decenas de miles de adversarios pol¨ªticos, disfruta hoy de la protecci¨®n del presidente Robert Mugabe en Zimbabue. De hecho, durante cinco a?os, Jap¨®n impidi¨® la extradici¨®n de Fujimori con el argumento de que ten¨ªa la doble nacionalidad peruana y japonesa. Hasta que Fujimori cometi¨® el error de viajar a Chile.
El lugar m¨¢s seguro para los acusados de cr¨ªmenes de guerra hoy es tal vez Estados Unidos, que se niega firmemente a contemplar la posibilidad de procesar a personas como Donald Rumsfeld, a quien se atribuye haber aprobado t¨¦cnicas de interrogaci¨®n criminales en Guant¨¢namo y Abu Ghraib, y el ex director de la CIA George Tenet, por su relaci¨®n con la aplicaci¨®n del waterboarding a los detenidos (una t¨¦cnica que consiste en sumergirles la cabeza o arrojarles agua por encima para hacerles creer que est¨¢n ahog¨¢ndose) y la "entrega" de sospechosos a pa¨ªses en los que se les iba a torturar. La semana pasada, Alemania, ante la negativa de Estados Unidos, retir¨® la solicitud de extradici¨®n de 13 presuntos agentes de la CIA acusados de secuestrar a un ciudadano alem¨¢n y enviarle a una c¨¢rcel secreta de Afganist¨¢n en la que se le tortur¨®. Washington tambi¨¦n se ha negado a cooperar con los investigadores italianos que buscan a 26 estadounidenses miembros de la CIA en relaci¨®n con el secuestro en Mil¨¢n de un cl¨¦rigo musulm¨¢n al que enviaron a Egipto, donde supuestamente fue torturado.
No obstante, se est¨¢n creando los precedentes. Pinochet fue el primer jefe de Estado detenido por otro pa¨ªs por cr¨ªmenes contra los derechos humanos. Fujimori ha sido el primero devuelto a su pa¨ªs para ser juzgado. Es una advertencia para los futuros dirigentes: si pretenden que sus asesinatos y torturas queden impunes, pueden acabar ante la justicia. Y si han cometido torturas, m¨¢s vale que no viajen a ning¨²n sitio.
Reed Brody es abogado de Human Rights Watch. Su trabajo en los casos de Pinochet y Hiss¨¨ne Habr¨¦ se muestra en un nuevo documental, The dictator hunter (El cazador de dictadores). Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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