Un ser de palabra
Desde su adolescencia Ferr¨¢n Lobo fue interlocutor de personas que, con frecuente abuso de lenguaje, eran tildadas de fil¨®sofos. A veces eran estudiosos de la filosof¨ªa en un sentido estricto, pero otras veces se trataba de cient¨ªficos que sacaban punta conceptual a alg¨²n aspecto de su disciplina. En ocasiones, el interlocutor era un fil¨®logo o un poeta, o ambas cosas a la vez. Ferr¨¢n Lobo siempre estaba dispuesto a aceptar una invitaci¨®n, a poder ser en lugar de dif¨ªcil acceso, para pasar unos d¨ªas simplemente hablando. En una de esas reuniones a¨²n en tiempo de Franco, sus interlocutores fueron, entre otros que por all¨ª d¨¢bamos un paso en la filosof¨ªa, Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo, Rafael S¨¢nchez Ferlosio, Fernando Savater y Eugenio Trias.
El lugar era un monasterio del Rosell¨®n, y el tema de reflexi¨®n, que ocupo una entera semana, el an¨¢lisis... de las f¨®rmulas del inter¨¦s simple y del inter¨¦s compuesto. Hace s¨®lo unas semanas evocaba Ferr¨¢n aquel simposio y ven¨ªa a recordar la urgencia de poner de relieve lo inextricable del lazo entre tiempo y capital.
Ferr¨¢n Lobo era bi¨®logo de formaci¨®n y hab¨ªa conocido al gran Margaleff, que le abri¨® un camino para una experiencia apasionante de dos a?os de navegaci¨®n en un barco pesquero. En Pasajes de San Juan le despidieron sus amigos y all¨ª le encontraron m¨¢s tarde, reciclado como profesor de filosof¨ªa y embarcado en la apasionante aventura que signific¨® la creaci¨®n de la facultad de Zorroaga en el Pa¨ªs Vasco. Despojaba textos cl¨¢sicos del velo de caspa con el que la erudici¨®n los hab¨ªa cubierto, desvelando as¨ª todo su contenido subversivo. Al tiempo que convert¨ªa en m¨ªtines sus clases de "Fundamentos biol¨®gicos de la personalidad", med¨ªa y sondeaba ese aut¨¦ntico pilar de una reflexi¨®n est¨¦tica digna de tal nombre que es la kantiana "Cr¨ªtica de la Facultad de Juzgar". Esta faceta le llevo a integrarse en la escuela de arquitectura de la Universidad polit¨¦cnica de Barcelona y a dar largos cursos sobre el tema en universidades de Colombia, pa¨ªs al que amaba entra?ablemente. Era habitual entre los amigos calificar a Ferr¨¢n Lobo de ¨¢grafo. La cosa no era exacta. Su tesis sobre Kant es una peque?a joya conceptual y estil¨ªstica, que simplemente nunca quiso publicar. En su lengua catalana Ferr¨¢n escrib¨ªa sobrios versos, que alguna vez los amigos encontr¨¢bamos por los pasillos.
Ferr¨¢n Lobo, que con tanta entereza ha permanecido "ateo en el lecho de muerte", evocaba en ocasiones al gran Peguy, con un rescoldo de nostalgia por una ¨¦poca en que la crueldad se traduc¨ªa al menos en la erecci¨®n de catedrales. Para los que le ve¨ªamos sellado por la enfermedad, constitu¨ªa una fuente de moral el comprobar que estas huellas del tiempo en su cuerpo no se empapaban de las mucho m¨¢s insoportables que, tambi¨¦n en los cuerpos, deja la mentira.
In mem¨®riam
Hace cerca de 30 a?os, en el monasterio de benedictinos de Cuix¨¢, en el Rosell¨®n, cuando ya no qued¨¢bamos m¨¢s que cinco amigos de una nutrida reuni¨®n, Ferr¨¢n Lobo, uno de los cinco, anticip¨® su marcha y los cuatro que qued¨¢bamos no pudimos dejar de hacerle esta poes¨ªa de amor y despedida:
"Pero sin lobo/ ?seguir¨¢ siendo el Canig¨® monta?a?/ ?Ser¨¢ la fraga fraga, el bosque bosque,/ nieve la nieve? ?Seguir¨¢ el pastor/ llam¨¢ndose pastor? ?Llevando nombre/ de mast¨ªn el mast¨ªn/ y el cordero cordero?".- Demetria Chamorro, Isabel Garc¨ªa Ballestero, Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo y Rafael S¨¢nchez Ferlosio.
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