Te llamar¨¦ "ella"
Despu¨¦s de a?os de ausencia regres¨® a Per¨² con DNI espa?ol, un billete de vuelta a Barcelona y euros para gastar. Al llegar al aeropuerto la esperaban parientes, amigos y, desde luego, sus padres, quienes aguantaron cuatro a?os sin verla, siempre con el Jes¨²s en la boca para que no la deportaran de Alemania, el primer pa¨ªs donde arrib¨®; despu¨¦s rezaban para que lograra sacar los papeles en Espa?a, durante la regularizaci¨®n de 2004 y tuviera suerte en el trabajo consiguiendo se?oras buenas que la emplearan en sus casas. Ten¨ªan noticias de ella cada semana cuando les hablaba por tel¨¦fono y les mandaba casi todo su sueldo en euros, el que a¨²n gana limpiando casas y cuidando ni?os, dinero que alcanz¨® para comprar un coche que convirtieron en taxi, as¨ª el padre pod¨ªa manejarlo y explotarlo para pagar las escuelas de sus hermanos y jubilar a la mam¨¢, que se mataba trabajando en un restaurante de cocinera. Antes que la hija emigrara a Europa, deb¨ªan arregl¨¢rselas para subsistir con 20 soles, el equivalente a cinco euros al d¨ªa para comer toda la familia.
-No, en verdad, no pongas mi nombre. Te sigo contando mi historia pero sin nombre.
-Bueno, te llamar¨¦ "ella".
Al cumplir los 24 a?os se fue de Nasca, donde naci¨®. No le doli¨®. En su pueblo muchos anhelan emigrar y se preparan mentalmente desde muy j¨®venes. Con el equipaje, empac¨® el car¨¢cter bien curtido, resistente como las l¨ªneas de Nasca, que han subsistido por siglos la inclemencia del sol y la furia del viento. Ah¨ª la lluvia no se asoma ni por casualidad, quiz¨¢ unas horas cada dos a?os, por ello Barcelona la bendec¨ªa cada vez que llov¨ªa, devolvi¨¦ndole toda el agua que no hab¨ªa tenido en su vida.
Orgullosa est¨¢ de ser nasque?a y de ese calendario astron¨®mico que dejaron sus antepasados, lleno de enigmas con figuras de monos, ara?as y aves que se ven desde el cielo, l¨ªneas tan perfectas e imponentes que parecen hechas por los dioses, pero fue la grandeza de los antiguos quienes las trazaron con un recorrido perfecto que parte de un punto y regresa al mismo punto de partida. Ella no regresar¨ªa a vivir a Per¨² porque ya no le ofrec¨ªa ning¨²n futuro. Cuando trabajaba en su pa¨ªs no pod¨ªa "darse el gusto" ni de comer uno de esos deliciosos pollos a la le?a, pues ganaba el equivalente a 75 euros al mes como recepcionista de un hotel en jornada completa. Ahora, con los cerca de 1.300 euros que gana en Barcelona, mandar¨¢ reconstruir las dos habitaciones de la casa de sus padres que se cayeron en el pasado terremoto: "Gracias a Dios a mi familia no le pas¨® nada, pero me cuesta convencer a mi padre de cambiar el adobe por ladrillo porque all¨¢ es costumbre tener casas de adobe".
- ?Te sentiste bien al regresar de vacaciones?
- Con mi familia s¨ª, pero fuera en las calles ya no. Me sent¨ªa extra?a, incluso la comida me cay¨® mal.
- ?Tu nivel de vida en Barcelona ha mejorado?
- No. Yo vivo en El Raval de manera tan austera como en Per¨². El dinero que gano lo mando a mis padres, en cambio, la vida de ellos ha mejorado mucho y es lo que me importa. S¨ª, ya s¨¦, muy diferente de los j¨®venes de ac¨¢, que son ego¨ªstas, que no dan nada a los padres y esperan recibir todo.
Cumpli¨® su sue?o de regresar a Per¨² con suficiente dinero ahorrado para llevar a sus padres a conocer MachuPicchu. S¨®lo ah¨ª arriba se le quit¨® el cansancio, ese que le hab¨ªan contado que experimentan los inmigrantes cuando regresan y que cae como l¨¢pida sobre el cuerpo, pero en MachuPicchu despert¨®. Sent¨ªa que las piedras le hablaban como si estuvieran vivas, reconoc¨ªa en esas ruinas la historia que desde ni?a le hab¨ªa sido contada mil veces en la escuela y ten¨ªa grabadas en la mente las im¨¢genes de aquel lugar prehisp¨¢nico que permaneci¨® celosamente oculto hasta el siglo XX. Es la morada de sus ancestros los incas.
El rostro delata su herencia ind¨ªgena que es tambi¨¦n su orgullo, "aunque en la escuela nos digan que la mayor¨ªa de los peruanos somos mestizos producto de la mezcla de los ind¨ªgenas de aqu¨ª y los espa?oles que nos conquistaron". Hab¨ªa que ir a MachuPicchu, porque cuando en Catalu?a le preguntan por ese lugar, debe confesar que nunca hab¨ªa estado ah¨ª y explica que su familia era pobre y no ten¨ªan dinero para viajar. Tambi¨¦n dice que no habla quechua u otra lengua aborigen: "porque los espa?oles al conquistarnos exterminaron a muchos indios y se perdieron m¨¢s de 400 lenguas. Hoy quedan 38, pero la mayor¨ªa de los peruanos no las hablamos. Por eso me gusta que los catalanes defiendan su lengua, ¨¦sa ya no se extingue".
- Y ahora pronuncias la "zeta" como en Espa?a.
- S¨ª, se me pega el acento.
- ?Tampoco me dejar¨¢s sacarte una foto?
- No, no. Mejor pon una de Nasca o MachuPicchu, que la gente vea qu¨¦ lindos son.
Lleg¨® a la cima y admir¨® el exuberante panorama a sus pies. Desde arriba, el paisaje adquir¨ªa otra dimensi¨®n, como los dibujos de Nasca que se revelan excelsos desde las alturas, como se mira el pa¨ªs de origen con DNI europeo. Sus ojos fotografiaron ese momento entra?able para llev¨¢rselo y recordarlo siempre desde su hogar: Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.