Amnist¨ªa y democracia
En los ¨²ltimos a?os, en el debate en torno las propuestas de recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica, y m¨¢s recientemente en relaci¨®n con la ley conocida con la misma denominaci¨®n, han aparecido frecuentes referencias a la Ley de Amnist¨ªa, aprobada por el Congreso de los Diputados hace ahora 30 a?os, el 14 de octubre de 1977, como culminaci¨®n de una larga lucha sostenida por el antifranquismo, indisociablemente unida a la lucha por la democracia. Aunque la amnist¨ªa fue siempre una reivindicaci¨®n presente en los programas de la oposici¨®n a la dictadura, en la d¨¦cada de 1970 se convirti¨® en un punto clave de la creciente articulaci¨®n del antifranquismo. Amnistia, junto con Llibertat y Estatut d'Autonomia fueron el lema con el que la Asamblea de Catalu?a logr¨® una importante movilizaci¨®n de la sociedad; igualmente, libertad y amnist¨ªa (y tambi¨¦n muchas veces estatuto de autonom¨ªa) fueron los lemas que en 1976 llenaron de manifestantes las calles en toda Espa?a.
No se debe ignorar el momento en que vio la luz la Ley de Amnist¨ªa y la significaci¨®n que tuvo entonces
Sin embargo, desde hace cierto tiempo, en algunos sectores cr¨ªticos con el proceso de transici¨®n a la democracia, la Ley de Amnist¨ªa se presenta err¨®neamente como una autoamnist¨ªa del franquismo, o como una ley de "punto final", que ten¨ªa como objetivo asegurar la impunidad de los responsables y colaboradores de la represi¨®n dictatorial. Otras voces, no tan desorientadas, han criticado la amnist¨ªa como muestra de las renuncias de la oposici¨®n antifranquista, permitiendo que se extendiera a los represores franquistas. Esta explicaci¨®n responde tambi¨¦n a un notable desconocimiento de la situaci¨®n del proceso hist¨®rico y, en algunos casos, a la voluntaria miop¨ªa respecto a la complejidad social, en un ejercicio muy distante de la inteligencia pol¨ªtica que una parte significativa de la militancia antifranquista supo desarrollar sobre todo en la d¨¦cada anterior a la muerte del dictador, una militancia capaz de establecer prioridades y actuar en consecuencia, lo que comportaba con frecuencia fuertes dosis de generosidad, teniendo en cuenta el contexto de dictadura en el que actuaba.
Efectivamente, la Ley de Amnist¨ªa fue impulsada por las fuerzas pol¨ªticas procedentes del antifranquismo, en primer lugar, porque promulgar una ley de tal naturaleza significaba una primera y contundente declaraci¨®n de ilegitimidad del franquismo, puesto que no se trataba de perdonar unas penas impuestas, sino de proclamar que ¨¦stas no deb¨ªan haber existido, ya que fueron dictadas por un r¨¦gimen ileg¨ªtimo e injusto. No debe extra?ar, por tanto, que las resistencias a la aprobaci¨®n de la ley procedieran b¨¢sicamente los sectores franquistas m¨¢s recalcitrantes, y que incluso los procedentes del reformismo franquista integrado en la UCD mostraran inicialmente poco entusiasmo, aunque finalmente aceptaran su elaboraci¨®n.
Naturalmente, la situaci¨®n pol¨ªtica vasca tuvo tambi¨¦n un considerable peso en la elaboraci¨®n de la ley. Hay que recordar que la continuidad de la acci¨®n violenta por parte de ETA comportaba la existencia de un colectivo de presos, y estaba extendida la convicci¨®n de que su liberaci¨®n, junto con el avance del proceso de cambios, contribuir¨ªa decisivamente al fin de la violencia pol¨ªtica. Con la amnist¨ªa se pretend¨ªa visualizar que empezaba una nueva etapa, y que empezaba para todos, aunque los etarras hubieran continuado matando despu¨¦s de la amnist¨ªa decretada por Adolfo Su¨¢rez al hacerse cargo del Gobierno, en julio del a?o anterior. No es ocioso recordar que, justamente, con esa medida emblem¨¢tica, Su¨¢rez hab¨ªa pretendido mostrar que estaba dispuesto a aceptar muchas de las reivindicaciones de la oposici¨®n democr¨¢tica.
La lectura del debate parlamentario sobre el proyecto de ley es especialmente interesante y ser¨ªa recomendable que algunos la hicieran antes de opinar con tanta frivolidad sobre la cuesti¨®n. Los parlamentarios procedentes del antifranquismo exig¨ªan la amnist¨ªa como una medida de ruptura con el pasado y, adem¨¢s, de reconciliaci¨®n; para ellos se trataba de negar el orden franquista y avanzar decisivamente hacia un nuevo marco pol¨ªtico que permitiera que todos los ciudadanos pudieran convivir en Espa?a libremente, defendiendo cada uno sus ideas. El l¨ªder sindical Marcelino Camacho, portavoz en el debate del grupo comunista, con largos a?os de c¨¢rcel en sus espaldas, lo expres¨® claramente: "Para nosotros, tanto como reparaci¨®n de injusticias cometidas a lo largo de estos 40 a?os de dictadura, la amnist¨ªa es una pol¨ªtica nacional y democr¨¢tica, la ¨²nica consecuente que puede cerrar ese pasado de guerras civiles y cruzadas". Por su parte, el socialista catal¨¢n Josep M. Triginer manifest¨®: "el d¨ªa de hoy cierra definitivamente una etapa hist¨®rica de nuestro pa¨ªs", aunque apunt¨® inmediatamente que deb¨ªa "seguir el proceso democratizador con prontitud", pues no deb¨ªa olvidarse que el Parlamento era "el ¨²nico instrumento democr¨¢tico (...) en el actual estructura de poder". Para el tambi¨¦n socialista Jos¨¦ Maria Benegas, la promulgaci¨®n de la amnist¨ªa implicaba enterrar por fin la Guerra Civil, "la divisi¨®n entre los espa?oles y las responsabilidades derivadas de quienes, en defensa de la libertad, se opusieron a aquellos que pretendieron acallar la fuerza de la raz¨®n por la fuerza de la violencia y del ejercicio del poder". Y para el dirigente del PNV Xabier Arzallus, la amnist¨ªa era "el inicio del comienzo de la democracia". Cuando la ley fue aprobada tambi¨¦n en el Senado, el recientemente fallecido Llu¨ªs Maria Xirinachs, que hab¨ªa permanecido en pie en todas las sesiones de la c¨¢mara reivindicando la amnist¨ªa, decidi¨® sentarse dando por alcanzado ese fundamental objetivo que hab¨ªa sido el eje de su actividad c¨ªvica y pol¨ªtica.
Por tanto, para las fuerzas pol¨ªticas procedentes del antifranquismo, la promulgaci¨®n de la amnist¨ªa -y, posteriormente de una Constituci¨®n democr¨¢tica-, supon¨ªa alcanzar su objetivo fundamental: lograr la desaparici¨®n de la dictadura, lo que permit¨ªa aceptar incluso la amnist¨ªa de los "delitos" franquistas, introducida en el articulado de la ley por la UCD.
Naturalmente, 30 a?os despu¨¦s, es leg¨ªtimo examinar cr¨ªticamente la ley de Amnist¨ªa desde la realidad actual y desde planteamientos completamente ajenos a la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola de los a?os de la transici¨®n, pero no deben ignorarse o tergiversarse las caracter¨ªsticas del momento en que vio la luz y la significaci¨®n que entonces tuvo.
Carme Molinero y Pere Ys¨¤s son historiadores del Centro de Estudios sobre la ?pocas Franquista y Democr¨¢tica (CEFID-UAB).
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