El punto G
NOS CITARON en Segovia para hablar de di¨¢logos, humor, telenovelas, esas cosas en las que los cr¨ªticos de literatura s¨®lo reparan cuando pasan siglos y el tiempo convierte en cl¨¢sica la cultura popular. ?ramos dos colombianos y yo, en calidad de preguntadora, por lo cual, a partir de este momento, me hago invisible. Sergio Cabrera, director de cine, y Fernando Gait¨¢n, creador de Betty la Fea. A Gait¨¢n lo conoc¨ª hace a?os, cuando la serie original se emiti¨® aqu¨ª. Ahora, su Betty lleva camino de hacerse tan universal como la Cenicienta o el Patito Feo. Fuimos los ¨²ltimos en un festival, el Hay, en el que los escritores se ven obligados a hablar de lo que casi nunca hablan, de literatura, porque si algo caracteriza a los escritores, cuando se juntan (qu¨¦ peligro), es el poner a parir a los escritores ausentes, hacerle un traje al ¨²ltimo que ha sacado un libro, especular sobre el adelanto, disfrutar cuando la novela (de otro) no se vende como se esperaba o buscar razones para el ¨¦xito de ventas de ese libro tan mediocre ("pues eso, que es mediocre"). Los escritores, como los cirujanos o los cocineros, responden a varios estereotipos: los que est¨¢n resentidos por no alcanzar el ¨¦xito que creen merecer; los que, aun muriendo de ¨¦xito, siempre est¨¢n descontentos y quisieran que los suplementos literarios fueran monogr¨¢ficos sobre su persona; los que dicen que viven retirados, pero morir¨¢n con la lengua fuera de un congreso a otro, etc¨¦tera. Pensar¨¢n ustedes que juzgo con dureza, y yo les digo: "?En absoluto!". Amigos, yo s¨®lo creo en el ser humano, en el material tan barato con el que est¨¢ hecho, y los escritores no son otra cosa que seres humanos, aunque los lectores, a veces, v¨ªctimas del influjo intoxicador de la literatura, piensen que est¨¢n ante semidioses. Lo bueno de estar con un tipo como Fernando Gait¨¢n es que da por hecho que el mundo de la cultura no lo considera un semidi¨®s, y eso le permite ser una persona de lo m¨¢s relajada. Contaba Fernando que ¨¦l proced¨ªa del mundo literario y que, cuando empez¨® a escribir telenovelas, sus amigos intelectuales le miraban raro por la calle, o sea, por encima del hombro. Tambi¨¦n es cierto que en Colombia se le ha hecho justicia, y ahora Gait¨¢n es un hombre respetad¨ªsimo por el significativo m¨¦rito de haber sido el escribidor que introdujo humor en las telenovelas, que siempre se mov¨ªan en el terreno de lo cursi. Dec¨ªa que fuimos los ¨²ltimos en el festival y, aunque la sala estaba a rebosar (segovianos y bogotanos), no dej¨¦ de tener la sensaci¨®n de que ya los obreros estaban desmontando el tenderete. Algo parecido a esa escena entre cruel y tierna de El verdugo en la que Emma Penella y Nino Manfredi est¨¢n cas¨¢ndose y los monaguillos van retirando las flores y las velas de la flamante boda anterior, dejando a los novios pobres en la penumbra. Aunque s¨¦ que esa escena toca el cielo de la inventiva humor¨ªstica, a m¨ª siempre me ha puesto muy triste porque en esos novios estoy viendo la precariedad de la vida de nuestros padres en plena posguerra. La conversaci¨®n con el genio Gait¨¢n tuvo momentos evocadores, me reconciliaba con una escena que todas las tardes ve¨ªa repetirse en casa de mi abuelo: la concentraci¨®n de mi adorada t¨ªa, despu¨¦s de comer, al lado de la radio, exigiendo el silencio de los sobrinos, soportando nuestras burlas y risas cuando la ve¨ªamos limpiarse las l¨¢grimas ante las desgracias sin fin que les iban ocurriendo a las hero¨ªnas de El cielo que nunca vi o Simplemente Mar¨ªa. Era un g¨¦nero agonizante al que se aferraban las abuelas y las t¨ªas solteras, y que a nosotros, ni?os, adolescentes, nos provocaba un rechazo hacia la radio, como si fuera un medio para viejos (cosas de la vida: me faltaban s¨®lo unos a?os para morirme por entrar a trabajar en ella). Todos estos recuerdos nos ven¨ªan a la cabeza en aquella conversaci¨®n segoviana. Gait¨¢n hablaba de los seriales que ¨¦l s¨ª escuch¨® fascinado de ni?o y de c¨®mo la vida hizo el resto y le convirti¨® en el escribidor m¨¢s traducido del mundo. Versiones de Betty hay en muchos pa¨ªses, pero ¨¦l escribi¨® la aut¨¦ntica. Recuerdo que en la entrevista que le hice para este peri¨®dico hace a?os le pregunt¨¦: "?Cu¨¢ntos guionistas tienes en el equipo?", y ¨¦l me respondi¨®: "?En qu¨¦ equipo? La serie me la escrib¨ª yo solo". Eso quiere decir que de esa gloriosa cabeza salieron cinco mil p¨¢ginas de aquellos di¨¢logos que tanto hicieron re¨ªr a Terenci Moix, ese hombre sin prejuicios que acertaba a ver el talento en lugares donde muchos presumen que no lo hay. A pocos d¨ªas de su muerte, Terenci llam¨® a casa: "Me perd¨ª los primeros cap¨ªtulos, ?me los puedes conseguir?". A eso le llamo yo apurar la vida. Lo incre¨ªble del caso Gait¨¢n es que cre¨® escuela, y los guionistas colombianos comenzaron a inventar historias humor¨ªsticas para los culebrones. Ahora se pasa una con un t¨ªtulo genial, Sin tetas no hay para¨ªso, la peripecia de una muchacha que busca dinero para ponerse pechos en una zona de Colombia donde abundan las mujeres hermosas y los mafiosos. Una suerte de sainete sopranesco pasado por la genial retranca colombiana. Sergio Cabrera a?adi¨® una teor¨ªa interesante acerca de las telenovelas, dijo que en Estados Unidos los protagonistas siempre logran sus objetivos gracias a su esfuerzo, y que en los pa¨ªses del sur los personajes siempre esperan que la vida cambie gracias a un golpe de suerte. Betty se salt¨® la norma sure?a: ella progres¨® gracias a su inteligencia. E hizo verdad un dicho colombiano: "No hay mujeres feas, sino mujeres sin dinero".
(Gait¨¢n me insisti¨® en que le visitara en su restaurante cuando fuera a Bogot¨¢. Es como su cuartel general. Se llama El Punto G).
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