?Volem l'Estatut..., el bingo y la l¨ªnea!
Hace 30 a?os, Valencia acog¨ªa la primera gran manifestaci¨®n de la democracia
En 1977 se lanzaba al espacio el primer sat¨¦lite Meteosat destinado, entre otros menesteres, a predecir las contigencias meteorol¨®gicas. No sabemos si aquel sat¨¦lite pionero capt¨® el tsunami humano en que desemboc¨® la primera y gran manifestaci¨®n celebrada en la ciudad de Valencia y con la que el pueblo, uno e invertebrado, entre el S¨¦nia y el Segura, se otorg¨® su carta de existencia en la nueva Espa?a de la cartograf¨ªa autonomista. Como el pueblo elegido del Antiguo Testamento, atraves¨® las Torres de Serranos, la farmacia Ca?izares y Tejidos Selogar y, a trav¨¦s de las aguas de un Nilo alborotado, se abri¨® en un mar de se?eras y proclamas, al gusto y confecci¨®n de cada uno, y se dirigi¨® hacia la conquista del Shangri-La auton¨®mico, desde la plaza de San Agust¨ªn hasta la plaza de Am¨¦rica. Una traves¨ªa que todav¨ªa tendr¨ªa que esperar cinco a?os, para pasar del estado preauton¨®mico a la fase terminal en la UVI montada entre Alfonso Guerra y Abril Martorell, con liposucci¨®n y lifting homologador.
La 'coentor' contin¨²a instalada, ahora ya en el DOCV, como nuestro "branding' existencial"
El pa¨ªs se acababa de sumar a los reg¨ªmenes con visa democr¨¢tica, sin demasiado saldo
Ahora, treinta a?os despu¨¦s, habitantes orgullosos como somos de la ciudad de los prodigios, de las fiestas y las coyunturas, la efem¨¦ride, como algunos r¨¦cords del Guinnes, parece ultrapasada o tan decolorada como el Pal -?o era Secam?- de los primeros televisores en color de Alejandro Soler o Hogar Complet.
El pa¨ªs se acababa de sumar al club de los reg¨ªmenes con visa democr¨¢tica, sin demasiado saldo en sus activos, y as¨ª, mientras unos coreaban "libertad, amnist¨ªa y estatuto de autonom¨ªa" -un a?adido de ¨²ltima hora-, otros se preparaban para cantar l¨ªnea o bingo seg¨²n viajara la ruleta de la suerte. El juego, como los orgasmos de Sylvia Kristel en Emmanuelle, empezaba a dejar de ser clandestino y los salones de bingo afloraban como los Seat 127 en la pista de Silla. En la Piscina Valencia, y antes en el Ateneo Mercantil, Jes¨²s Barrachina, un empresario siempre atento al air du temps, pon¨ªa en marcha la timba con la misma celeridad que muchos franquistas se transmutaban en dem¨®cratas en las listas de los partidos de la derecha o los marxistas-leninistas, en socialdem¨®cratas de nouvelle vague. Con la misma velocidad con la que unos se iniciaban en el jogging y los transformistas se cambiaban de tanga y peluca en La Cetra, local de variedades gays situado en la calle Triador y ahora revivificado barrio de Velluters, artes y oficios. Cada noche, Antonio Camps, de profesi¨®n peluquero, y para el playback, Margott, invoca el fantasma de Sara Montiel, "Maniqu¨ªiiiii", y el espectro de la estrella manchega aterriza entre las mesas de la sala y el escenario con cortinas de lam¨¦, "Maniqu¨ªiiiii". Por el club har¨¢ su b¨²squeda vital, Cherchez la femme, con la ayuda del paillet¨¦ y las pelucas de Mona Lisa, Rafa Gassent, cineasta, publicista y comprometido al transformarse en la nueva Flor de Oto?o de la noche valenciana. Tres d¨¦cadas despu¨¦s, los transformistas se disfrazan de drag queens, hacen de go-gos en parques tem¨¢ticos o de cheerladers en presentaciones falleras. Las fallas, por su parte, aquel mismo a?o de 1977 ten¨ªan como fallera mayor infantil a Sonsoles Su¨¢rez Illana, hija del presidente del Gobierno que continuaba la tradici¨®n nominativa. Ahora, desde la llegada del Partido Popular al palacio de la calle Caballeros, los casales falleros se han transformado en un excelente granero para futuras presentadoras de Canal 9 con dicci¨®n de autoescuela. Una televisi¨®n que, en manos de sus dirigentes auton¨®micos, ha conseguido hacer la deseada simbiosis entre la realidad y la imagen al gusto condensado de sus gobernantes, mientras la oposici¨®n ha estado recluida en la dimensi¨®n desconocida.
Como en un cuadro de Genov¨¦s, el aeropuerto de Barajas se convirti¨® en punto de encuentro del exilio espa?ol y testimoni¨® gr¨¢ficamente el retorno, cheveux au vent, de Rafael Alberti, Salvador de Madariaga o Maria Casares . Nosotros, en esta parte, descubr¨ªamos a un muralista republicano e izquierdista, Josep Renau, como s¨ªmbolo orgulloso del pasado republicano valenciano, hasta aquel entonces monopolizado por Blasco Ib¨¢?ez como totem de la causa tricolor. Ahora, las paradojas del calendario han querido que el pintor y muralista comparta actualidad con su reverso pl¨¢stico, Joaqu¨ªn Sorolla, que realiza un nuevo comeback triunfante en la ciudad gracias al remodelado Centro Cultural de Bancaja y la interpretaci¨®n colorista del estado de las autonom¨ªas v¨ªa la Hispanic Society de Nueva York. Sorolla dibujaba prof¨¦ticamente el futuro mapa del Estado espa?ol con atrezzo y peculiaridades regionales que la LOAPA se encargar¨ªa posteriormente de armonizar. Aqu¨ª y mientras tanto, con la efervescencia auton¨®mica, los valencianos desfilaban entre el karaoke Tots a una veu y el grito festivo de La manta al coll, entre la reivindicaci¨®n nacional v¨ªa dol?aina y moixeranga y la vindicaci¨®n regionalista del autor de La Dolorosa.
Cerca del Ayuntamiento, el soci¨®logo Dami¨¤ Moll¨¤ y la profesora de derecho, Carmen Alborch, participaban de la fiesta. No sabemos si despu¨¦s de observar la manifestaci¨®n y su heterodoxa composici¨®n, Moll¨¤ decidi¨® que nuestro futuro deb¨ªa ser impuro como las aguas del Segura. Bendecido como el Estatuto de Benicasim -el otro y m¨¢s reciente contin¨²a como objeto no identificado- el atrezzo sorollista acabar¨¢ por imponerse como marco distintivo y estatutario y el viejo republicano har¨¢ el camino de retorno a Berl¨ªn para morirse el mismo a?o que se aprobaba en las Cortes espa?olas.
En 1977 los valencianos incorporaban en su diccionario port¨¢til, entre otros vocablos nuevos, sex-shop, punk, DIU, topless, tanga, Batalla de Almansa, bingo o comida macrobi¨®tica con el mismo ¨¦nfasis nominal que hoy declaman chip, m¨®vil, bonob¨²s, ADN, canon digital o d¨¦ficit hidr¨¢ulico. La autopista A-7 finalmente comenzaba a atravesar La Safor y la Ford, la IBM y Continente en la pista de Silla -el siguiente paso trascendental ser¨¢ pasar del Superette a Mercadona- constituian el Eldorado del horizonte econ¨®mico valenciano. Treinta a?os despu¨¦s, la Ciudad de las Artes, la America's Cup y el circuito de F¨®rmula 1 forman el nuevo tri¨¢ngulo dorado del paisaje local.
A finales de aquel a?o 1977, el teatro de la Societat Coral El Micalet, que junto con el Val¨¨ncia-Cinema monopolizaban el espect¨¢culo independiente y engag¨¦, estrenaba la obra Mem¨°ries de la coentor (Memorias de lo hortera) del grupo Carnestoltes, dirigida por Juli Leal. El espect¨¢culo pas¨® a ser un significativo ¨¦xito en el panorama teatral de la ciudad y reflexionaba, con humor, sobre algunos de los tics hist¨®ricos de los valencianos. Treinta a?os despu¨¦s, la coentor contin¨²a instalada, ahora ya con firma en el DOGV como nuestro "branding existencial". O lo que hemos aportado, como distintivo, los valencianos a la cultura universal con el Hollywood del maestro Jos¨¦ Iturbi y el Paquito el Chocolatero, que igual sirve como sinton¨ªa publicitaria de moda que como est¨ªmulo mel¨®dico en el Campeonato Mundial de Rugby. Una coentor perfumada de cursiler¨ªa y escenificada en proyectos como la apertura de la d¨¢rsena y este Balc¨®n del Mar, nombre m¨¢s propio de una campa?a del Ministerio de Informaci¨®n y Turismo de los a?os sesenta y de aquellos Festivales de Espa?a de los Jardines de Viveros. O en la publicidad de determinados escaparates culturales. Para una de sus ¨²ltimas campa?as institucionales, Presidencia nos incitaba a "imaginar m¨¢s comunidad", una nomenclatura ya de por s¨ª confusa e ins¨ªpida, para concitar complicidades colectivas y que seguro que ninguno de los nueve diputados electos y p¨²blico general que se encaminaban hacia la plaza de Am¨¦rica aquel 9 de octubre pod¨ªan imaginar que acabar¨ªa como nombre distintivo para designar el territorio que ahora reclaman m¨¢s libre y valenciano.
Pero, puestos a se?alar un momento glorioso e imborrable de nuestras memorias de la coentor en estos ¨²ltimos treinta a?os, regresemos al pasado y a aquellas galas de los Premis Nova retransmitidas por Canal 9 con la clase empresarial conmovida, como si hubiesen vuelto los tiempo de los paradores de las Fallas. Plan siguiente. Carla Bruni, estrella top de la noche, pone cara de p¨®ker, dudosa de si a quien tiene enfrente es el presidente del gremio de sastres o el gerente de una cadena de franquicias de bronceados r¨¢pidos. Un a?o despu¨¦s, Carla Bruni decid¨ªa dedicarse a la canci¨®n. Y Eduardo Zaplana, igual de bronceado, se iba hacia Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Transici¨®n espa?ola
- Conmemoraciones hist¨®ricas
- Manifestaciones
- Fiestas auton¨®micas
- Comunidades aut¨®nomas
- Orden p¨²blico
- Protestas sociales
- Malestar social
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Comunidad Valenciana
- Seguridad ciudadana
- Historia contempor¨¢nea
- Fiestas
- Problemas sociales
- Historia
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Justicia
- Sociedad
- Transici¨®n democr¨¢tica
- Conflictos pol¨ªticos
- Pol¨ªtica