Ni un d¨®lar m¨¢s para whisky
El presidente de Venezuela, Hugo Ch¨¢vez, arremete contra la burgues¨ªa bolivariana amante de las mansiones y los coches de lujo que la corrupci¨®n del r¨¦gimen ayud¨® a crear

Cualquier noche, a las puertas de los locales m¨¢s exclusivos de Caracas se puede apreciar la imponente figura de esos todoterrenos estadounidenses con forma de tanque, de los m¨¢s caros y potentes del mercado. Son los Hummer. Hasta tal punto ha llegado la fiebre de los Hummer a la Rep¨²blica Bolivariana de Venezuela que la General Motors ya ha anunciado la apertura de seis concesionarios en distintas ciudades del pa¨ªs. Su p¨¢gina de Internet (www.hummervenezuela.com.ve) en Venezuela anuncia: "Siempre has so?ado con uno. Ahora puede ser tuyo. Reserva ya". Hay que ponerse en la cola para comprarlo. Pero, ?c¨®mo se compagina el sue?o de tanto Hummer con el sue?o de la revoluci¨®n?
Seg¨²n los partidarios de la oposici¨®n al presidente, Hugo Ch¨¢vez, la inmensa mayor¨ªa de quienes compran esos veh¨ªculos son los nuevos ricos chavistas, los llamados boliburgueses, un fen¨®meno social con el que se bautiza a los revolucionarios bolivarianos que se han enriquecido de una forma r¨¢pida y no siempre transparente, bien vinculados a la industria del petr¨®leo, a la de la construcci¨®n o a las operaciones de cambio de divisas. "Uno reconoce al boliburgu¨¦s porque, cuando llega a un bar, pide whisky de 18 a?os, ni siquiera de 12 a?os. Siempre lo m¨¢s caro", repite la oposici¨®n a Ch¨¢vez.
Los centros comerciales de Caracas est¨¢n llenos, pero faltan huevos y leche en los mercados
"Uno reconoce al 'boliburgu¨¦s' cuando pide un whisky de 18 a?os", dice un opositor
En esos locales nocturnos de Caracas, uno puede palpar la efervescencia que vive cierta parte de la sociedad y dejarse subyugar por la idea de que en cualquier momento se puede hacer un buen negocio. Y hacerlo ah¨ª, en el pa¨ªs, sin emigrar. Uno de los chistes m¨¢s extendidos es que la ¨²nica manera de regresar de Espa?a (o Miami) con un mill¨®n de d¨®lares es llev¨¢ndote dos. Venezuela lleva tres a?os y medio creciendo a un promedio del 9%, casi tres veces m¨¢s que Espa?a y casi igual que China. Los venezolanos compran un m¨®vil cada dos segundos, seg¨²n cifras facilitadas esta semana por la Administraci¨®n. En las tiendas de telefon¨ªa siempre hay que hacer cola para que te atiendan. El ritmo de reemplazo oscila entre los 12 y los 18 meses. Los mejores restaurantes de Caracas est¨¢n siempre llenos. Los centros comerciales, abarrotados. Las calles, en permanente atasco de tanto coche. Pero falta leche en los mercados. Y huevos. Hay que buscarlos entre los vendedores callejeros, que los venden casi al doble, para encontrar los productos l¨¢cteos.
As¨ª que lleg¨® el presidente, el propio Hugo Ch¨¢vez, y mand¨® parar. En su programa Al¨®, presidente de principios de mes advirti¨® que va a endurecer las medidas fiscales de importaci¨®n de whisky y veh¨ªculos de lujo. "Ni un d¨®lar para importar Hummer. ?Qu¨¦ es eso? No, se?or. Somos uno de los pa¨ªses que consume m¨¢s whisky per c¨¢pita en el mundo. Apretemos las tuercas porque hemos aflojado mucho el control de cambio. ?Qu¨¦ revoluci¨®n es ¨¦sta? ?La revoluci¨®n del whisky? ?La revoluci¨®n de los Hummer?". Ch¨¢vez atac¨® a "los corruptos de boina roja y de camisa roja", y critic¨® a los chavistas que siempre andan quej¨¢ndose: "?Este comunismo me tiene loco, este Hummer y este whisky me tienen loco!". Prometi¨® que iba a emprender "la revoluci¨®n dentro de la revoluci¨®n". "Prep¨¢rense, porque ¨¦ste que est¨¢ aqu¨ª va a apretar tuercas. Les estoy hablando a los que se dicen revolucionarios", a?adi¨®.
Las cr¨ªticas no tardaron en llegar desde la oposici¨®n. El presidente en el Estado T¨¢chira del partido Comit¨¦ de Organizaci¨®n Pol¨ªtica Electoral Independiente (COPEI), Johnson Delgado, tach¨® de "c¨ªnicas y embusteras" sus declaraciones. "Presidente, salga al patio del palacio de Miraflores
en donde se hacen reuniones tipo sarao con dirigentes de todo el pa¨ªs, y se dar¨¢ cuenta de que all¨ª estacionan sus camionetas Hummer el gobernador de Carabobo, el presidente de Cadivi [Comisi¨®n de Administraci¨®n de Divisas], el capit¨¢n retirado Hern¨¢ndez Beherenz, el superintendente del Seniat [Jos¨¦ Gregorio Vielma Mora, quien ocupa un cargo semejante al de un ministro de Hacienda en Espa?a y rehus¨® hablar con este peri¨®dico] y pare usted de contar". Delgado indic¨® que el Gobierno no puede impedir que los venezolanos compren tales veh¨ªculos o tomen whisky si el propio mandatario nacional no da el ejemplo. "El presidente s¨ª tiene derecho a usar trajes importados, a pagarle a uno de los sastres m¨¢s caros del mundo como lo es el se?or
Scutaro, a usar corbatas de seda italiana, a ponerse relojes Rolex y a darse lujos con el dinero del pueblo".
Un profesor europeo de Ciencias Pol¨ªticas que prefiere mantenerse en el anonimato sostiene que en Venezuela se est¨¢ produciendo un fen¨®meno similar al que se produjo en algunos pa¨ªses de Europa en los ochenta con la llegada de los socialistas al poder. "La diferencia es que aqu¨ª los nuevos ricos, gracias al petr¨®leo, son 10 veces m¨¢s ricos que los socialistas de entonces. Yo me considero chavista, pero cada d¨ªa m¨¢s ves que ellos compran Hummer y Rolls-Royce, sienten que son los reyes y no tienen problemas en invertir en un producto de lujo que, eso s¨ª, se queda en el pa¨ªs. Los viejos burgueses han invertido de siempre en Estados Unidos. Se est¨¢ dando la democratizaci¨®n de la corrupci¨®n. Pero esto no es sostenible. El nuevo hombre que vendr¨ªa con la revoluci¨®n no se ve. Y ya pasaron 10 a?os, que no son pocos. En cuanto a lo de gravar la importaci¨®n del whisky..., eso va a ser m¨¢s complicado. El pueblo venezolano considera el whisky como la bebida nacional. Incluso en los barrios m¨¢s pobres uno siempre encuentra esa bebida. Ciertamente, es una revoluci¨®n extra?a ¨¦sta donde se consigue whisky pero no leche".
Ch¨¢vez aprovecha sus comparecencias en televisi¨®n para recordar que uno de los objetivos de la reforma constitucional que someter¨¢ a refer¨¦ndum en los pr¨®ximos meses es acabar con la corrupci¨®n dentro del proceso revolucionario. "Puede que sea la corrupci¨®n lo que salve la democracia en este pa¨ªs", comenta un diplom¨¢tico. Sin embargo, apartados de ese ambiente de Hummer y negocios f¨¢ciles, hay gente como Haiman el Troudi que sigue trabajando de forma incansable en el fomento de nuevos valores. Cuando a Haiman el Troudi se le dice que no hay manera de conseguir hablar con ¨¦l, que est¨¢ siempre ocupado y de un lado para otro impartiendo conferencias, contesta sin re¨ªrse: "Es que estamos haciendo la revoluci¨®n".
Haiman el Troudi fue director del despacho de Ch¨¢vez en 2005 y 2006, y ahora es responsable de las investigaciones que el Centro Internacional Miranda promueve sobre el socialismo del siglo XXI. En cuanto a la boliburgues¨ªa y sus corruptelas, El Troudi es claro: "Yo he sido uno de los primeros en denunciar en este pa¨ªs la existencia de ese sector. Son una mutaci¨®n de los que en su d¨ªa defend¨ªan el chavismo sin Ch¨¢vez y ahora defienden el chavismo sin socialismo".

El barrio de los nuevos ricos
William D¨¢vila, miembro de la direcci¨®n del partido opositor Acci¨®n Democr¨¢tica, asegura que la pr¨¢ctica entre los chavistas ahora es reformar casas en barrios c¨¦ntricos. "Por dentro las dejan como verdaderos palacios y por fuera con un aspecto sencillo, humilde".
?se no es el caso de la Lagunita. En Caracas hay una urbanizaci¨®n en lo alto de una colina que se llama Lagunita Country Club. Palmeras imperiales, piscina, campo de golf, gran centro comercial y un club para los vecinos con clases de flamenco, de h¨ªpica, sal¨®n de belleza, peluquer¨ªa... Muchos opositores del presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez, aseguran que ¨¦se es el barrio en donde la boliburgues¨ªa se est¨¢ instalando. "Sus casas se distinguen de lejos porque las ponen todas de m¨¢rmol, con los materiales m¨¢s caros", indica una vecina. "Yo vend¨ª hace unos a?os la m¨ªa. Y me la compr¨® un chavista que quiso construir un helipuerto al lado de la casa. Como no lo dejaron, construy¨® un club privado. Y ah¨ª organizan sus fiestas".
La vecina se?al¨® la mansi¨®n, grande como un castillo, del testaferro de un ex ministro de Ch¨¢vez. "F¨ªjese en las alambradas el¨¦ctricas de los muros. Aqu¨ª, como en el resto de la ciudad, hay problemas de seguridad. Por eso encima de los muros ponemos alambres con corriente el¨¦ctrica. Pero f¨ªjese la diferencia entre las casas de siempre y la de este chavista". La del supuesto chavista, en efecto, contaba con una protecci¨®n el¨¦ctrica empotrada en lo alto de un muro de m¨¢s de cuatro metros como si fuera un adorno.
Despu¨¦s de un largo paseo en coche por la Lagunita Country Club, la vecina, que prefiere mantenerse en el anonimato, apenas pudo mostrar tres o cuatro grandes mansiones de supuestos chavistas. Impresionantes, eso s¨ª. Pero apenas tres en una urbanizaci¨®n de 700 familias y en la que en ninguna elecci¨®n ha ganado el partido de Ch¨¢vez. "Entre las que conozco yo y las que conoce una amiga m¨ªa contamos el otro d¨ªa unas 12 casas de chavistas. Seguramente hay m¨¢s", dice.
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