El sacerdote del horror

Cit¨® a Jesucristo y a los ap¨®stoles, a Juan Pablo II y al cardenal argentino Jorge Bergoglio. Habl¨® de perd¨®n, paz y reconciliaci¨®n, pero durante su alegato final momentos antes de que en la noche del lunes un juez de La Plata le condenara a cadena perpetua por genocidio, el sacerdote Christian von Wernich en ning¨²n momento pronunci¨® dos palabras: "Soy inocente".

La condena por la implicaci¨®n del ex capell¨¢n de la temida polic¨ªa bonaerense en cr¨ªmenes cometidos durante la dictadura militar (1976-1983) ha reavivado en Argentina el debate sobre el papel de la Iglesia en una ¨¦poca cuyas heridas siguen abiertas, en medio de una cascada de procesos judiciales activados gracias a la anulaci¨®n en junio de 2005 de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.

"Hubo una condena ejemplar para alguien que fue parte de la dictadura", dijo Kirchner

El de Von Wernich es el tercer proceso relevante desde entonces -los anteriores fueron contra Jorge Tigre Acosta y Miguel Etchecolatz-, y los tres juicios han tenido el mismo resultado; cadena perpetua. Pero tiene dos importantes particularidades. La primera es que el acusado, hallado culpable de siete asesinatos, torturas a 34 personas y secuestro ilegal en 42 casos, ha sido declarado adem¨¢s culpable de genocidio. Es decir, la sentencia reconoce la existencia de un plan establecido y sistem¨¢tico para la eliminaci¨®n de personas durante el r¨¦gimen. "Hubo una condena ejemplar para Von Wernich, que fue parte de la maquinaria infernal de la dictadura", subray¨® ayer el presidente argentino, N¨¦stor Kirchner, quien a?adi¨® que la condena del sacerdote "es un buen ejemplo para el mundo".

La segunda particularidad es que implica de lleno a un miembro de la Iglesia cat¨®lica. Seg¨²n han relatado los testigos citados durante tres meses de proceso, Von Wernich explot¨® su condici¨®n de sacerdote cat¨®lico para lograr un acercamiento enga?oso a las v¨ªctimas, se permiti¨® bromear sobre el sufrimiento con personas que acababan de ser torturadas e incluso en una ocasi¨®n su traje talar fue salpicado con la sangre de la v¨ªctima de una ejecuci¨®n.

El presidente de la Conferencia Episcopal argentina, cardenal Jorge Bergoglio, emiti¨® un comunicado en el que se?al¨® que la Iglesia expresa su conmoci¨®n por los "delitos grav¨ªsimos" en los que ha participado Von Wernich, al tiempo que destaca que si "alg¨²n miembro de la Iglesia hubiera avalado con su recomendaci¨®n o complicidad algunos de estos hechos de represi¨®n, habr¨ªa actuado bajo su responsabilidad personal".

No es ¨¦sa la opini¨®n compartida incluso por otros miembros del clero argentino, como el sacerdote Rub¨¦n Capitano, quien durante el testimonio prestado en el juicio que acaba de terminar destac¨® que "la Iglesia no mat¨®, pero no salv¨®", y a?adi¨® a modo de mea culpa: "Debimos estar al lado de los crucificados y no tan cerca de los crucificadores". Ayer se evocaba en Buenos Aires el caso del pro vicario castrense en los a?os del golpe, Victorio Bonamin, que justific¨® la dictadura asegurando que era "voluntad de Cristo".

Pero tambi¨¦n la represi¨®n alcanz¨® a la Iglesia y en ocasiones al alto clero, como al obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, quien fue asesinado por militares el 4 de agosto de 1976 sin que el obispado argentino emitiera ni una nota de protesta. Otros casos relevantes fueron el asesinato de cinco religiosos palotinos -uno de ellos acababa de denunciar en una homil¨ªa la subasta de bienes de desaparecidos- y el secuestro, tortura y asesinato en la Escuela Mec¨¢nica de la Armada (ESMA) de dos religiosas francesas.