Encerrados en el limbo
Se cerraba La residencia (1969), de Narciso Ib¨¢?ez Serrador, cl¨¢sico insular del terror espa?ol, con la imagen de un cuerpo femenino construido con retales mutilados de otros cuerpos. La impactante pieza de bricolaje morboso podr¨ªa funcionar como imagen simb¨®lica de El orfanato, pel¨ªcula con m¨¢s de un punto en com¨²n con la relevante obra de Ib¨¢?ez Serrador -ambas comparten un infrecuente cuidado en la forma y un profundo conocimiento de fuentes cl¨¢sicas-.
EL ORFANATO
Direcci¨®n: Juan Antonio Bayona. Int¨¦rpretes: Bel¨¦n Rueda, Montserrat Carulla, Fernando Cayo, Mabel Rivera, Roger Pr¨ªncep. G¨¦nero: terror. M¨¦xico-Espa?a, 2007. Duraci¨®n: 100 minutos.
El orfanato es, tambi¨¦n, un cuerpo hecho de piezas ensambladas, de ecos de otras pel¨ªculas que, en el mejor de los casos, aportan espesor a su entramado narrativo y, en el peor, funcionan casi como gratuitos samplers en un discurso musical de segunda mano. Si uno leyera la ¨®pera prima de Bayona con ojos maliciosos, incluso se atrever¨ªa a aventurar que su high concept para venderla a un ejecutivo de Hollywood podr¨ªa ser "la atm¨®sfera de Los otros con la actriz de Mar adentro".
Vaya por delante que el generalizado entusiasmo que suscita la pel¨ªcula no es ni irrelevante ni gratuito: El orfanato es un cuento de horror (y amor maternal) eficaz, h¨¢bil en el manejo de la inquietud y narrado con un gran dominio de la escritura visual, aunque este cr¨ªtico hubiese preferido que la angustia no se tradujese tan a menudo en vaivenes de c¨¢mara con ecos de reality o de v¨ªdeo de guerra. La pel¨ªcula de Bayona funciona como contundente ejercicio de horror mainstream e incluso como espejismo de buena pel¨ªcula, pero, definitivamente, no es el estreno que cabr¨ªa esperar de alguien que hab¨ªa firmado cortometrajes como Mis vacaciones (1999) y El hombre esponja (2002) -inconfesa adaptaci¨®n de El hombre que r¨ªe, de J. D. Salinger-, sensibles y l¨²cidas aproximaciones a la zona de sombra donde la mirada infantil encuentra al mundo adulto. El orfanato no es, pues, una obra de autor, sino el trabajo de un estratega que, en este caso -y con la ayuda del guionista Sergio G. S¨¢nchez-, mantiene la aparente conexi¨®n con los claroscuros de la infancia de esos trabajos anteriores, mientras sostiene en una mano un posible Manual para agradar a Guillermo del Toro en diez c¨®modos pasos y, en la otra, un ensayo sobre el arte de la seducci¨®n (de las masas).
Sugiere Bayona que su pel¨ªcula podr¨ªa leerse como relectura espectral del tema de los Ni?os Perdidos de Peter Pan desde la mirada de una Wendy, madura y trastornada, que, aqu¨ª, tambi¨¦n recuerda a la Deborah Kerr del Suspense (1961) de Jack Clayton. No queda claro si los ecos de Otra vuelta de tuerca le vienen a Bayona por la v¨ªa de Clayton, de Henry James o, m¨¢s probablemente, de su digest a trav¨¦s del cedazo de Los otros, porque El orfanato hace demasiada gala, en su conjunto, de una voracidad referencial que delata cierto talante fr¨ªvolo: revisar la escena de la m¨¦dium de Poltergeist (1982) sustituyendo la diminuta silueta de Zelda Rubinstein por la altura casi expresionista de Geraldine Chaplin es algo que cae de lleno en el chiste impertinente. O en el humor involuntario.
El orfanato tiene su elemento m¨¢s ins¨®lito en el tr¨¢nsito progresivo de una acci¨®n situada en el presente hacia un limbo atemporal de acentos g¨®ticos. Desafortunadamente, su propuesta se queda en otro limbo: en el de las promesas incumplidas.

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