En burro s¨ª, en coche no
La feminista saud¨ª Al Huweidar afirma que luchar por conducir es s¨®lo el primer paso
Wajiha al Huweidar y Fouzia al Ayouni, dos mujeres saud¨ªes, entraron el mes pasado en un centro de est¨¦tica de Dhahran, la capital petrolera de Arabia Saud¨ª, y pidieron a las clientas que firmasen su petici¨®n dirigida al rey Abdal¨¢. "Ha llegado el momento de otorgar a las mujeres su derecho natural a conducir un veh¨ªculo, un derecho denegado por razones puramente sociales e injustificadas", rezaba el texto.
"Me sorprendi¨® que el 90% de las que lo le¨ªan estaban de acuerdo, pero muchos menos lo firmaron por temor a posibles represalias", se?ala Al Huweidar, de 46 a?os, fundadora del ilegal comit¨¦ saud¨ª de defensores del derecho de las mujeres a conducir. Aun as¨ª obtuvieron 1.100 firmas en una semana, incluidas las de un pu?ado de hombres.
"Una esposa no puede abrir la puerta de su casa. Su marido se divorci¨® sin dec¨ªrselo"
La abogac¨ªa se ha abierto a las mujeres, pero les est¨¢ vedado actuar ante el tribunal
Ten¨ªan motivos para tener miedo. En v¨ªsperas de la primera guerra del Golfo, hace 17 a?os, medio centenar de mujeres saud¨ªes aprovecharon la masiva presencia de la prensa internacional en el reino para desencadenar su primera protesta. Condujeron durante unos minutos por las calles de Riad, la capital.
El rey Fahd orden¨® que fueran castigadas. Algunas pasaron un d¨ªa en la c¨¢rcel, a otras la polic¨ªa les retir¨® su pasaporte y las supuestas l¨ªderes perdieron su empleo. "Esta vez no nos ha pasado nada", se alegra Al Huweidar. Lamenta, sin embargo, no haber recibido respuesta alguna.
Su militancia feminista empez¨® con la publicaci¨®n de art¨ªculos en sendos diarios saud¨ªes, Al Watan y Arab News, hasta que el Ministerio del Interior le prohibi¨® escribir. Meses despu¨¦s se colg¨® una pancarta en la que se pod¨ªa leer "?Den a las mujeres sus derechos!" y se plant¨®, en agosto de 2006, en el puente que enlaza Arabia Saud¨ª con Bahrein.
Aguant¨® 20 minutos hasta que la polic¨ªa la detuvo. Aun as¨ª le dio tiempo a que alg¨²n automovilista le preguntase a gritos "por qu¨¦ exig¨ªa los derechos de las mujeres cuando ni siquiera los hombres gozaban de ellos", recuerda ri¨¦ndose.
El interrogatorio no empez¨® hasta que lleg¨® el preceptivo mutawae, agente de la polic¨ªa religiosa que vela por la moralidad de las mujeres, quien repet¨ªa vers¨ªculos del Cor¨¢n sobre el que debe de ser el comportamiento de las hembras p¨ªas.
Fue liberada cuando su hermano -"a ojos de la polic¨ªa las mujeres somos menores de edad", explica- firm¨® en una declaraci¨®n en la que ella se compromet¨ªa a no reincidir.
No respet¨® el compromiso y Al Huweider cay¨® al mes siguiente en manos de los mabahit, la polic¨ªa secreta, que la traslad¨® a comisar¨ªa para abortar su intento de organizar una protesta callejera el d¨ªa de la fiesta nacional.
Ahora Al Huweidar y su reci¨¦n creado comit¨¦ han optado por la petici¨®n al rey, que entra?a menos riesgos que la manifestaci¨®n. "La prohibici¨®n es absurda porque las familias pudientes deben contratar a un ch¨®fer inmigrante para que traslade a las mujeres y a veces ¨¦ste ni siquiera es musulm¨¢n", explica. "?Cuando pienso que mi madre y mi abuela se desplazaban solas en burro o en camello de un sitio a otro!"
El clero saud¨ª se opone a que las mujeres cojan el volante porque al circular solas pueden ser m¨¢s f¨¢cilmente v¨ªctimas de abusos, corren el riesgo de ser agredidas en caso de accidente y ser¨¢n m¨¢s propensas a las aventuras extramatrimoniales. En consecuencia, los valores isl¨¢micos quedar¨ªan erosionados.
La petici¨®n apenas tuvo eco en la prensa saud¨ª, pero los diarios Al Watan y Al Hayat publicaron varias cartas sobre el tema. Algunos lectores expresaron su admiraci¨®n "por la valiente haza?a" de las mujeres mientras que otros sintonizaron con el clero y sostuvieron que "autorizar a las mujeres a conducir traer¨¢ consigo el pecado mortal".
Aun as¨ª Al Huweidar es optimista. "Circulan rumores sobre que las mujeres podr¨ªamos ponernos al volante a partir de los 30 o 35 a?os", comenta. "Sospecho que se prepara a la opini¨®n para anunciar una decisi¨®n".
El derecho a conducir es s¨®lo un primer paso en la lucha que Al Huweider y las tres feministas que dirigen el comit¨¦ -Fouzia al Ayouni, Ebtihal Mubarak y Haifa Ansra- tienen la intenci¨®n de desarrollar en este pa¨ªs aliado privilegiado de EE UU.
"Las mujeres deben poder salir a la calle sin ser acompa?adas por un var¨®n de su familia, deben poder efectuar tr¨¢mites en las administraciones -como solicitar un pasaporte- y no verse obligadas a delegar en un var¨®n y, por ¨²ltimo, deben ser escuchadas por los tribunales que juzgan casos que les afectan", subraya.
"Ni siquiera las abogadas -una profesi¨®n reci¨¦n abierta a las mujeres- pueden acudir ante el juez a defender a sus clientes", se indigna. "Toda su labor se ci?e al despacho", prosigue.
"Aqu¨ª sucede a¨²n que una esposa llega a casa y no logra abrir la puerta porque su marido cambi¨® la cerradura", asegura Al Huweider recordando el caso de una amiga. "Entonces un criado le entrega la sentencia de divorcio solicitado por su c¨®nyuge y le indica que sus pertenencias fueron enviadas a casa de sus padres".
No todo es negativo. Reconoce que desde la entronizaci¨®n de Abdal¨¢, en 2005, "sopla una brisa aperturista". "Recibimos mejor educaci¨®n y accedemos a un mayor n¨²mero de puestos de trabajo hasta el punto de representar el 9% de la fuerza laboral". "Eso tendr¨¢ efectos positivos".
Autorizaci¨®n para viajar
Wajiha al Huweidar, que hizo escala en Amsterdam, no lleva ni abaya ni niqab, esos ropajes que cubren casi por completo a la mujer saud¨ª. Ni siquiera se coloca el hiyab (pa?uelo isl¨¢mico) cuando viaja por Europa. Viste una chaqueta vaquera, una blusa azul y un pantal¨®n blanco.
Formada en las universidades de Indiana y Georgetown (EE UU), es una privilegiada en su pa¨ªs. Se encarga de la formaci¨®n ling¨¹¨ªstica de los trabajadores de ARAMCO, el mastodonte petrolero saud¨ª.
Se aloja en el ¨¢rea residencial de la compa?¨ªa donde las mujeres s¨ª pueden conducir y hasta acuden a la piscina con biquini. "Es una contradicci¨®n m¨¢s que las normas sean diferentes dentro del mismo reino", resalta.
Se divorci¨® en 2004 cuando su marido quiso tomar a una segunda mujer. "Tuve la suerte de ser informada, lo que no les pasa a todas", precisa.
Aun as¨ª, se desplaza al extranjero gracias a un permiso que le otorg¨® su ex esposo. "Vence en 2009 y no s¨¦ lo que har¨¦ para seguir viajando", comenta. "Pedir¨¦, acaso, permiso a mi hijo mayor, que cumpli¨® 17 a?os", la edad preceptiva para concederlo.
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