Un nuevo fracaso socialista

En el transcurso de una entrevista publicada en la prensa, la consejera de Cultura, Trinidad Mir¨®, ha anunciado que no se celebrar¨¢n nuevas ediciones de la Bienal de Valencia. No era necesario que se produjera este anuncio para dar por muerta a la Bienal. Los ¨²ltimos acontecimientos surgidos en torno a ella -ese extravagante y car¨ªsimo acuerdo con Sao Paulo, que firm¨® Font de Mora- ya apuntaban en la direcci¨®n. En realidad, la Bienal de Valencia estaba condenada a desaparecer desde sus primeras convocatorias, cuando se pudo comprobar que la empresa no ofrec¨ªa los resultados requeridos para su continuidad.

El fracaso de la Bienal ha sido doble, y se ha producido tanto en el terreno art¨ªstico como en el comercial. Las propuestas art¨ªsticas resultaron, por lo general, inconsistentes para un mundo tan complejo y cambiante como es el del arte actual. En su aspecto comercial, la Bienal no consigui¨® situar el nombre de Valencia en el mercado, como se pretend¨ªa, pues nunca despert¨® el inter¨¦s en un p¨²blico amplio. Vistas las cosas con la perspectiva que da el tiempo transcurrido, se observa que el nombramiento de Settembrini no fue el m¨¢s adecuado para el proyecto.

Esta fenomenal empresa sobre la que tanto se ha hablado y escrito en la prensa, desaparece ahora rodeada de discreci¨®n y entre la indiferencia de los valencianos. ?Recuerda el lector cuando la subsecretaria de Cultura, Consuelo Ciscar, afirmaba que la Bienal situar¨ªa a la Comunidad Valenciana en el circuito mundial del arte? Conviene recordarlo porque afirmaciones semejantes han gozado, hasta hace cuatro d¨ªas, de cr¨¦dito en los diarios. ?Las exageraciones que hemos debido escuchar a prop¨®sito de la Bienal de Valencia y de empresas semejantes! En estos negocios, el dinero de los valencianos se ha manejado con un desparpajo y una prodigalidad que no puede extra?ar la deuda que acumulamos a estas alturas.

A efectos pol¨ªticos, es interesante ver c¨®mo el gobierno y la oposici¨®n se han comportado ante el anuncio del fin de la Bienal. En la diferente manera que cada uno de ellos ha tenido de enfrentarse al asunto, podemos ver un reflejo de la pol¨ªtica valenciana del momento. Por lo que hace al gobierno Camps, no es preciso decir que su actuaci¨®n ha sido excelente, como es habitual en ¨¦l. Ha logrado poner punto final a la Bienal sin trasladar a la opini¨®n p¨²blica cualquier sensaci¨®n de fracaso, y sale de la aventura -una aventura sin ninguna utilidad efectiva, que ha costado a los valencianos millones de euros- sin el menor desgaste pol¨ªtico.

En cuanto a la oposici¨®n, de no haber sido por la voluntariosa Ana Noguera, es probable que no hubiera dado se?ales de vida. Tampoco -digamos la verdad- cree uno que la iniciativa de Noguera tenga la menor trascendencia. Tanto da que Mir¨® presente las cuentas de la Bienal y explique sus resultados (?), como que no lo haga. El efecto pr¨¢ctico ser¨¢ el mismo, es decir, ninguno. El problema de los socialistas valencianos es que hace tiempo que perdieron la voz -mucho antes de las ¨²ltimas elecciones- y no aciertan a recuperarla. Estos hombres est¨¢n desarbolados. Camps lo sabe y por ello les ningunea en las Cortes cada vez que se le presenta la ocasi¨®n: es la forma de anularles ante la sociedad. ?Qui¨¦n puede confiar en unas personas que se muestran tan in¨²tiles? Imaginemos, por un momento, que el fracaso de la Bienal pudiera atribuirse a los socialistas. ?De qu¨¦ hablar¨ªan a estas horas los peri¨®dicos?