Mar¨ªa Llopis, profesora
El d¨ªa 16 de octubre ha fallecido en Madrid Mar¨ªa Llopis, siempre Maruja para los de su entorno. Fue una excelente profesora de lengua y literatura durante m¨¢s de cuarenta a?os en el colegio Estudio. Era una persona culta y entra?able, gran lectora y dotada de especial habilidad para aficionar a leer a sus alumnos. Adem¨¢s de seleccionar para ellos textos y ejercicios con gran esmero, dio gran importancia a la poes¨ªa y al recitado recogiendo el bagaje que sus disc¨ªpulos ten¨ªan desde los primeros a?os escolares. Fue profesora en la Escuela para Maestros de Educaci¨®n Infantil que la Instituci¨®n Libre de Ense?anza mantuvo de 1987 a 1990, explicando el valor del cuento y el recitado en los primeros niveles de la ense?anza con un programa que result¨® muy logrado.
Su sobrina Silvia Llopis nos transmite: "Hab¨ªa nacido en Manuel (Valencia) el 18 de septiembre de 1920. La familia se hab¨ªa trasladado a Madrid donde su padre ten¨ªa una empresa constructora, pero su madre siempre volv¨ªa al pueblo para dar a luz. La abuela Isabel tuvo tres hijos, Enrique, Isabel y Mar¨ªa y todos nacieron en aquel pueblecito valenciano rodeado de huertos de naranjos. A Mar¨ªa le gustaba mucho visitar a los parientes de Manuel y recordaba con gran cari?o a sus amigas de la juventud, con las que pas¨® muy buenos ratos".
Fue alumna del Instituto Escuela y siempre recordaba que de ah¨ª proven¨ªa su afici¨®n a la literatura. Toda la vida conserv¨® amistades profundas con sus compa?eras de colegio y tras una interrupci¨®n de m¨¢s de cuarenta a?os, el reencuentro casi fortuito con uno de los antiguos compa?eros, Fernando Duralde, m¨¦dico espa?ol afincado en los Estados Unidos, la llev¨® al matrimonio a los setenta y cuatro a?os casi como una aventura novelesca de las que tanto sab¨ªa. En su matrimonio viaj¨® mucho a pa¨ªses lejanos como China y tambi¨¦n por Europa y Estados Unidos donde fij¨® su residencia.
La viudedad la trajo de nuevo a Espa?a donde encontr¨® el calor y el cari?o de la familia y los amigos, aumentado por el de la numerosa familia Duralde. Era un cari?o bien merecido, ya que Maruja Llopis fue una persona singular: activa, inteligente y bondadosa, de una modestia y generosidad que podr¨ªan haberla hecho pasar desapercibida por la vida. Pero sus sobrinos, los numeros¨ªsimos alumnos, as¨ª como sus compa?eros de profesi¨®n y trabajo, somos conscientes de la fortuna que hemos disfrutado al estar cerca de una persona como ella. De nuevo Silvia Llopis nos dice de sus ¨²ltimos a?os: "Las canciones del colegio y las poes¨ªas que recordaba perfectamente y recitaba a sus enfermeros, la acompa?aron hasta el final".
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