Portadores de utop¨ªas
Con la edici¨®n de este volumen se completa la nueva edici¨®n en castellano de la trilog¨ªa El principio esperanza, de Ernst Bloch (1885- 1977), una de las obras mayores de la filosof¨ªa europea del siglo XX y una de las m¨¢s influyentes en la reflexi¨®n teol¨®gica de las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas. En el primer volumen el fil¨®sofo alem¨¢n pone las bases de la filosof¨ªa posidealista de la esperanza y desarrolla sus principales categor¨ªas: conciencia anticipatoria todav¨ªa-no-ser, todav¨ªa-no consciente, sue?o como deseo, sue?o como fantas¨ªa fabuladora, principio esperanza, utop¨ªa, futuro, materia como posibilidad, novum, etc¨¦tera. En el segundo hace un exhaustivo recorrido por la historia de las utop¨ªas y una creativa reflexi¨®n sobre el pensamiento ut¨®pico en sus distintas expresiones desde Grecia hasta hoy.
EL PRINCIPIO ESPERANZA III
Ernst Bloch
Trotta. Madrid, 2007
544 p¨¢ginas. 29 euros
El tercer volumen se abre con una cita de R¨¹ckert: "Todo hombre tiene ante s¨ª una imagen de lo que debe llegar a ser" (p¨¢gina 10), y concluye con un pensamiento que resume la filosof¨ªa ut¨®pica blochiana: "La verdadera g¨¦nesis no se encuentra al principio, sino al final en direcci¨®n a la patria, donde nadie ha estado todav¨ªa" (p¨¢gina 510). Entre estas referencias Bloch desgrana, con incomparable erudici¨®n, brillantez y sentido cr¨ªtico, sus reflexiones sobre las tanatolog¨ªas religiosas y filos¨®ficas y sobre las im¨¢genes de esperanza contra el poder de la m¨¢s fuerte antiutop¨ªa, que es la muerte. De las tanatolog¨ªas analizadas por Bloch cabe destacar la egipcia, la de la tragedia griega, la epic¨²rea, las im¨¢genes ilustradas y rom¨¢nticas de la muerte, la muerte en la conciencia socialista. El relato de la actitud del h¨¦roe rojo, que supera la muerte por la conciencia solidaria, es de los m¨¢s luminosos e impactantes de la obra. A diferencia de la muerte de los m¨¢rtires cristianos, el viernes santo del h¨¦roe rojo "no se halla dulcificado, ni menos suprimido, por ning¨²n domingo de resurrecci¨®n" (p¨¢gina 280).
Entre las im¨¢genes desiderativas ocupan un lugar especial las dise?adas por las religiones; as¨ª, por ejemplo, el ¨¦xodo de Mois¨¦s, el mesianismo jud¨ªo, el camino hacia un sol m¨¢s claro de Zoroastro, la imagen desiderativa del nirvana, el equilibrio terrestre-celeste del confucianismo y del tao¨ªsmo, el viaje celeste gn¨®stico, la utop¨ªa del reino, el cielo musulm¨¢n, la resurrecci¨®n b¨ªblica. Esta ¨²ltima responde no tanto al anhelo de inmortalidad cuanto a la sed de justicia que no se ve¨ªa realizada en la tierra y a la reivindicaci¨®n de un tribunal del que se carece aqu¨ª.
Por la obra desfilan algunas de las m¨¢s emblem¨¢ticas figuras literarias portadoras de utop¨ªa: Fausto, "el m¨¢s alto ejemplo de hombre ut¨®pico"; don Quijote, "el m¨¢s inflexible de los enso?adores incondicionales"; Hamlet, "un gran so?ador del gran estilo utopizante"; Ulises, que no muri¨® en ?taca, sino que sigui¨® viaje al mundo inhabitado, hacia lo inconmensurable. P¨¢ginas antol¨®gicas son las dedicadas a la m¨²sica, que es, para Bloch, la m¨¢s ut¨®pica de las artes.
Ahora bien, la esperanza en Bloch nada tiene de optimismo ingenuo, ni de confianza ciega. Est¨¢ te?ida de luto y lleva crespones negros. Puede, por tanto, frustrarse. Pero tambi¨¦n recuperarse de sus fracasos y salir a flote, porque, en definitiva, es docta spes.
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