La vida tras la cat¨¢strofe
"Desde que regres¨® la luz el¨¦ctrica nuestro trabajo es quitar lodo" - Miguel, Xaro, Rosario y Paco se apa?an en la planta superior de la casa
"El agua era de color chocolate, y en un minuto, te cubr¨ªa hasta los hombros dentro de casa". Rosario, de 67 a?os, lo cuenta r¨¢pido, como si quisiera huir del recuerdo a la vez que lo revive; camina ligera para su edad; es m¨¢s bien bajita, con lo que uno puede imaginar que, con el nivel de esa riada color ci¨¦naga desarroll¨¢ndose cerca de su cara, se pod¨ªa imaginar a si misma muerta de un momento a otro. "Bueno, no", dice, "pens¨¦ que si todo ese agua hab¨ªa venido a mediod¨ªa tan deprisa, se tendr¨ªa que ir igual".
Su casa est¨¢ en la calle de Alm¨¤ssera, muy cerca del r¨ªo Girona a su paso por El Verger, el municipio de La Marina Alta que quiz¨¢s ha quedado m¨¢s evidentemente devastado por la crecida de ese r¨ªo durante las lluvias torrenciales -de hasta 400 litros por metro cuadrado- del pasado viernes 12. "Aqu¨ª casi todas las casas son las t¨ªpicas de pueblo de planta baja y primer piso", relata Rosario. "Mi hija Xaro y su marido viven en la de arriba, y ese d¨ªa no estaban; mi marido tampoco". "Yo estaba sola en la planta de abajo, con mi otro hijo, Juan; el agua vino muy fuerte, rompi¨® parte de la persiana de la calle, y aneg¨® la parte baja". Ella se puso a buscar sus llaves para entrar a la estancia superior, "pero se las trag¨® el agua". Sin poder echar abajo la puerta blindada del piso superior, Rosario, con su hijo, se refugi¨® en las escaleras, entre los dos pisos, mientras ve¨ªa el l¨ªquido fangoso subir hacia ellos escal¨®n tras escal¨®n. El nivel se detuvo, por suerte, antes de llegar a ellos. En puntos de la casa, se acercar¨ªa al metro setenta u ochenta. En la calle, hay quien dice haber padecido hasta dos y tres metros de agua.
"Cuando he visto esto, me dan ganas de haberme ido con el agua"
La planta baja parec¨ªa el resto de un naufragio y el patio, un lodazal
Como mucha otra gente, tiene permiso de su empresa para afrontar la situaci¨®n
Paco, su marido, algo mayor que Rosario, se hab¨ªa atado a una cuerda -que otros hombres sujetaban- para poder desplazarse en medio de la tromba hacia la planta baja. Al lado de la suya, hab¨ªa dos casas m¨¢s. Los vecinos hab¨ªan saltado por los tejados de una a otra para bajar. Una de las casas qued¨® con todo su interior arrasado. La otra, literalmente, se vio abierta en canal por la tromba. D¨ªas m¨¢s tarde, una retroexcavadora giratoria la acabar¨ªa derruyendo. "Despu¨¦s de todo", dice Paco, "la nuestra es la casa que mejor ha quedado de esta calle". Se trata, precisamente, de una de las zonas m¨¢s cercanas al r¨ªo y de una de las m¨¢s castigadas. No lejos de all¨ª viv¨ªa Encarnaci¨®n Sastre, la mujer impedida f¨ªsicamente a quien el agua mat¨®.
"Cuando llegamos al pueblo, nos quedamos alucinados", cuentan Xaro y Miguel, hija y yerno de Rosario y Paco. La planta baja parec¨ªa el resto de un naufragio: con la humedad filtrada, despanzurrada, con varios palmos de barro, con muebles y electrodom¨¦sticos corridos a lo bestia. El patio trasero era un lodazal, con su muro protector derruido como por una bomba. Al lado, un descampado en el que aparcaban coches se hab¨ªa convertido en una monta?a fangosa de metal deforme, con veh¨ªculos retorcidos hasta lo alto de una farola. "Desde entonces, y sobre todo desde que volvimos a recuperar la luz el¨¦ctrica, nuestra vida es quitar lodo con pala, pico y chorro de agua", explica Miguel. Como mucha otra gente en la zona, ha obtenido permiso de la empresa en la que trabaja para afrontar la brutal situaci¨®n. Xaro y ¨¦l han enviado a sus hijos con familiares. Ellos, junto con Rosario y Paco, viven, duermen, desayunan y se apa?an en la estancia superior. La comida -tipo arroz al horno- y la cena -tortilla es lo com¨²n- la prepara muchas veces la hermana gemela de Rosario, que les ha llegado a traer cocas saladas en un coche de Protecci¨®n Civil. Las fotos antiguas, restos de ropa, objetos diversos: todo lo que puede recuperarse, se intenta salvar, como si se tratara de salvar lo que ha sido uno mismo.
Paco dice que la familia puede haber tenido p¨¦rdidas de "hasta 24.000 euros". Pero el impacto se relativiza si lo comparamos con el conjunto del caos que, seg¨²n el Ayuntamiento del pueblo, ha quedado en todo El Verger. Casi 280 inmuebles inundados, 11 casas que han de ser demolidas, un millar de damnificados y hasta 15 millones de euros en da?os. En las calles cercanas al r¨ªo, el ruido de excavadoras es una letan¨ªa. Los que tienen la casa deshecha est¨¢n repartidos en pisos de familiares, o, de manera gratuita, en viviendas de urbanizaciones cercanas.
Se habla de gente que ha podido merodear por casas deshabitadas -aunque m¨¢s en Els Poblets, una poblaci¨®n cercana- para ver qu¨¦ puede llevarse. Si se han acercado a comercios, poca cosa habr¨¢n encontrado. Mateu Salort, que fue en su d¨ªa alcalde socialista del pueblo -hoy gobierna el PP-, regenta una carpinter¨ªa cuya maquinaria mec¨¢nica ha sido da?ada en un 75% por el r¨ªo y el temporal. "Preveo gastos m¨ªnimos de 75.000 euros, aunque puede que sean de hasta 60.000 m¨¢s", dice, con un gesto contenido. Lo que ahora envuelve a sus dos naves es una especie de pantano que parece burbujear cuando llovizna. "Pasamos el d¨ªa aqu¨ª, sin luz, desde que asoma el sol hasta que se va, dejando secar las m¨¢quinas". Su socio, Vicent Rovira, tambi¨¦n se ha visto damnificado en su hogar. Aunque es una broma comparada con una vivienda cercana, la de Juan de Dios Anguita, una casa con muro de patio derribado y un boquete gigantesco que une un dormitorio con el garaje. "Aqu¨ª hay mucha gente que tenemos casitas en la playa, y a m¨ª me pill¨® all¨ª", dice. "Pero cuando he visto esto, me dan ganas de haberme ido con el agua", se?ala con v¨¦rtigo. "?Qu¨¦ es lo que hago desde el d¨ªa ese? Lo que todos, quitar porquer¨ªa como loco, menos cuando me voy a la casita de la playa para comer y dormir". Eso hace, mientras espera que alguien -con autoridad, se entiende- ayude directamente a arreglar el desastre que le ha quedado. Y lo espera, m¨¢s que con queja, con resignaci¨®n.
Ximo Coll y Majo Tur son dos de los concejales del PSPV en El Verger, y forman parte activa del contingente de ayuda al vecindario afectado que no para un segundo desde que se desbord¨® el Girona. "Ofrecemos v¨ªveres a la gente que lo necesita, hay muchos voluntarios para ayudar a lo que sea", dice Ximo. "Creo que todo el mundo ha entendido que es un momento para actuar conjuntamente, para moverse con agilidad". Por as¨ª decirlo, son el complemento de a pie del Ej¨¦rcito y los bomberos que, con sus equipos todoterreno, se han convertido en la atracci¨®n humanitaria de este pueblo. ?l, por ejemplo, igual acerca comida a una anciana que no puede desplazarse de su casa, que acompa?a a una psic¨®loga voluntaria a atender a una afectada que llora m¨¢s ahora que cuando muri¨® su esposo. Miguel Gonz¨¢lez, alcalde del PP, insiste en que "desde el Ayuntamiento se ha gestionado toda la ayuda log¨ªstica que ha sido posible, y no s¨®lo para El Verger, sino para toda la zona afectada". Por ejemplo, Aaron Segura, trabajador de la madera, es uno de los que ha sido reubicado en un apartamento de una urbanizaci¨®n por el riesgo de que el edificio donde vive -un conjunto de bloques de 15 pisos- se viniera abajo. "Protecci¨®n Civil nos ha venido trayendo la comida", apunta. Pero tanto los comerciantes como los vecinos con inmueble afectado, empiezan a necesitar la ayuda. Es decir, la compensaci¨®n econ¨®mica que les har¨¢ resurgir.
LAS CIFRAS DE LA RIADA
- UNA V?CTIMA MORTAL.
Encarnaci¨®n Sastre, una vecina de El Verger de 89 a?os, muri¨® al inundarse su vivienda, pr¨®xima al r¨ªo Girona.
- HASTA 407 LITROS.
L'Atz¨²via recogi¨® 407 litros por metro cuadrado en pocas horas. Le siguieron Orba (404), Alcalal¨ª (397), La Vall de Laguar (367), Villalonga (351), Vall de Gallinera (347), Pego (323) y Beniarr¨¦s (305). En Valencia se recogieron 160 litros en solo una hora.
- M?S DE 10.000 AFECTADOS.
El Ayuntamiento de Calp cifra los afectados en 3.500, con 126 edificios da?ados por las lluvias. El Verger contabiliza 1.000 personas y 279 inmuebles. L'Atz¨²via, 4.000 afectados. X¨¤bia, 500 familias, Els Poblets, 350. Teulada, 350. Beniarbeig, 50.
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