El olor del dinero
Poco a poco, comienza a restablecerse el orden en la comarca de La Marina Alta. Se trata, claro est¨¢, de un orden provisional que se crea d¨ªa a d¨ªa, conforme la poblaci¨®n va recuper¨¢ndose de las consecuencias de la tragedia. Para alcanzar la normalidad definitiva, sin embargo, har¨¢ falta alg¨²n tiempo y habr¨¢ que realizar un esfuerzo econ¨®mico considerable. A medida que los afectados presentan sus reclamaciones, empiezan a conocerse con detalle los da?os materiales originados por la cat¨¢strofe, que son cuantiosos. El coste emocional es incalculable y no admite reparaci¨®n: cada uno de los afectados lo vivir¨¢ de una manera diferente.
Ante el suceso, tanto el Gobierno central como el Consell han reaccionado con una inusitada presteza. Poco importa si ello tiene o no tiene que ver con las elecciones generales del pr¨®ximo marzo. Tras un comienzo donde la lucha partidista amenaz¨® con aflorar, se impuso el buen sentido y los pol¨ªticos dejaron de lado sus diferencias para centrarse en lo importante de ese momento: el socorro a las v¨ªctimas. Ahora hace falta que las administraciones se muestren efectivas y la ayuda llegue a los afectados en las condiciones debidas. Ya sabemos que es bastante m¨¢s f¨¢cil imprimir una disposici¨®n en el bolet¨ªn oficial que lograr que esta se ejecute como corresponde.
El temporal de lluvias ha trastocado la l¨ªnea que el Gobierno Camps hab¨ªa trazado para la campa?a electoral. Habr¨¢ que esperar alg¨²n tiempo para que el agua pueda utilizarse como argumento electoral en la Comunidad Valenciana. Tambi¨¦n los planes urban¨ªsticos deber¨¢n revisarse con detenimiento, a la vista de lo sucedido. El consejero Garc¨ªa Ant¨®n necesitar¨¢ poner sobre la mesa algo m¨¢s que ret¨®rica y buenas palabras si pretende llegar a alg¨²n acuerdo efectivo con la oposici¨®n. No es probable que la actitud de los ciudadanos ante la construcci¨®n que hemos padecido sea hoy la misma que la de semanas atr¨¢s.
A la vista de cuanto vamos conociendo, parece incuestionable que la mala urbanizaci¨®n ha sido la principal causa de las inundaciones. Podemos discutir si la limpieza de los cauces hubiese aumentado o disminuido los efectos del agua, o si los ca?averales deben cortarse m¨¢s o menos. Lo que est¨¢ fuera de duda es que la raz¨®n principal de la tragedia ha sido la manera en que hemos ocupado el territorio. Ya en el a?o 2003, el Instituto Universitario de Geograf¨ªa de la Universidad de Alicante advirti¨® de que La Marina Alta era una zona de alto riesgo de inundaciones debido a la edificaci¨®n. Sobre este punto, salvo que se pretenda confundir al ciudadano, no cabe discusi¨®n.
Con motivo de las inundaciones, se han publicado en la prensa diversos art¨ªculos que responsabilizan a los pol¨ªticos de la tragedia. Quienes alentaron y permitieron las construcciones que han cegado barrancos o ramblas son, desde luego, responsables. Pero tambi¨¦n los ciudadanos tenemos algo que ver en el asunto. A fin de cuentas, han sido nuestros votos quienes han avalado la conducta de esos pol¨ªticos. ?No nos parec¨ªa magn¨ªfico, hace cuatro d¨ªas, que la construcci¨®n crease riqueza, aunque para ello hubiera que edificar en la desembocadura del r¨ªo Algar? Cuando nos visitaban los parlamentarios europeos y se alarmaban ante lo que ve¨ªan, ?qu¨¦ manifestaban los presidentes de las c¨¢maras de comercio? ?Cu¨¢l era la respuesta de los jefes de la patronal?
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