Principio de incertidumbre
Desde aquel lejano pret¨¦rito imperfecto en el que los Nacha Pop ofrec¨ªan conciertos multitudinarios en los cuales se asemejaban a un f¨®sforo ardiendo en medio de una ventolera, la banda de los primos Vega pareci¨® siempre sometida a un singular principio de incertidumbre que obligaba al espectador a permanecer atento, para comprobar si consegu¨ªa templar o no guitarras, impulsar o no su repertorio con la dosis imprescindible de energ¨ªa y convicci¨®n. Lograr o no el calor de un p¨²blico tan subyugado por sus canciones como decepcionado por lo que eran capaces de ofrecer en vivo.
Porque los Nacha, en tiempos, nunca sonaron del todo bien. Con todo y con eso, empero, lograron el amor del respetable; un cari?o que, lejos de apagarse con el tiempo, brota como la hiedra en cada ocasi¨®n que Antonio anuncia un nuevo concierto. Con esta l¨®gica aprensi¨®n acudi¨® m¨¢s de uno al reencuentro con este mito de los ochenta; pesando, adem¨¢s, las dudas acerca del estado f¨ªsico de Antonio y, ?qu¨¦ diablos!, la duda que acompa?a todo retorno musical en Espa?a: ?ser¨¢ s¨®lo por la pasta?
NACHA POP
Antonio Vega y Nacho Garc¨ªa Vega (voz y guitarra), Goan Inurrieta (guitarra y coros), Fernando Ill¨¢n (bajo), Anye Bao (bater¨ªa) y Nacho Lesko y Basilio Mart¨ª (teclados y coros). Palacio de los Deportes de la Comunidad. 30 euros. Madrid, viernes 26 de octubre.
Pues bien, tras 19 a?os de silencio, los Nacha Pop vencieron a su propio sino y, felizmente, todo estuvo en su punto. Antonio cant¨® mejor que nunca ¨²ltimamente y, de paso, dej¨® cascadas de notas de oro fino en el r¨ªo del m¨¢stil de su guitarra. Nacho, por su parte, estuvo inmejorable en su papel de contrapunto feliz para iluminar la sensible penumbra de su primo. Alrededor ten¨ªan una banda de tocones de los que saben plegarse a la majestuosidad de las canciones que interpretan sin tratar de poner un sello personal que no interesa a nadie. Buen sonido y buenas luces sirvieron, adem¨¢s, para dar realce al encuentro de los Vega con su p¨²blico en el check point de unos temas por los que el tiempo pasa con extrema amabilidad.
Antonio y Nacho alcanzaron altas citas de calidad musical en Antes de que salga el sol, Relojes en la oscuridad, Atr¨¢s o Nadie puede parar. Tambi¨¦n dejaron sendos quiebros al repertorio individual de cada uno, bordando Antonio Lo que t¨² y yo sabemos y destapando Nacho el bote de las efervescencias en Suerte. Las sombras de Elvis Costello, Graham Parker o Stiff Little Fingers pudieron sobrevolar el escenario, mientras Nacha Pop revisaba en clave actual, pero con ese suave aroma a banda de pub rock elegante, el grueso de su leyenda musical, con parada obligatoria en La chica de ayer y, especialmente, en Una d¨¦cima de segundo, canci¨®n con la que consiguieron que, durante unos minutos, las hojas ca¨ªdas del calendario ocultaran los sinsabores del presente en beneficio del mitificado pasado juvenil de los asistentes. Un placer de autoenga?o, siendo tan bonita la m¨²sica de fondo.
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