Eduardo Primo Y¨²fera, investigador
Impuls¨® el Instituto de Agroqu¨ªmica y Tecnolog¨ªa de Alimentos y fue presidente del CSIC
Disc¨ªpulo del premio Nobel de Medicina Tadeus Reichstein, Eduardo Primo Y¨²fera (1918- 2007) dedic¨® su vida al impulso de la investigaci¨®n en agroalimentaci¨®n. Fundador en 1957 del Instituto de Agroqu¨ªmica y Tecnolog¨ªa de Alimentos (IATA) en cuyos laboratorios se desarrollaron investigaciones y avances tecnol¨®gicos con gran repercusi¨®n en las industrias agroalimentarias de los sectores de conservas vegetales, panader¨ªa o productos c¨¢rnicos. El IATA fue y es, escuela de iniciaci¨®n a la investigaci¨®n de un gran n¨²mero de cient¨ªficos y tecn¨®logos espa?oles y latinoamericanos. Avanzado a su tiempo investig¨® tambi¨¦n la posibilidad de obtener energ¨ªa a partir de los residuos agr¨ªcolas y la lucha biol¨®gica contra plagas, especialmente contra la mosca blanca de los c¨ªtricos.
Su trayectoria profesional ha sido ejemplo e inspiraci¨®n para sus numerosos disc¨ªpulos. Del antiguo IATA surgi¨® la energ¨ªa para la creaci¨®n de cuatro centros de investigaci¨®n valencianos: el Instituto de Biolog¨ªa Molecular y Celular de Plantas (UPV-CSIC) que lleva su nombre, el Instituto de Investigaciones sobre Desertificaci¨®n (UVEG-CSIC-GVA), el Instituto de Biomedicina de Valencia y el nuevo IATA. Primo Y¨²fera fue presidente del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas desde donde impuls¨® especialmente las investigaciones en las ¨¢reas de Bioqu¨ªmica y Astrof¨ªsica. Catedr¨¢tico de Bioqu¨ªmica de la Escuela Superior de Ingenieros Agr¨®nomos de Valencia y cofundador de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia. Fue un excelente e incansable profesor.
En los ¨²ltimos a?os se incorpor¨® a la plantilla del Instituto de Tecnolog¨ªa Qu¨ªmica que compart¨ªa edificio con el Instituto de Biolog¨ªa Molecular y Celular de Plantas en la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia. Hace poco tiempo lo encontr¨¦ en el vest¨ªbulo que comparten los institutos y me pregunt¨®: "?Esta salita de tomar caf¨¦, es tuya o es m¨ªa?". Deb¨ª de contestarle que de ninguno de los dos, pero por pura precauci¨®n dije: "Don Eduardo, es m¨ªa". Sin hacer caso me contest¨®: "Es que doy unas clases de cuatro horas y a las dos horas se me cansan los alumnos y hab¨ªa pensado darles unos minutos para tomar caf¨¦". ?Cuatro horas! Claro, don Eduardo.
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