"Esperemos y peleemos"
Pudo haber otras posteriores, pero ¨¦sta es la ¨²ltima carta de Julio Cort¨¢zar en la recopilaci¨®n que hizo su viuda Aurora Bern¨¢rdez para Alfaguara. Se la escribi¨® a Jean L. Andreu, el 28 de diciembre de 1983, poco antes de su muerte, el 12 de febrero del a?o inmediato. Estaba en Par¨ªs, enfermo, "y no puedo escribirte largo", le dec¨ªa a su amigo. Pensaba volver a Argentina, en marzo, para quedarse dos meses, "para ir un poco por el interior". Esperaba all¨ª, en Argentina, el amor con el que era recibido, a pesar de las cr¨ªticas que le merec¨ªa su pa¨ªs, y a las que no renunciaba en esa comunicaci¨®n que iba a ser tan p¨®stuma. Como si escribiera ahora, el autor de Los premios explicaba sobre el ¨¢nimo de sus compatriotas: "Se creen ya 'en democracia', los ilusos; les insist¨ª en que ahora hab¨ªa que edificar la democracia, y no sobre una base paternalista y piramidal, Alfons¨ªn reemplazando a Per¨®n en el mito". Y se preguntaba: "?Ser¨¢n capaces? Ojal¨¢, ?pero cu¨¢ntos 'chantas' hay por all¨¢!". Su despedida era una jaculatoria que parec¨ªa el espejo del estado de ¨¢nimo con el que batall¨®, al fin de sus d¨ªas, contra una enfermedad que le dej¨® triste, melanc¨®lico, perplejo: "Esperemos y peleemos". Siempre escribi¨® contra la pared, y en su casa de Saignon, en la Provenza, donde escribi¨® muchos libros -62 Modelo para armar, entre otros- y vivi¨® tantos veranos, hab¨ªa una pared ciega, total, una pared que era un muro, frente a la cual colocaba su m¨¢quina de escribir y sus sue?os. Detr¨¢s, en los jardines de esta casa que luego fue una casa vac¨ªa y desolada en cuya piscina chapoteaban las sombras de ¨¢rboles mustios, las hojas del oto?o que ¨¦l pis¨® se confund¨ªan con un letrero que parec¨ªa hecho por ¨¦l mismo, para cuando ya estuviera muerto: "Y ahora", hab¨ªa escrito alguien, "?qui¨¦n va a sacarme de aqu¨ª?". Los que lo vieron en los ¨²ltimos meses de su vida pudieron comprobar c¨®mo se le hab¨ªa acrecentado esa mirada l¨¢nguida, perturbada por el dolor y por las preguntas. Y ahora, qui¨¦n me saca de aqu¨ª. Por eso, esa ¨²ltima frase de su carta final, y acaso las ¨²ltimas frases de su vida, estuvieron signadas por la obligaci¨®n de pelear, como para destruir a manotazos las razones ¨ªntimas de su soledad, el muro blanco, perfecto y terrible en el que la enfermedad abandona a los optimistas. En ese mismo volumen de cartas, aparece una de Juan Carlos Onetti, que se resist¨ªa a hacer cr¨ªtica e hizo correspondencia; Cort¨¢zar, para Onetti, hab¨ªa tra¨ªdo ox¨ªgeno, felicidad, a la literatura, y se puso en la "zona l¨²dica" para susto de "las momias". Comprometido y feliz, literario hasta la rabia, s¨®lo el fin pudo impedirle a Cort¨¢zar la sustancia de esa despedida. "Esperemos y peleemos". -
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