El Madrid sirve de medicina

El partido era dos cosas. Por lo menos. Para el Sevilla, un asunto ¨ªntimo, una diagnosis, una oportunidad de gran calibre. El Madrid vive en su certeza y la cita le ofrec¨ªa una confirmaci¨®n, importante, pero no una cuesti¨®n esencial. Y esta diferencia acab¨® siendo determinante.

Los primeros minutos fueron de f¨²tbol vibrante, digno, competido. Ambos conjuntos quisieron agarrar el encuentro cuanto antes y cada jugada se viv¨ªa con intensidad. Los madridistas dieron a Robinho el encargo de llevar la pelota hasta el ¨¢rea sevillista. A Alves le tocaba imped¨ªrselo y respondi¨® con la mejor actuaci¨®n del curso. A los cuatro minutos ya fue capaz Robinho de fabricarse un chut peligroso. Poco despu¨¦s, corri¨® la banda y puso un pase de gol a Van Nistelrooy, que s¨®lo pudo chutar al aire, pues Dragutinovic le birl¨® el remate.

A pesar de esto, no se puede decir que Alves fuera el peor en su duelo particular. De hecho, su participaci¨®n fue fundamental en el momento en el que el Sevilla revolc¨® el partido. A los 18 minutos, Keita empalm¨® un pepinazo impresionante que sacudi¨® al Madrid, que no se cre¨ªa merecedor de ir perdiendo. A los 20, Alves se luci¨® con un pase largo a Kanout¨¦, que se prepar¨® el remate con su espl¨¦ndido control y remat¨® a bocajarro. Casillas fue capaz de parar este disparo, pero Luis Fabiano empuj¨® el rechace a la red. El segundo gol sevillista dej¨® muy tocado al conjunto madridista, que manifest¨® su despiste dejando que sus cabreos camparan a sus anchas y se meti¨® en todos los charcos. Codazos, pisotones y patadas sustituyeron a la bella disputa precedente. Schuster no es el mejor a la hora de manejar estos momentos de adrenalina y, lejos de calmar a los suyos, se puso protest¨®n.

Robinho se diluy¨® y con ¨¦l las posibilidades madridistas de hacer da?o. Adem¨¢s, una lesi¨®n le result¨® bien a los anfitriones. Diarra -otro que no se pierde un foll¨®n- rompi¨® la cara a Crespo con un codazo y Jim¨¦nez decidi¨® sacar a Capel. La velocidad del extremo abri¨® otro frente a los madridistas, que definitivamente perdieron la iniciativa. La culminaci¨®n del l¨ªo madridista la protagoniz¨® Ramos, que se enciende excesivamente cuando visita el estadio sevillista. Al poco de empezar la segunda mitad, se arriesg¨® con una entrada a pesar de estar amonestado y el rigor del ¨¢rbitro acab¨® con su grupo en inferioridad.

El partido entr¨® entonces en una fase deliciosa para el Sevilla, que buscaba creerse a s¨ª mismo de nuevo. El despliegue f¨ªsico de Keita y la lucha t¨¢ctica de Poulsen se impusieron en el centro del campo, un espacio que ni Diarra ni Gago supieron hacer suyo. El Sevilla estuvo a punto de matar el partido, pero Luis Fabiano desaprovech¨® una ocasi¨®n que le hab¨ªa fabricado Poulsen.

El Sevilla logr¨® finalmente lo que buscaba. Ganar al Madrid supone un empuj¨®n an¨ªmico importante. Fortalece al nuevo entrenador y confirma que a algunos sevillistas no se les ha olvidado jugar como hab¨ªa parecido a veces. El regreso de Alves es con toda probabilidad la mejor noticia para Nervi¨®n.

El Madrid no s¨®lo perdi¨®, sino que ofreci¨® una imagen de fragilidad mental preocupante. Encabezada adem¨¢s por Schuster, que, con el equipo en un momento dulce, no supo o no quiso manejar los momentos de tensi¨®n. Una actitud innecesaria. Y penalizada.

Schuster: '?El ¨¢rbitro es catal¨¢n? No hay m¨¢s que decir'

El Sevilla se despierta ante el Madrid