La duda ofende
El di¨¢logo se desarrolla durante un m¨ªtin en un pueblo del interior de Sicilia, a principios de 1974. Un pol¨ªtico intenta convencer al escaso p¨²blico de que vote "s¨ª" al divorcio en el pr¨®ximo refer¨¦ndum. Una vieja en primera fila niega continuamente con la cabeza. El pol¨ªtico decide dirigirse a ella, de forma personal, y le plantea casos concretos. "Si la esposa traiciona al marido, ?no procede el divorcio?". "No", responde la vieja, "al hoyo". "?Y si es el marido quien traiciona, y adem¨¢s tiene una segunda familia". La vieja, impert¨¦rrita: "Al hoyo". "?Y si la mujer descubre que se ha casado con un hombre impotente?". "Ha habido enga?o: al hoyo". El resto del p¨²blico calla y escucha, mientras el pol¨ªtico esgrime situaciones cada vez m¨¢s truculentas y la vieja se mantiene firme en su respuesta: "Al hoyo". Por fin, el pol¨ªtico apela a lo m¨¢s terrible: el hombre comete incesto. ?No se justifica el divorcio? La vieja no duda un segundo: "En ese caso hay que celebrar una gran fiesta en casa, para que nadie sospeche lo que ocurre. Despu¨¦s, al hoyo".
Leonardo Sciascia y Josep Pla fueron personajes parecidos. El siciliano era m¨¢s valiente y menos c¨ªnico
La escena forma parte de Negro sobre negro, un libro que Leonardo Sciascia public¨® en 1979, diez a?os antes de morir. Sciascia, siciliano, fue una de las conciencias m¨¢s s¨®lidas de Italia. Naci¨® en una isla bella y severa, ajena al progreso, martirizada por la historia y la mafia, despreciada por el mundo. Sciascia vivi¨® entre su pueblo, Racalmuto, y Palermo, donde se traslad¨® para no separarse de sus hijas. En ciertas cosas (el apego por lo rural, el escepticismo, el pitillo pegado a los labios), Leonardo Sciascia y Josep Pla fueron personajes parecidos. Sciascia era m¨¢s valiente y menos c¨ªnico.
El escritor siciliano se suicid¨® socialmente el 10 de enero de 1987 con un art¨ªculo publicado en la primera p¨¢gina del Corriere della Sera. Sab¨ªa que las verdades inmutables son inmutables, al menos mientras duran. Sab¨ªa que es in¨²til andarse con matices frente a quienes poseen la verdad, la raz¨®n y el respaldo poderoso de la Historia (o de Dios, depende del bando). Hab¨ªa conocido a muchas viejas como la del m¨ªtin, con una respuesta v¨¢lida para cualquier pregunta: "Al hoyo". Y conoc¨ªa la ignorancia general sobre la mafia, un fen¨®meno de gran utilidad para numerosas generaciones de pol¨ªticos italianos.
Pero Sciascia public¨® su art¨ªculo, Los profesionales de la antimafia, y acus¨® a los pol¨ªticos y jueces m¨¢s venerados del momento, como Leoluca Orlando, alcalde de Palermo, y Paolo Borsellino, magistrado, asesinado a?os despu¨¦s por la mafia, de utilizar una causa noble, el renacimiento moral de Sicilia, para beneficio de sus carreras. La lucha contra la mafia, dec¨ªa Sciascia, hab¨ªa dejado de ser un fin y era s¨®lo un medio para alcanzar prestigio, fortuna y posiciones de poder.
El mundo se le ech¨® encima. Quiz¨¢ no le import¨®. Estaba ya muy enfermo. Dedicaba su tiempo a fantasear sobre la muerte y, en t¨¦rminos m¨¢s concretos, sobre su epitafio. Buscaba algo "menos personal" y "m¨¢s ameno" que las frases habituales. Lo encontr¨® en un texto de Auguste de Villiers de L'Isle-Adam, uno de sus amados franceses decimon¨®nicos, legitimista, reaccionario, simbolista, asombrosamente moderno. "Ce ne ricorderemo, di questo pianeta". Nos acordaremos de este planeta. Ese es el epitafio sobre la tumba de Sciascia.
Han pasado casi 20 a?os. Mafia y antimafia siguen siendo asuntos pr¨®speros. Y la verdad inc¨®moda de Leonardo Sciascia se ha visto refrendada por el tiempo. Uno de los acusados de su art¨ªculo, Leoluca Orlando, le da la raz¨®n. Tambi¨¦n se la da la propia viuda de Borsellino.
Suele decirse que la primera v¨ªctima de la guerra es la verdad. Algo similar ocurre con el terrorismo, la mafia o las emergencias planetarias.
Ahora se considera de muy mal gusto cuestionar la "verdad inc¨®moda" de Al Gore, el profeta del cambio clim¨¢tico. Muchos indicios apuntan a que, en efecto, las temperaturas suben. Bastantes indicios se?alan la actividad humana como responsable del fen¨®meno. Resulta deshonesto, sin embargo, hablar de certezas. Y es a¨²n m¨¢s deshonesto descalificar a quien no se muestra convencido.
Mariano Rajoy tiene todo el derecho a no creer en el apocalipsis anunciado por la nueva fe, aunque se equivoque. Tiene toda la raz¨®n cuando dice que la escasez de agua es un problema m¨¢s urgente que el cambio clim¨¢tico, aunque los alcaldes de su partido, y de otros, construyan campos de golf y megal¨®polis costeras. Y tiene hasta algo de simp¨¢tico cuando rectifica, y pide excusas por meter a su primo en un l¨ªo.
La duda no debe ofender. La verdad, tampoco. El fanatismo, s¨ª. Mucho.
Negro sobre negro. Leonardo Sciascia. Editorial Global Rhythm Press. 2007.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.