Centrarse en el nombre

Me provoc¨® de entrada una sonrisa; lo le¨ª espont¨¢neamente como una ocurrencia; pero es bastante m¨¢s. Se trata de este consejo que Stephen King da a los escritores debutantes: "Desconf¨ªa del adverbio; el adverbio no es tu amigo". Lo que es otra manera de decir que la cantidad y la calidad expresivas hay que buscarlas, en la frase, por otros caminos. Para Horacio Quiroga -un escritor muy alejado de King en la intenci¨®n est¨¦tica- esos caminos pasan siempre por el nombre. "Desconf¨ªa del adjetivo, no es tu amigo", hubiera podido decir pero dijo con su impecable estilo, en el Dec¨¢logo del perfecto cuentista: "No adjetives sin necesidad. In¨²tiles ser¨¢n cuantas colas de color adhieras a un sustantivo d¨¦bil. Si hallas el que es preciso, ¨¦l solo tendr¨¢ un color incomparable".

En Euskadi vivimos inmersos (y/o ahogados) en asunto de adjetivos

Parecer¨ªan temas alejados de nuestras preocupaciones cotidianas y sin embargo en Euskadi est¨¢n en el centro del debate pol¨ªtico y social, por no decir que son el debate mismo. Aqu¨ª vivimos inmersos (y/o ahogados) en asunto de adjetivos; b¨¢sicamente en la cuesti¨®n del adjetivo "vasco". Sin ir m¨¢s lejos, esta semana se ha aprobado en el Parlamento de Gasteiz la creaci¨®n de la Biblioteca de Euskadi. En el proyecto de ley su nombre era otro: Biblioteca Nacional Vasca. Pero un voto particular del grupo socialista ha conseguido el cambio de denominaci¨®n. Personalmente apruebo esta decisi¨®n final, que instala la obra sobre cimientos firmes, concretos. Porque Euskadi es una concreci¨®n, una conjunci¨®n precisa, objetivable, de mapa, sociedad, instituciones. Dices Euskadi y lo ves y lo mides (a menos que realmente no quieras). Pero los adjetivos son otro cantar. Se dicen y no se ven, o mejor dicho, se ven seg¨²n y c¨®mo. Es decir que, dado que los adjetivos "nacional" o "vasco" est¨¢n entre nosotros inmediatamente sujetos a interpretaci¨®n, la Biblioteca se hubiera asentado sobre arenas movedizas. Sobre el mismo terreno incierto sobre el que se mal-asientan muchas de nuestras construcciones sociales.

Y digo mal asiento como sin¨®nimo de pobre asiento, de base que lejos de sujetar y engrandecer la significaci¨®n de muchos enunciados, la debilita o desvirt¨²a. A m¨ª me pasa lo que a Horacio Quiroga, tiendo a la confianza nominal. Entiendo que en los nombres debe acumularse la fuerza significante, la sustancia expresiva. Los adjetivos est¨¢n para el complemento y el detalle, y cuando se extralimitan, cuando se les da todo el protagonismo, cuando se les deja monopolizar el sentido, empobrecen el discurso, fragilizan el tema, frenan el desarrollo del debate. Y es lo que sucede en Euskadi, donde muchas cuestiones fundamentales est¨¢n en los huesos, desnutridas de desarrollo y debate, porque llevamos decenios no d¨¢ndole vueltas m¨¢s que a lo "vasco", como si en la combinaci¨®n cultura vasca, literatura vasca, arte vasco, pensamiento vasco, ciudadan¨ªa vasca... lo esencial fuera el adjetivo y no la sustancia del sustantivo. Lo que tiene en mi opini¨®n consecuencias nefastas. Porque descuidar los nombres es abrir el desag¨¹e del sentido. Lo que puede llevarnos a llamar cultura a cualquier manifestaci¨®n exterior; o a confundir la literatura con la simple escritura; el arte con el narcisismo o el comercio; el pensamiento con la ideolog¨ªa. O la esencia de la ciudadan¨ªa con la pura y dura contabilidad electoral.