Siete a?os en el andamio
Jes¨²s Mateo pint¨® en solitario los 1.500 metros cuadrados de una iglesia
A los 23 a?os, un joven artista, dicta el t¨®pico, deber¨ªa andar loco porque un galerista se fijara en ¨¦l. Jes¨²s Mateo (Cuenca, 1971), no. Ten¨ªa muy claro que quer¨ªa llevar su carrera al margen de lo que llama "convencionalismos" del arte. La casualidad quiso llevarlo una noche de junio de 1994 a Alarc¨®n, un pueblecito con triple muralla medieval que se alza en un imponente enclave conquense. All¨ª descubri¨® una peque?a maravilla, la iglesia de San Juan Bautista, elegante construcci¨®n de estilo herreriano que, desacralizada hac¨ªa dos siglos, se usaba como almac¨¦n. Mateo, pintor autodidacta, formado en el Museo Abstracto de Cuenca y licenciado en Derecho "por imposici¨®n paterna", hab¨ªa encontrado lo que buscaba. Sin encargo ni patrocinio, dedic¨® casi un a?o al dise?o de los bocetos de lo que ha convertido en una gran obra de arte contempor¨¢neo.
Se presenta hoy un libro que retrata la haza?a pict¨®rica del artista
Su herc¨²leo empe?o se hizo material en las pinturas murales que hoy iluminan el interior de la iglesia conquense. Declaradas de inter¨¦s art¨ªstico mundial en diciembre de 1997 por la Unesco, Mateo finaliz¨® su labor en 2002. En total, siete a?os de trabajo en una superficie de 1.500 metros cuadrados. "Cuando apareci¨® este colosal y gigantesco lienzo, supe al instante que aqu¨ª empezar¨ªa todo", dice Mateo en la introducci¨®n de un libro dise?ado por Alberto Coraz¨®n y editado por La F¨¢brica para celebrar el d¨¦cimo aniversario del respaldo que la Unesco dio a la obra. El noveno d¨ªa de la creaci¨®n. Pinturas murales de Jes¨²s Mateo en Alarc¨®n, que se presenta hoy, recoge las im¨¢genes realizadas por el fot¨®grafo Jos¨¦ Latova. Pero tambi¨¦n los textos que, a lo largo de los a?os, han escrito sobre Mateo Jos¨¦ Saramago, Fernando Arrabal, Ernesto S¨¢bato, Francisco Brines, Gustavo Bueno, Jos¨¦ Antonio Marina o Federico Mayor Zaragoza, director general de la Unesco entre 1987 y 1999.
A todos cautiv¨® la historia de un artista empecinado que sigue renegando del mercado del arte: "Salas de exposiciones, galer¨ªas de arte, museos del poder y la pol¨ªtica, marchantes del dinero, s¨¢trapas y titiriteros, comisarios y comisarias, mandarines e iniciados en el arte del enga?o... Demasiado ruido para la concentraci¨®n y la pasi¨®n por crear", es su declaraci¨®n de principios en el libro. Mateo tard¨® un a?o en superar el primer obst¨¢culo, la oposici¨®n del p¨¢rroco, Luis Mart¨ªnez Lorente; incluso sin culto, San Juan Bautista segu¨ªa siendo propiedad de la Iglesia. Luego se emple¨® en obtener los permisos del obispado. Y en 1995, otra casualidad: unos amigos llevaron a otros a visitar el estudio de Mateo, en Cuenca, donde vieron la maqueta del proyecto. Entusiasmados, crearon una asociaci¨®n para, a modo de mecenazgo popular, impulsarlo. El germen de lo que despu¨¦s ser¨ªa la Fundaci¨®n Pinturas Murales de Alarc¨®n, que hoy se ocupa en la difusi¨®n y mantenimiento de la obra, naci¨® con 30 miembros que aportaron, cada uno, 5.000 pesetas (hoy la cuota es de 30 euros anuales). En noviembre de 1995, con 50.000 pesetas, Mateo empez¨® a trabajar. El Parador de Alarc¨®n cedi¨® la manutenci¨®n del artista y el Ayuntamiento aport¨® una casa, "con luz de 125 vatios y sin ba?o". La familia Pozo Sanz, propietaria de la compa?¨ªa de agua Sol¨¢n de Cabras contribuy¨® anualmente con un mill¨®n de pesetas. Por eso proclama que su obra es el resultado del apoyo de la "sociedad civil".
Aunque en 1996 la obra estuvo a punto de peligrar: la Comisi¨®n de Patrimonio argumentaba que se trataba de un edificio protegido y que Mateo deb¨ªa parar su trabajo. Lejos de arredrarse, su reacci¨®n fue pedir amparo directamente a Mayor Zaragoza, quien tutel¨® la tramitaci¨®n de la declaraci¨®n, que llegar¨ªa en diciembre de 1997.
El artista trabaj¨® siempre solo, sin ayudantes: "Era una relaci¨®n tan ¨ªntima con el soporte, que ten¨ªa que trabajar sin horarios, no pod¨ªa exigir esa disciplina a nadie". La libertad fue por eso total: "Fueron a?os maravillosos, sin coacciones, sin censuras, sin m¨¢s compromiso que el adquirido conmigo mismo". El recorrido de las pinturas no tiene principio ni final. Es una obra circular en la que conviven formas invertebradas, estructuras embrionarias, figuras c¨¢mbricas, en las que se adivinan las influencias que el propio Mateo recita: desde las primitivas pinturas de Altamira a El Bosco, Klimt, Bacon o Mir¨®. "Es un lenguaje personal, no nuevo. Lo que puede ser nuevo es la relaci¨®n de la obra con la sociedad, que la ha hecho posible", dice el artista.
En todo caso, explica, son figuras extra¨ªdas de la realidad. "Esto es una cueva y la emoci¨®n de un hombre que tiene que transmitir algo con colores. No hay tanta diferencia entre una pintura rupestre y esto".
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