Inmoral
?De acuerdo! Podemos concluir que en el documental de Al Gore se respira una verdad inc¨®moda: todo parece estar al servicio del nuevo h¨¦roe. Coincidimos en que hay mentes infantiles que no habr¨ªan reparado en el asunto del cambio clim¨¢tico hasta que vino Supergore y lo cont¨®, y en que el superhombre no est¨¢ sobrevolando el mundo s¨®lo para salvar la Tierra; est¨¢ claro que al tit¨¢n le atraen tambi¨¦n esos ping¨¹es beneficios que ya quisieran oler los cient¨ªficos que est¨¢n sobre el asunto. Acordaremos que el tono del documental es, por momentos, pueril, pero tambi¨¦n que los americanos son tan geniales en el show business que han conseguido sacar de un pol¨ªtico envarado al actor que todo yanqui lleva dentro. Podremos ironizar sobre esa troupe de actores que al fin han encontrado a su dios en la Tierra (mientras est¨¢n entretenidos con Gore, al menos, no visitan a Ch¨¢vez). Y ampliaremos la iron¨ªa hasta esa escuela de profetas que tiene ya en Espa?a su sede. A¨²n m¨¢s, podremos poner en duda la oportunidad de esos premios, el Nobel y el Pr¨ªncipe de Asturias, que convierten la figura en incuestionable. Todo eso y m¨¢s. Incluido el rechazo a convertir las hip¨®tesis cient¨ªficas en art¨ªculos de fe. Pero en lo que no podemos estar de acuerdo es en la banalizaci¨®n, en convertir un debate que existe a escala mundial en el t¨ªpico partido Zapatero-Rajoy, porque eso nos arroja una vez m¨¢s al catetismo. La posibilidad de un cambio clim¨¢tico provocado por el CO2 no es un invento de Gore ni tan siquiera de Zapatero, como parecen creerlo algunos por la ferocidad con la que se oponen al cambio clim¨¢tico. El asunto recuerda a la manera con que las tabacaleras sembraron la duda sobre los efectos perniciosos del humo en los pulmones. Pero hay algo m¨¢s, ning¨²n cient¨ªfico debiera afirmar desde EE UU, el pa¨ªs m¨¢s derrochador del mundo, que no vale la pena reducir el gasto energ¨¦tico. Es sencillamente inmoral.
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