La conferencia 'opportunity'
Estamos ante el intento de armar una gran coalici¨®n ¨¢rabe, israel¨ª y occidental contra Ir¨¢n
Es lo m¨¢s parecido a una foto opportunity, pero en formato de conferencia de ministros. Conocemos la t¨¦cnica: una agencia de relaciones p¨²blicas prepara el encuentro con el mandatario, se hace la foto mientras se saludan y luego se consigue una enorme repercusi¨®n e incluso numerosas interpretaciones sobre el significado del encuentro. S¨®lo con una foto y unas frases de cortes¨ªa. En Annapolis, localidad pr¨®xima a Washington, est¨¢ todo reservado para celebrar una gran conferencia internacional desde el 26 hasta el 28 de noviembre. Casi nada se sabe sobre la agenda, los participantes y el contenido, salvo que debe consagrar la visi¨®n de Bush de un Oriente Pr¨®ximo con dos Estados, uno palestino y otro israel¨ª. Habr¨¢ una reuni¨®n de ministros y representantes de los treinta y pico pa¨ªses y organizaciones internacionales; una cena de los dos principales protagonistas, el primer ministro israel¨ª Ehud Olmert y el presidente palestino Mahmud Abbas, con Bush en la Casa Blanca; y la conferencia propiamente dicha, r¨¢pida, sin discusiones y con conclusiones ya redactadas.
Bush quiere terminar su mandato al rev¨¦s que Clinton. Clinton lo hizo todo por Oriente Pr¨®ximo, desde Oslo hasta los intentos finales y desgraciados de Camp David y Taba, pero cuando se fue el incendio de la segunda Intifada empez¨® a devorar todo lo ganado en siete a?os. Bush, que no ha hecho nada, quiere ganarlo todo de una tacada, para vestir el final de su presidencia. De ah¨ª que este nuevo proceso deba terminar en 2008, antes de abandonar la Casa Blanca. Este pr¨®ximo a?o, ¨²ltimo de Bush, se abre una ventana de oportunidad, ese anglicismo tan expresivo de un plazo de tiempo en el que contaremos con unas fugaces ventajas que hay que aprovechar.
Debe hacerlo Ehud Olmert, el primer ministro israel¨ª, enfermo, derrotado en L¨ªbano y debilitado por sus errores y por las imputaciones judiciales hasta la extenuaci¨®n, pero su problema es calcular al miligramo lo que puede ceder. Le van a exigir que sea muy poco o nada quienes le pisan los talones para desbancarle, que son muchos, dentro y fuera del Gobierno y de su partido: su ministro de defensa, Ehud Barak; la ministra de Exteriores, Tzipi Livni; y el eterno Bibi Netanyahu con su Likud, siempre dispuesto a dar un paso m¨¢s... hacia la derecha. Las cesiones m¨ªnimas, previas a cualquier declaraci¨®n con pinta de acuerdo, son la congelaci¨®n de los asentamientos en Cisjordania, la liberaci¨®n de un buen n¨²mero de presos palestinos y la mejora de las condiciones de vida de los palestinos, martirizados por los controles militares, los cortes de suministros y la penuria, pero ni siquiera en esto est¨¢ claro que vaya a moverse. Menos ceder¨¢ todav¨ªa en los cap¨ªtulos sustanciales (refugiados, fronteras, capitalidad) en los que las generalidades ambiguas deber¨¢n formar la sustancia del acuerdo de Annapolis.
Tambi¨¦n Mahmud Abbas necesita algo, aunque lo que pueda dar es tanto como nada. La seguridad que exige Israel como condici¨®n previa no la puede garantizar quien ni siquiera controla la franja de Gaza, que ha perdido en manos de Ham¨¢s, y apenas controla a los suyos. Pero Israel ha subido un grado m¨¢s en sus exigencias en los d¨ªas previos a la conferencia. No basta con que la Autoridad Palestina reconozca el Estado de Israel, debe reconocerlo "como Estado jud¨ªo", algo que ha escandalizado al negociador jefe palestino, Saeb Erekat, pues "no hay ning¨²n Estado en el mundo que conecte su identidad nacional con su identidad religiosa". Es dif¨ªcil saber qu¨¦ quiere decir Olmert cuando asegura que "quien no acepte esta condici¨®n no puede negociar conmigo", y si hay en esta expresi¨®n un mero juego de palabras. Pero sentar¨ªa un precedente de incalculables consecuencias que la comunidad internacional reconociera la confesionalidad de un Estado; negara el derecho, ni siquiera nominal, de los refugiados palestinos al retorno; o, m¨¢s grave, consagrara una ciudadan¨ªa de segunda clase que recortara los derechos civiles a quienes no son jud¨ªos y en concreto a los israel¨ªes ¨¢rabes de religi¨®n cristiana o musulmana.
Hay una clave subliminal en la conferencia, que es la que m¨¢s interesa a los pa¨ªses ¨¢rabes vecinos, desde Egipto hasta Arabia Saud¨ª. Estamos ante el intento de armar una gran coalici¨®n ¨¢rabe, israel¨ª y occidental contra el Ir¨¢n de Ahmadineyad, la potencia regional que ha emergido como nuevo hegem¨®n isl¨¢mico y que est¨¢ alimentando los frentes en Gaza, L¨ªbano, Siria e Irak. Bajo la lente de esta coalici¨®n, la cuesti¨®n nuclear iran¨ª es s¨®lo un arma m¨¢s en manos de esta potencia desafiante cuyo brazo Bush quiere doblar y, si puede, romper antes de irse. Y todo lo que son dificultades a la hora de sentar a israel¨ªes y palestinos son est¨ªmulos cuando se trata de parar los pies al persa. De ah¨ª que esta conferencia vac¨ªa tambi¨¦n puede convertirse en un ¨¦xito.
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