El tenor y la corista
Roberto Alagna se ha quitado por fin la espina que ten¨ªa clavada en su coraz¨®n de divo. El papel de Radam¨¦s se le resist¨ªa desde su sonada espantada en medio de una representaci¨®n de Aida en diciembre del a?o pasado en la Scala de Mil¨¢n cuando, tras soportar mal los abucheos a su interpretaci¨®n del aria Celeste Aida, abandon¨® el escenario. En el Liceo, anteanoche la expectaci¨®n se palpaba en el ambiente cuando el famoso y temperamental tenor franc¨¦s atac¨® con mucha cautela la c¨¦lebre y comprometida aria, colocada al comienzo de la ¨®pera por Verdi. No la cant¨® como los grandes tenores -aunque se empe?e, Alagna no tiene voz para Radam¨¦s-, pero super¨® la prueba, se vio respaldado por la ovaci¨®n del p¨²blico y todos respiramos tranquilos. La funci¨®n transcurri¨® sin incidentes, algo que, visto el percal que gastan hoy algunos divos, ya es noticia.
AIDA
De Verdi. Int¨¦rpretes: Micaela Carosi, Roberto Alagna, Elisabetta Fiorillo, Joan Pons, Carlo Colombara, Giorgio Giuseppini, Bego?a Alberdi y Josep Fad¨®. Direcci¨®n esc¨¦nica: Jos¨¦ AntonioGuti¨¦rrez. Escenograf¨ªa: Josep Mestres Cabanes. Orquesta y Coro del Liceo. Direcci¨®n musical: Daniele Callegari. Teatro del Liceo. Barcelona, 19 de noviembre.
Menudo morbo
En el escenario luc¨ªan nuevamente los hist¨®ricos decorados de papel pintados por el escen¨®grafo Josep Mestres Cabanes en 1945, que son una obra maestra de la perspectiva, un sue?o m¨¢gico, pintado en humildes tiras de papel, que el Liceo mantiene como cl¨¢sico de su repertorio. Volvieron a emocionar al p¨²blico por su grandiosa belleza, iluminada de forma admirable por Albert Faura. No fue, sin embargo, una Aida normal, porque ni el mismo Verdi hubiera podido imaginar que en la escena m¨¢s espectacular de su genial ¨®pera, en plena marcha triunfal, centenares de espectadores, muchos de ellos provistos de binoculares, buscaban a una corista: Sonsoles Espinosa, esposa del presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, que debutaba en el Liceo como parte de las voces contratadas como refuerzo coral en tan significativa escena. El escenario repleto de cantantes, bailarines y figurantes, y todo el mundo buscando a Sonsoles. Menudo morbo.
Alagna gan¨® confianza en sus medios y fue a m¨¢s a lo largo de la representaci¨®n: suple la carencia de peso dram¨¢tico con un fraseo de gran elegancia, una dicci¨®n clara y una voz que conserva toda su belleza en el registro central. Los agudos, a¨²n firmes, han perdido luminosidad y los graves suenan oscurecidos de forma artificial, pero su excelente l¨ªnea de canto acab¨® convenciendo. La soprano italiana Micaela Carosi fue una Aida m¨¢s que correcta, cuyo punto d¨¦bil fueron sus pian¨ªsimos, de escasa proyecci¨®n. Quienes mostraron verdadero temperamento verdiano fueron la mezzosoprano italiana Elisabetta Fiorillo y el bar¨ªtono menorqu¨ªn Joan Pons. Ella con una Amneris rotunda en lo vocal, un punto exagerada y de imponente fuerza dram¨¢tica. ?l con un Amonasro fiero y cautivador, cantado con nobleza e intensidad.
La masa coral, preparada con fibra verdiana por Jos¨¦ Luis Basso, respondi¨® con brillantez, mientras que la orquesta tuvo sus altibajos bajo la solvente batuta de Daniele Callegari. No fue una Aida de opulencia sinf¨®nica, y no pod¨ªa serlo con estas voces, ya que, si el director italiano no hubiera controlado a fondo las din¨¢micas, Radam¨¦s y su amada Aida habr¨ªan sido sepultados antes de tiempo. La direcci¨®n esc¨¦nica del catal¨¢n Jos¨¦ Antonio Guti¨¦rrez hace justicia al sue?o de Mestres Cabanes al servir con humildad la acci¨®n teatral para dejar todo el protagonismo a sus maravillosos decorados.
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