?Una licencia, por favor!
Lo m¨¢s inquietante de la operaci¨®n Guateque realizada en Madrid las ¨²ltimas semanas no es solo constatar que hab¨ªa una caterva de funcionarios, presuntos delincuentes, que cobraban por agilizar las licencias de actividad y apertura de establecimientos mercantiles, sino sobre todo descubrir las verdaderas razones de fondo que hacen posible, en la pr¨¢ctica, la existencia de tales comportamientos.
En la p¨¢gina web de la Confederaci¨®n Empresarial Valenciana, por ejemplo, se detallan los tr¨¢mites necesarios para crear una empresa. De acuerdo con dicha informaci¨®n ahora sabemos que, desde la inscripci¨®n en el Registro Mercantil y la solicitud del n¨²mero de identificaci¨®n fiscal, hasta la licencia de apertura, es preciso pasar por un total de 18 actos administrativos. Algunos de ellos incluso, como ocurre con esta ¨²ltima, pueden descomponerse a su vez en otros siete, en el caso de que se trate de actividades inocuas, o en diez, con sus correspondientes inspecciones, si se trata de actividades calificadas. Y todo ello suponiendo que uno tiene ya perfectamente dise?ados todos los aspectos relacionados con el n¨²cleo duro del negocio que desea emprender; es decir, el plan de empresa, la financiaci¨®n, su ubicaci¨®n f¨ªsica, etc.
Aunque a primera vista la cifra resulta casi disuasoria es preciso admitir que todos los documentos y requisitos exigidos tienen una m¨¢s que razonable justificaci¨®n. No creo sea muy discutible que las empresas deban facilitar el control fiscal de su actividad, comunicar el n¨²mero de trabajadores de que disponen, inscribirse en el registro mercantil, comprobar que el nombre utilizado no pertenece a un competidor o garantizar que la nueva actividad es segura y no causa molestias a los vecinos. La soluci¨®n, pues, no deber¨ªa pasar en ning¨²n caso por eximir de tales controles a los nuevos emprendedores, sino por disponer de un ¨²nico interlocutor en el lado de la Administraci¨®n, en primer lugar, y, por reducir al m¨ªnimo la duraci¨®n de los mismos, en segundo lugar.
El problema sin embargo es que, seg¨²n demuestra la experiencia acumulada en esta materia, no resulta posible la existencia de "ventanillas ¨²nicas" con capacidad legal suficiente para facilitar y supervisar de manera efectiva todo el proceso, de principio a fin; al menos mientras no se solucione de manera efectiva el conflicto derivado de la divisi¨®n de competencias entre administraciones. Y todo ello sin contar con que el volumen de trabajo de los funcionarios encargados de estas materias, sobre todo de aquellos que ejercen la labor inspectora en los Ayuntamientos, suele ser tan elevado que obliga a tiempos de espera excesivamente largos, cuando no insoportables.
Naturalmente, en medio de tanta confusi¨®n, no es extra?o que peri¨®dicamente surjan algunos personajes poco ejemplares dispuestos a alterar el orden de salida de los expedientes a cambio de un pu?ado de euros, con el consiguiente desprestigio para la funci¨®n p¨²blica y enorme regocijo de los predicadores de la privatizaci¨®n y las rebajas de impuestos.
Desde luego, lo peor que puede hacerse en estas circunstancias es tomarse el asunto como una simple an¨¦cdota desgraciada. Con el asunto de las licencias municipales, al igual que ocurre con la corrupci¨®n urban¨ªstica, el problema no est¨¢ tanto en las personas como en el interior mismo del sistema en el que ¨¦stas operan. Alguien deber¨ªa ocuparse seriamente de ello, aunque solo fuera para justificar el sueldo que le pagamos.
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