Contratos de f¨¢bula
Los acuerdos de Sarkozy en China responden al pragmatismo diplom¨¢tico del Gobierno franc¨¦s
Nicolas Sarkozy sigue a?adiendo muescas en su curr¨ªculo de brillante negociador. De su visita a China volver¨¢ con contratos econ¨®micos que los m¨¢s impresionables pueden calificar como dignos de las mil y una noches: nada menos que dos reactores nucleares de tecnolog¨ªa francesa que la empresa p¨²blica Areva vender¨¢ al grupo el¨¦ctrico chino CGNPC por casi 8.000 millones de euros y un compromiso de venta de 160 aparatos Airbus -A320 y A330- con un coste de casi 11.500 millones de euros.
Las consecuencias econ¨®micas de ambos contratos van mucho m¨¢s all¨¢ de los 20.000 millones de euros conseguidos. Para Airbus, significa reforzar sus posibilidades de igualar a medio plazo la cuota de mercado de Boeing en China, que hoy es del 50%, frente al 35% que ocupa el constructor europeo. El contrato chino no garantiza el ¨¦xito de Airbus, pero sin ¨¦l las posibilidades de competir con Boeing ser¨ªan m¨ªnimas. El bocado comercial es apetitoso porque se calcula que China necesitar¨¢ m¨¢s de 3.000 aparatos comerciales en los pr¨®ximos 20 a?os.
En el caso de los dos reactores nucleares vendidos, el primer efecto es simb¨®lico, puesto que China hab¨ªa confiado hasta el momento en la tecnolog¨ªa de Westinghouse para construir sus grupos nucleares. Puesto que la rentabilidad econ¨®mica de la producci¨®n el¨¦ctrica nuclear se multiplica con la construcci¨®n de nuevos reactores de la misma tecnolog¨ªa, es muy l¨®gico que las autoridades chinas completen sus planes -que incluyen construir m¨¢s de doce grupos nucleares en las pr¨®ximas dos d¨¦cadas- con m¨¢s reactores franceses. Para la tecnolog¨ªa francesa es un triunfo, para Areva un negocio y un alivio para quienes tem¨ªan que la demanda energ¨¦tica china se cubrir¨ªa con plantas de carb¨®n, contaminantes en exceso. La suerte nuclear china queda adem¨¢s ligada a Francia por el contrato anejo de suministro del combustible para el funcionamiento de ambos reactores.
No hay misterio detr¨¢s de tan fabulosos contratos. Sarkozy se ha implicado intensamente en las negociaciones, los objetivos econ¨®micos estaban claros y la diplomacia francesa ha reaccionado siempre con discreto pragmatismo a las exigencias de las autoridades chinas. Es m¨¢s de lo que pueden decir otros Gobiernos europeos.
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