Un acuerdo ambiguo entre Israel y Palestina
Es imposible valorar ahora el alcance de la declaraci¨®n de Annapolis, al igual que es imposible hablar seriamente del contenido de los acuerdos pactados entre Israel y Palestina. Lo importante -y es una victoria de los palestinos-, es que se ha hablado, en presencia de 44 pa¨ªses, de la creaci¨®n de un Estado palestino y que el propio Olmert dijo que las negociaciones se deben desarrollar a partir del reconocimiento de la idea de "dos Estados para dos pueblos". Olmert a?adi¨®: "Un Estado pac¨ªfico, viable, fuerte, democr¨¢tico y libre... para el pueblo palestino".
Es una evoluci¨®n notable de la ret¨®rica israel¨ª, tras la destrucci¨®n de los acuerdos de Oslo y del debilitamiento infligido a la Autoridad Palestina tanto por Barak como por Sharon. ?Significa una verdadera transformaci¨®n de la situaci¨®n? ?Qu¨¦ consigue Israel en cambio? Para contestar a estas dos cuestiones, hay que analizar el asunto desde una perspectiva global, sobre todo fij¨¢ndose en la estrategia de Estados Unidos.
es un avance, pero no abre claramente el camino hacia la paz
Primero, un recuerdo: Israel no quer¨ªa esta reuni¨®n; le fue impuesta por Estados Unidos.Abbas, por su parte, necesitaba un gesto, pues su legitimidad est¨¢ destrozada en Palestina y ¨¦l aparece no solamente como d¨¦bil, sino como el "hombre de los americanos".
Segundo: Bush est¨¢ ahogado en Irak, pero pretende quedarse ah¨ª para siempre. Y sobre todo tiene un problema grave: bajo su imperio, Ir¨¢n se ha convertido en la principal potencia musulmana en la regi¨®n. E Ir¨¢n se est¨¢ armando.
Bush no puede hacer nada mientras la cuesti¨®n de Palestina no sea examinada seriamente. No puede intervenir contra Ir¨¢n -y si lo hace corre el riesgo de hundir la regi¨®n en un caos m¨¢s devastador que el que ha provocado la invasi¨®n de Irak-. En cambio, un esbozo de soluci¨®n en Palestina y una negociaci¨®n con Siria (tanto directamente con Israel como con Estados Unidos) pueden despejar el terreno y preparar una inversi¨®n de alianzas amenazante para Ir¨¢n. Es un c¨¢lculo un poco ligero, pero nada extra?a de parte de Bush y su equipo.
Tercero: Bush ha aceptado una exigencia muy radical por parte de Israel: el car¨¢cter jud¨ªo del Estado israel¨ª. Dicho con los t¨¦rminos de Olmert: "Un Estado de Israel jud¨ªo, democr¨¢tico, viviendo en seguridad... como hogar nacional del pueblo jud¨ªo". Israel ser¨¢ as¨ª el ¨²nico Estado definido sobre una base religiosa; para ser israel¨ª, hay que ser jud¨ªo.
Es evidente que Israel tiene todo el derecho a definirse como un Estado religioso. Pero todo el mundo entiende que de lo que se trata es de evitar que los refugiados palestinos (entre cuatro y seis millones de personas) puedan regresar a Israel -lo que, de hecho, ser¨ªa insoportable para el Estado israel¨ª-. Esta exigencia es todo un programa.
?Cu¨¢l ser¨¢ el estatuto en Israel de los no-jud¨ªos; por ejemplo, los palestinos con nacionalidad israel¨ª desde 1948? ?No van a ser considerados ciudadanos de pleno derecho por no ser jud¨ªos? ?Cu¨¢l es el porvenir de la poblaci¨®n ¨¢rabe de Israel? ?Se prev¨¦ unos desplazamientos de poblaciones?
Adem¨¢s, ?"Estado jud¨ªo" significa que va a seguir practic¨¢ndose el derecho de todos y cada uno de los jud¨ªos del mundo a instalarse en Israel cuando as¨ª lo deseen, mientras que los refugiados palestinos no podr¨¢n reivindicar, por no ser jud¨ªos, el retorno a los hogares y las tierras que fueron suyas y que hoy est¨¢n dentro de Israel?
Esta cuesti¨®n es fundamental porque va a condicionar tanto las negociaciones sobre las fronteras de Israel como sobre Jerusal¨¦n. Si se define el Estado de Israel a partir de las fronteras de 1967, posici¨®n que era hasta la fecha la de todo el mundo (salvo Israel), el tema de Jerusal¨¦n se soluciona con un acuerdo pol¨ªtico. En cambio, si se define a lsrael a partir de la religi¨®n, Jerusal¨¦n se vuelve indiscutible, y, a¨²n m¨¢s, los asentamientos en los territorios ocupados en 1967 adquieren una supuesta legitimidad, pues los colonos est¨¢n en las "sagradas" tierras b¨ªblicas.
Cuarto: el acuerdo, aparentemente, no hace ninguna referencia a la resoluci¨®n 242 de la ONU (que obliga a Israel a volver a las fronteras de 1967), base de toda negociaci¨®n internacional sobre el asunto. Es una victoria de Israel. Pero ?qui¨¦n va a aceptar este hecho consumado?
Hay que subrayar que Annapolis se presenta como un acuerdo entre Olmert, Abbas y Bush, pero no sabemos lo que opinan los otros Estados participantes en la reuni¨®n, y, adem¨¢s, la ONU est¨¢ totalmente fuera del juego.
Quinto: en Palestina, el partido mayoritario, o sea Ham¨¢s, est¨¢ en contra de este acuerdo. Lo que significa que all¨ª se puede desarrollar una guerra civil.
En resumidas cuentas, el acuerdo de Annapolis es muy ambiguo y no abre claramente el camino hacia la paz. Lo m¨¢s tr¨¢gico ser¨ªa que s¨®lo fuera una pantalla de humo para preparar una guerra en otra parte. Contra Ir¨¢n, por ejemplo.
Estas cuestiones no deben, sin embargo, ocultar que el mero hecho de reunir a todos los responsables ¨¢rabes con Israel ha supuesto un avance. Es el aspecto m¨¢s positivo de este encuentro. Pero, desgraciadamente, la paz, la verdadera paz, no llegar¨¢ ma?ana.
Sami Na?r es profesor invitado de la Universidad Carlos III de Madrid
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.