Encuentro con el Otro
El t¨ªtulo del ¨²ltimo libro publicado en Espa?a de Ryszard Kapuscinski -Encuentro con el Otro- viene como anillo al dedo para encabezar esta rese?a. Por varias razones. En primer lugar, por el doble proceso del descubrimiento del Otro de los personajes de Trist¨¢n e Isolda, que el director de escena, Patrice Ch¨¦reau acent¨²a continuamente desde una dimensi¨®n teatral. En segundo lugar, porque un triunfo tan estrepitoso de Wagner en la casa familiar de Verdi indica un acercamiento de la cultura l¨ªrica italiana a la alemana. Un encuentro o un reencuentro, dej¨¦moslo as¨ª, no sin se?alar que Trist¨¢n e Isolda hac¨ªa 29 a?os que no se representaba en La Scala. En tercer lugar la seducci¨®n que Daniel Barenboim, y de paso St¨¦phane Lissner, han ejercido en el territorio de otro seductor, Riccardo Muti, corrobora que el relevo est¨¢ consumado y que el p¨²blico de La Scala tiene ya un nuevo l¨ªder musical. Desde las grandes noches de Muti no se escuchaban en La Scala unas aclamaciones tan apasionadas en los intermedios entre los actos como las que anteayer levant¨® Barenboim. Los milaneses -lo mismo que la orquesta- se han "encontrado" con el maestro argentino. Barenboim es el Otro. Y, en ¨²ltimo lugar, en esta din¨¢mica de cordialidades no pasa por alto que cinco jefes de Estado -de Italia, Alemania, Austria, Grecia y Qatar- han compartido el palco de la jornada inaugural, am¨¦n de que en la sala han coincidido un sinf¨ªn de ministros de diferentes pa¨ªses, ha habido un porcentaje de espectadores de raza negra por encima de lo habitual en estas veladas e incluso ha asistido al menos una pareja ¨¢rabe, ella con el inevitable pa?uelo cubriendo su cabeza. M¨¢s todav¨ªa. En una fiesta de la mundanidad como es esta serata de La Scala el bellez¨®n femenino no ha sido una italiana, sino la primera dama de Qatar, Mozah Bin Nasser. Kapuscinski al menos nos ha dado la pista de que para entender el mundo que nos rodea hay que tener en cuenta la importancia del Encuentro con el Otro. Algo m¨¢s que le tenemos que agradecer.
Trist¨¢n e Isolda
De Richard Wagner. Director musical: Daniel Barenboim. Director de escena: Patrice Ch¨¦reau. Con Ian Storey, Waltraud Meier, Michelle Deyoung, Matti Salminen y Gerd Grochowski, entre otros. Inauguraci¨®n de la temporada 2007-2008.
Teatro de La Scala.
Mil¨¢n, 7 de diciembre.
La lectura de Barenboim de 'Trist¨¢n e Isolda' fue conmovedora
El espect¨¢culo es sobrio y est¨¢ lleno de evocaci¨®n melanc¨®lica
Lissner ha jugado sus cartas con mucha habilidad. Dej¨® que los medios de comunicaci¨®n hiciesen sus quinielas sobre qu¨¦ maestro italiano pod¨ªa suceder a Muti, mientras preparaba el desembarco de Barenboim, no como director musical sino como principal director invitado. Y le propuso una presentaci¨®n oper¨ªstica con su ¨®pera fetiche, no con un t¨ªtulo de Verdi o Mozart, donde la sombra de Muti es alargada. Barenboim, que dirigi¨® descalzo y sin pajarita o corbata, se vaci¨®, elevando a la orquesta de La Scala a cotas de ensue?o. La seducci¨®n de Barenboim con la orquesta tiene altas cotas democr¨¢ticas. Les aplaude, les hace participar del ¨¦xito. Su lectura de Trist¨¢n e Isolda fue conmovedora, plet¨®rica de contrastes, po¨¦tica hasta el estremecimiento, hipn¨®tica. Ensimismados estaban los m¨²sicos y no menos Waltraud Meier, dominadora hasta el ¨²ltimo entresijo emocional del personaje de Isolda, Ian Storey que se dej¨® el alma y al l¨ªmite de sus posibilidades infundi¨® car¨¢cter heroico a su Trist¨¢n, o Matti Salminen, que dio una lecci¨®n de canto noble, transmitiendo humanidad y compasi¨®n, en sus contadas y fundamentales intervenciones como Rey Marke.
Era la tercera colaboraci¨®n entre Barenboim y Patrice Ch¨¦reau, despu¨¦s de un inolvidable Wozzeck en Par¨ªs y un interesante Don Giovanni en Salzburgo. Tambi¨¦n era el tercer intento que ambos hac¨ªan para poner en pie Trist¨¢n. Los dos anteriores, en 1981 y 1993, se vinieron abajo porque a Ch¨¦reau le daba "miedo", seg¨²n ¨¦l, despu¨¦s de haber quedado marcado con El anillo del nibelungo, su otra incursi¨®n en Wagner, en Bayreuth, con Pierre Boulez, su otro compa?ero favorito de aventuras desde la direcci¨®n musical. Las grandes bazas de Ch¨¦reau son la direcci¨®n de actores y el movimiento coral, es decir, las que provienen del teatro. Pl¨¢sticamente el espect¨¢culo es de una gran sobriedad y est¨¢ lleno de evocaci¨®n melanc¨®lica en su tratamiento atemporal de muros, nieblas, piedras y colores industriales. Se dir¨ªa que es una puesta en escena que hereda, en relaci¨®n a otros montajes de La Scala para esta obra, el concepto espacial de Adolphe Appia en 1923 y el luminot¨¦cnico de Wieland Wagner en 1964. El segundo acto, por ejemplo, es portentoso, de una intensidad en los personajes estremecedora, que se ve reforzada por la escenograf¨ªa de Richard Peduzzi, el vestuario de Moidele Bickel y las luces de Bertrand Couderc. El espectador se ve envuelto visual y musicalmente en algo que no domina pero que le arrastra. Trist¨¢n e Isolda se abrazan, viajan al fondo de la noche, se entregan sin rehuir el contacto f¨ªsico, sufren y, sobre todo, se encuentran en una dimensi¨®n desconocida para ellos, en la atracci¨®n irresistible del abismo, entre el amor y la muerte. El equipo esc¨¦nico, en su austeridad, no fuerza a una determinada interpretaci¨®n. Deja al espectador que sea la m¨²sica la que le convulsione y se limita con su teatralidad y efectos visuales a enmarcar la historia po¨¦tica y narrativamente en el terreno de los sentimientos.
La Scala de Mil¨¢n es un teatro con historia y sus grandes citas, las del d¨ªa de San Ambrosio de las inauguraciones de temporada especialmente, son el escaparate donde se reflejan como en ning¨²n otro lugar las grandezas y miserias de un espect¨¢culo, el oper¨ªstico, tan excesivo como complejo y ambicioso en el encuentro de diferentes disciplinas art¨ªsticas. Anteayer ha sido la primera vez que Trist¨¢n e Isolda ha inaugurado la temporada un 7 de diciembre. Hasta ahora, y desde 1900, se hab¨ªa programado esta ¨®pera en 16 ocasiones con direcciones musicales de Arturo Toscanini, Tullio Seraf¨ªn, Victor de Sabata, Hans Knappertsbuch, Herbert von Karajan, Lorin Maazel y Carlos Kleiber. Se dice pronto. Daniel Barenboim coge el testigo. El Otro es ¨¦l. Que sea para bien.
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